Alexandra Grande: del inicio a lo Van Damme hasta el oro panamericano. (Foto: Violeta Ayasta)
Alexandra Grande: del inicio a lo Van Damme hasta el oro panamericano. (Foto: Violeta Ayasta)
Kenyi Peña Andrade

Es un domingo caluroso en la Lima de 1998. , con apenas 8 años de edad, pasea junto a su mamá por la avenida 28 de julio esquivando ambulantes y sufriendo el ruido exasperante de los cláxones que emiten los carros. Es una tarde de chicas. Ambas miran tiendas de ropa, conversan de todo, disfrutan de un helado y llegan al fin de esta amena salida en un lugar histórico para el deporte peruano: el emblemático Estadio Nacional. La niña, como el resto de chicos de su edad en aquel entonces, ve en ese recinto un sinónimo de fútbol y también de tristeza.

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¿Los motivos? Un año antes, Sporting Cristal había perdido la final de la Copa Libertadores tras empatar en la ida ante Cruzeiro en esa cancha y la selección peruana se quedó por nada de clasificar al Mundial de Francia 1998. No hay triunfos que festejar en un país donde el fútbol es casi la única disciplina a la que se le presta atención. Pero a Ale, como le llaman de cariño su familia y sus amigos, abre bien sus ojos y los enfoca en la explanada del estadio, hay jovencitos vestidos de blanco, con cinturones de colores amarrados a su cintura, y ejecutan patadas que ella solo había visto en las películas de Bruce Lee que pasan por la televisión. es una niña curiosa, una que nunca se van a dormir con una duda que le carcome la cabeza. Por ello, al preguntarle a su mamá de qué se trataba, recibe como respuesta una palabra que cambiaría su vida para siempre: Karate.

-Un comienzo a lo Van Damme-

Antes de sumergirse en el mundo de las patadas y los puños, había pasado por disciplinas en las que otros iconos de las artes marciales también tuvieron como primera parada antes del karate. Está, por ejemplo. el famoso actor belga Jean Claude van Damme. Es decir, así como él, Ale practicó ballet desde los tres años y también gimnasia. Los expertos indican que la elasticidad ganada en estos dos deportes es vital para desenvolverse mejor al momento de ejecutar los katas en combate. Y la pequeña Alexandra tiene a su mamá como mejor aliada: ella también practicó durante mucho tiempo el karate.

"Me llevó a un dojo por el Rímac, donde ella enseñó un tiempo. Allí estuve por un año. Luego, por obra y gracia de la vida, llegué donde Roberto Reyna, mi actual entrenador y con quien entreno desde los 9", señaló a El Comercio en una entrevista de hace unos años. Y sí, como ella afirma, conocer al sensei Roberto le cambió la vida. No solo encontró en él a un maestro que le enseñara como golpear al oponente, sino también a resistir los porrazos que propina la vida.

Alexandra Grande, karateca peruana. (Foto: José Rojas)
Alexandra Grande, karateca peruana. (Foto: José Rojas)

Roberto, además de maestro de karate, es psicólogo deportivo y catedrático. "Era una niña muy hiperactiva, y él me ayudó mucho en ese sentido". Sin lugar a dudas, el señor Miyagi de y de esta historia es Roberto Reyna.

-El enemigo más duro a vencer-

Uno de los grandes sacrificios que tuvo que hacer no tuvo nada que ver con el karate. Hubo un tiempo en el que su gran enemigo fue la mala alimentación. "Me puse a investigar y descubrí que comiendo más saludable y teniendo menos grasa corporal se puede tener una mejor calidad de vida y, por supuesto, mejores entrenamientos", explicó en aquel entonces.

Es ahí cuando su nutricionista empezó a jugar un papel fundamental en lo que vendría después, y que es historia conocida: ganó la medalla de plata en los , y oro en y . Además, claro está, consiguió triunfar en otras competiciones a nivel sudamericano y mundial. Como este año que obtuvo la presea dorada en el Mundial de Canadá Karate 1 Series A.

Alexandra Grande luego de conseguir su medalla de oro en karate. (Foto: Violeta Ayasta)
Alexandra Grande luego de conseguir su medalla de oro en karate. (Foto: Violeta Ayasta)

Candidata a ganar una medalla olímpica en Tokio 2020, Ale es hoy imagen de diferentes marcas comerciales en un país en el que fútbol sigue acaparando la atención. Sus patadas son doradas y es un ejemplo para la juventud. Todavía le teme a los insectos y sufre de una condromalacia (enfermedad caracterizada por la degeneración de la superficie articular cartílago de la rodilla). Pero ella sigue pensando como su apellido lo exige: en Grande.

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