“Sin mítines, pasacalles ni movilizaciones de masas (prohibidas debido a la pandemia) [...] así serán los comicios para elegir un nuevo presidente y Congreso”. (Foto: Renzo Salazar/GEC).
“Sin mítines, pasacalles ni movilizaciones de masas (prohibidas debido a la pandemia) [...] así serán los comicios para elegir un nuevo presidente y Congreso”. (Foto: Renzo Salazar/GEC).
/ RENZO SALAZAR
Pedro Tenorio

Esta asoma muy distinta a las anteriores. Sin millones de soles invertidos en publicidad de radio y TV (la ley así lo establece y solo la admite a través de la “franja electoral” que organiza y sortea el JNE), sin mítines, pasacalles ni movilizaciones de masas (prohibidas debido a la pandemia) y con un inusitado auge de noticias falsas (‘fake news’), que amenazan con inundar las redes sociales de cada peruano. Así serán los comicios para elegir un nuevo presidente y Congreso. Sin embargo, tamaño problema abre también un abanico de posibilidades a cada candidato. Veamos:

Innovación. Los nuevos tiempos exigirán nuevos atributos –o cuando menos distintos a lo ya visto– para que una campaña resulte efectiva. Por ejemplo, no debería ser extraño ver a algún aspirante presidencial pararse frente a una pizarra con números y graficas al estilo del popular matemático Marco Loret de Mola y precisar un mensaje en un máximo de 60 segundos, que luego podría transformar en un video para TikTok. Cada aspirante –sea a la máxima jefatura del Estado o a una curul en el Parlamento– está condenado a sorprender para marcar la diferencia. Pero no será lo único.

El mensaje será clave. Por eso, y para no repetir las formas de siempre, deberá ser innovador al momento de abordar los problemas más importantes para el votante promedio (seguridad ciudadana, generación de empleo, educación, servicios de salud y planes de auxilio social en tiempos de emergencia).

Apelar al populismo económico no marcará gran diferencia porque todos serán, en algún grado, “populistas” para atraer votos y tener futuro en esta elección.

Creatividad. Fundamental para formular propuestas concretas y diseñar una estrategia proselitista: viajar por tierra a través del país será atractivo y eficiente, pues permitirá visitar la mayor cantidad de provincias clave y escuchar –sin intermediarios– los problemas de la gente. No será necesario volar precipitadamente de un punto a otro para cubrir un mítin tras otro porque no estarán permitidos. Con un publicista, un guionista (mientras más sucinto y directo un mensaje, más efectivo) y un equipo de prensa digital se podrá iniciar una campaña, reforzada necesariamente por un equipo técnico capaz de estructurar un verdadero plan de gobierno.

Transparencia. Otro atributo clave dado que candidatos con ‘rabo de paja’ serán puestos en evidencia y descartados antes de que sus “gabinetes de crisis” reaccionen. Hoy la información vuela y está a un click de distancia en Internet.

Todavía hay mucho terreno por cubrir. Esta no tiene que ser otra campaña más caracterizada por la guerra sucia y los agravios sin fin. El Perú, con sus inmensos problemas, no lo merece.

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