Según el ex congresista Teófilo Gamarra, el nombramiento de Nadine Heredia como funcionaria de la FAO, en Suiza, es un reconocimiento, pero a nosotros nos parece más bien una admisión. Quizás estemos pecando de suspicaces. A lo mejor, la señora se aparece de regreso por Lima en la víspera de Navidad, cargada de regalos y dispuesta a decorar el árbol familiar con las luces verdes de siempre, pero si nos contásemos entre sus allegados, no la esperaríamos. Porque la verdad es que esa solicitud de su defensa para que cumpla con la obligación judicial de pasar por el control biométrico desde el extranjero sugiere que no vendrá para la Pascua, ni por la Trinidad. Do-re-mi, do-re-fa, ni en toda la eternidad.
¡HASTA LA VISTA, BABYS!
Los que quedaron varados en tierra mientras el avión que llevaba a la señora al viejo mundo ‘decolaba’ en el Jorge Chávez han sido muchos. Pero tal vez los ex primeros ministros Pedro Cateriano y Ana Jara sean quienes mejor han expresado la sensación de desconsuelo que debe haber hecho presa de quienes alguna vez fueron cercanos a ella y el martes pasado la vieron de pronto desvanecerse tras las puertas de inmigración.
Melancólicamente, ellos han hablado de una ‘incorrección’ o un ‘error político’ y no ha quedado claro si se estaban refiriendo solamente a la partida de la ex primera dama o estaban aludiendo también a la devoción que en su momento le profesaron.
La escena, en cualquier caso, trae a la memoria a Los Picapiedra, cuyos episodios, como se sabe, son como los hexagramas del I Ching, pues prefiguran todas las vicisitudes de la existencia humana. En uno de los capítulos de la serie, efectivamente, Pedro y Pablo se interponen, sin proponérselo, en los planes de un tal Dr. Siniestro, que ha construido una poderosa arma para destruir el mundo y la oculta en una isla volcánica. La historia, que es una obvia parodia de las películas de James Bond, incluye por supuesto a una mujer misteriosa y sexy (aunque nunca tan sexy como Betty Mármol) que se presenta como Madame Sí y, so pretexto de necesitar ayuda, pone a Pedro y Pablo permanentemente en peligro. Cada vez que los tres están por caer en las garras del Dr. Siniestro, sin embargo, ella consigue escurrirse por una compuerta secreta, mientras susurra “soy demasiado importante para ser capturada” y abandona a sus presuntos amigos a su suerte.
Pues bien, no es difícil imaginar a Cateriano y a Jara como los Pedro y Pablo de esta caricatura, y a la Madame Sí de ocasión, dejando caer sobre ellos la ceniza del cigarrillo que asoma de su boquilla antes de huir de la escena, recitando su frase de rigor. ¿Valieron la pena –han de pensar ahora ellos– tanta solicitud y tanto incienso? ¿Se merecía ‘la jefa’ tanta incondicionalidad y tanta vocación por hacer lucir como iluminaciones sus más inquietantes caprichos?
No lo parece. Pero, como decíamos al principio, quizás estemos siendo injustos. Quizás el famoso satélite, después de todo, sirva, por ejemplo, para tratar de ubicarla cuando su rastro se haya perdido en los Alpes suizos o bajo las aguas del lago Lemán. Vaya uno a saber.
Esta columna fue publicada el 26 de noviembre del 2016 en la revista Somos.