La presencia de estereotipos en los medios de comunicación es un tema que no puede seguir siendo ignorado en nuestra sociedad.
Hace tan solo unos años, en el 2014, la ONU condenó el programa “La paisana Jacinta”, debido a su estereotipada representación de la mujer andina como objeto de burla en su narrativa. Este caso es solo uno que manifiesta en mayor exposición la existencia de programas de entretenimiento que contribuyen a perpetuar estigmas ante poblaciones vulnerables.
Estos patrones han sido tan bien aceptados por nuestra sociedad que han suscitado un éxito casi hegemónico para el comediante Jorge Benavides, que, a través de otros personajes como el infame Negro Mama, trivializa la caricaturización de los rasgos afrodescendientes y perpetúa la normalización de una práctica racista que se remonta a tiempos de esclavitud y que se conoce como ‘black face’. Esta representación es profundamente dañina para las siguientes generaciones que crecerán viendo estos comportamientos como parte de la idiosincrasia de nuestra sociedad.
El impacto sociocultural de estas prácticas no puede ser subestimado. Es crucial que los medios de comunicación asuman su responsabilidad en la promoción de una cultura de respeto y tolerancia con, por ejemplo, personajes inclusivos que representen distintas voces de regiones del Perú.
La libertad de expresión no puede ser utilizada como excusa para perpetuar el odio y la discriminación. Como audiencia, debemos exigir estándares éticos en la producción y difusión de contenido mediático, y denunciar enérgicamente cualquier forma de estigmatización y marginalización difundida por los medios de comunicación.