Mario Ghibellini

Nosotros no podíamos saberlo, pero cuando el titular de Economía, Álex Contreras, se presentó en la última CADE a reprender al empresariado por su derrotismo contumaz, estaba actuando solo de telonero. “Es hora de acabar con este pesimismo absurdo que está generando retraso en el país”, les dijo a los ejecutivos y capitanes de industria allí presentes. Y el que menos pensó que el ministro se había tirado un lance solitario. Porque, vamos, elementos para dejar atrás el pesimismo que efectivamente ha retraído la inversión privada en el país no había. Ni los hay todavía… Pero resulta que aquello no fue un arrebato retórico del momento. A la luz de lo que hemos escuchado esta semana de boca de la señora Boluarte, queda claro que desde el principio el discurso de Contreras formó parte de un empeño mayor y tuvo por objeto calentarle la plaza a la mandataria, pues ahora ella le ha dado dimensiones presidenciales al rapapolvo a los desmoralizadores profesionales y, de paso, nos ha incluido en él a los hombres de prensa.

(Ilustración: El Comercio)
(Ilustración: El Comercio)

–Trémulo de emoción–

Sucedió que, tras participar en la entrega de viviendas a familias damnificadas por el ciclón Yaku en Carabayllo, la gobernante se acercó hace unos días a los reporteros que le hacen la guardia en sus actividades cotidianas y , con pocas ganas de ser interrumpida. Una coleguita, sin embargo, tuvo la peregrina idea de preguntarle por el “plan Boluarte”, que meses atrás anunció con energía el premier Otárola, y la jefe del Estado se ofuscó tantito. “Primero, señorita de Latina, le voy a agradecer que [entienda que] ‘el plan Boluarte’ no existe”, le respondió disgustada. Y luego, en tono ya más didáctico, continuó: “Si en algún momento emotivo lo dijo el premier, creo que el premier ya te rectificó”. Se produjo en ese instante un breve desconcierto pronominal entre los presentes, pero la presidente hizo como que no hubiera notado el bache y transformó de pronto sus palabras en un llamado de atención a todo el gremio. “A la prensa le voy a agradecer que no insista con algo que ya rectificamos”, sentenció. Para finalmente arribar al punto neurálgico de su alegato. “Ahí también que los medios nos ayuden a poder brindar noticias en positivo y no en negativo, como esta que usted me acaba de preguntar”, remató, convirtiendo a la abrumada coleguita en símbolo y emblema del periodismo nacional.

A todos los que nos dedicamos a este oficio agorero, pues, la gobernante nos ha reclamado hacer un esfuerzo por empezar a ver el vaso medio lleno, en lugar de andarlo agitando siempre vacío, a la espera de que alguien vierta en él el tósigo amargo que, al parecer, nos complacemos en expender. Y, quién sabe, a lo mejor podemos darle una manito. Pero primero habría que analizar la sustancia de lo dicho por ella. Esto es, por supuesto, en la hipótesis de que alguna hubiera...

A ver, que el “plan Boluarte” (pretendida estrategia oficial para acabar con la inseguridad ciudadana antes de que los miembros del Tren de Aragua puedan decir ‘arepa’) no existe es algo que ya sospechábamos. Pero que el presidente del Consejo de Ministros se lo haya inventado “en un momento emotivo” sí que es una sorpresa preocupante. A partir de ahora habrá que darle al premier Otárola su ‘ansiopaz’ cada vez que tenga que ir al Congreso a informar sobre las futuras acciones del Ejecutivo, porque no vaya a ser que, trémulo de emoción, nos venga a contar un día que lo ha pensado mejor y que después de todo Tía María sí está en la agenda del Gobierno o que ya sale el pago a los bonistas de la reforma agraria, y se arme una casa de kinesiólogas que no la doma ni el reputado animador Hurtado. ¿Cómo se podría, por otro lado, abordar noticiosamente la situación de la criminalidad que campea en las calles con optimismo? ¿Resaltando quizás que el número de muertes por sicariato en lo que va del año en Lima es de 412 y que eso supone un incremento de más del 12% respecto de los 367 asesinatos de ese mismo tipo producidos en el 2022? ¿Qué quiere la presidente que digamos sobre el particular? ¿Sí se puede?

Y la nueva modificación a la baja de la proyección del BCR sobre el crecimiento económico para este año (de 0,9% a -0,5%), ¿cómo podríamos levantarla “en positivo”? ¿Con algún maquillaje contable como el que le ha enrostrado recientemente el Consejo Fiscal al ministro de Economía por haber adelantado un pago de utilidades del Banco de la Nación para cumplir de modo artificioso con la regla sobre el déficit fiscal? Lo sentimos, señora, pero no la hacemos.

–Panetón y hermanón–

Si lo que quiere, en suma, la mandataria es que alguien acompañe los anuncios sobre las acciones o inacciones de su gobierno con pastillas para la moral que aturdan por un rato al respetable, lo único que podemos aconsejarle es que ponga de premier a Belmont y que se coman juntos un panetón chocolatado. A nosotros que nos deje en paz, que es lo que corresponde en estas fechas, y que se prepare para las noticias “en negativo” que inevitablemente difundiremos el próximo año sobre la gestión que encabeza.

Mario Ghibellini es Periodista