Este año tuve una revelación crucial sobre mi futuro laboral como comunicador. Ser parte de este campo no se trata simplemente de escribir o leer, mucho menos de “florear”, como algunos dicen coloquialmente. Nuestra responsabilidad va mucho más allá; somos quienes gestionamos la reputación de la empresa, tanto interna como externamente.
A veces, quienes no están dentro del mundo de las comunicaciones subestiman su relevancia, lo que a menudo genera críticas. Sin embargo, en lugar de sentirse menos ante estas opiniones, debemos responder con firmeza: lo que para algunos parece “hablar bonito” o “escribir bien”, en realidad es una parte esencial de lo que hace funcionar a las empresas.
Desde el inicio de mi carrera, he sentido una fuerte conexión con este campo, ya que siempre he considerado fundamental la relación entre el público y la empresa.
Es esencial que tengamos clara nuestra función dentro de la empresa para que nuestro trabajo fluya de manera efectiva. Las empresas necesitan profesionales que sepan construir flujos de comunicación eficaces, fáciles de comprender y alineados con las metas del negocio. Una comunicación efectiva no solo fortalece las relaciones internas, sino que también impulsa el crecimiento de la organización, lo que se traduce en mayores ganancias y éxito empresarial.
Estudiar comunicaciones no debe hacernos sentir menos ni excluidos. Nuestro trabajo es crucial para que las empresas prosperen, porque, como dice un refrán, lo que no se comunica no existe.