Mario Ghibellini

La relación entre el y el secretario general de Perú Libre, , no parece atravesar su mejor momento. Lo sugieren algunos mensajes colocados en las redes sociales por el ex gobernador regional de Junín y el comportamiento de la bancada congresal que él maneja. Cuentan las voces enteradas que este desencuentro entre ellos –que no es el primero– habría empezado el día de la votación para elegir al reemplazante de Lady Camones en la presidencia del Legislativo. El candidato de Cerrón era Guido Bellido, pero el camino hacia la victoria lucía empedrado. Otros cinco postulantes se habían colocado en el partidor para competir con él y la mayoría provenía de los predios abierta o embozadamente oficialistas. ¿A quién endosaría entonces su apoyo Palacio de Gobierno, que alguna capacidad tenía para orientar votos en uno u otro sentido? La primera vuelta de la votación demostró que no fue a Bellido, pues este arañó apenas el tercer puesto con 16 votos, mientras que Luis Aragón (Acción Popular) obtuvo 21 y con ello pasó a la segunda vuelta con José Williams Zapata (Avanza País), que había llegado a los 52. Cerrón, afirman los rumores, se sintió ‘choteado’ por el chotano y decidió hacerle notar su desazón.


–Lo que quiere el terco–

Los datos que ofrecen como prueba los partidarios de esa tesis son tres. En primer lugar, antes de que se celebrara la segunda vuelta de la elección que tan mal sabor le había dejado, Cerrón anunció en el Twitter: “Bancada de Perú Libre no votará por ninguna opción derechista para la presidencia del Congreso”. ¿El resultado? de manera bastante holgada (sumó 67 votos contra los 41 de Aragón) y Castillo vio escurrírsele de las manos el sueño de controlar una de sus mayores causas de angustia.

Pero el ex gobernador regional de Junín no se detuvo allí. Fustigó a continuación la circunstancia, efectivamente vergonzosa, de que César Landa hubiese sido repuesto en la cartera de Relaciones Exteriores tras poco más de un mes de haber sido despedido de ella. “Reciclar a César Landa como canciller da pésima imagen al gobierno, transmite la impresión (de) que a pesar de los errores se hace más de lo mismo”, a través de las redes sociales. Y a nadie se le escapó que el blanco innominado de su ataque era el jefe del Estado.

Por último, y como para rematar una temporada de navajazos al mandatario, ocurrió que la bancada de Perú Libre aportó este jueves sus votos de Transportes y Comunicaciones, Geiner Alvarado. Un gesto político que abonaba la tesis fiscal de que existe una organización criminal en el corazón del Gobierno y que no pudo haberse adoptado sin la anuencia del dueño del partido. Pero que, sobre todo, tiene que haber grabado con fuego el número 94 (que corresponde a la cantidad de votos con los que el ministro en cuestión fue censurado) en la mente del gobernante, pues excede con largueza el 87: cifra mágica a la que hace falta acceder en el hemiciclo para aprobar la vacancia presidencial.

Como mencionábamos al principio, esta no es la primera vez que el médico le muestra los dientes al profesor. Recordemos, por ejemplo, la ocasión en que Perú Libre le negó el voto de confianza al gabinete encabezado por Mirtha Vásquez o la oportunidad en que la mayoría de sus congresistas se pronunció a favor de la censura a la entonces ministra de Trabajo Betssy Chávez. A no dudarlo, aquellas fueron también exteriorizaciones de un disgusto profundo, pero aisladas y de corta duración. Esta vez, en cambio, hemos sido testigos de una exhibición machacona de displicencia. De una vocación particularmente persistente por hacerle percibir al presidente unas malas vibraciones que lo deben tener alarmado. Porque la pregunta que lógicamente tiene que estar haciéndose a estas alturas es algo así como: “mami, ¿qué será lo que quiere el terco?”.


–Dinámico y recargado–

Algunos creen que el capitoste de Perú Libre ha querido sencillamente tomar distancia del Gobierno para que, en las elecciones regionales y municipales del 2 de octubre, su partido no se vea afectado por los escándalos de corrupción en los que aquel está envuelto. Pero la verdad es que ese tren partió hace ya tiempo y que, por otra parte, la eventual pretensión de ‘los dinámicos del Centro’ por hacerles ascos a los numerarios de la Chota Nostra parecería más bien un ejercicio de humor negro.

La explicación, pensamos en esta pequeña columna, es más pedestre y tiene que ver, como siempre, con las cuotas de poder en ese revoltijo de ineptitud y pillaje que bulle dentro de la actual administración. En lo que concierne a Cerrón, bien sabido es que tal cuota ha ido encogiéndose con cada ajuste de gabinete (es decir, cada quince días) y que, de no ser por algunos arrebatos del premier de la luna llena, ya no existiría. Pero a juzgar por la amenaza que esconden los efluvios malignos que acaba de despachar en dirección al mandatario, el hombre estaría detrás de una recarga de sus opinables capacidades.

Pensándolo bien, sin embargo, no hay razón para inquietarse: el presidente, como se sabe, es indoblegable.

Mario Ghibellini es periodista