Lima 2019: Stefanni Otiniano celebrando su gol ante Costa Rica.(Foto: Giancarlo Ávila)
Lima 2019: Stefanni Otiniano celebrando su gol ante Costa Rica.(Foto: Giancarlo Ávila)
Marco Quilca León

Stefanni Otiniano tenía 22 años cuando sentó a sus padres en el sillón de su sala, en Trujillo, para decirles algo importante. “Papá, mamá, me voy a Brasil a jugar fútbol”, fueron sus primeras palabras. Luego trató de explicar su amor por el deporte, la necesidad del viaje, sus ganas de triunfar y su sueño de vestir en algún momento la camiseta de la selección peruana. También dijo que viviría en Sao Paulo con su tío, quien había aceptado minutos antes. Convencerlos no fue difícil. Ellos siempre la apoyaron en sus decisiones. Desde que eligió un balón hasta los constantes traslados a Lima para hacer lo que más ama. Pero este viaje era distinto. Se iba a otro país, otra cultura, otro idioma. Otro todo. Si en algún momento se preguntaron si valía o no la pena ese sacrificio, la respuesta la recibieron el último miércoles.

En el Estadio San Marcos, Perú cayó ante Costa Rica por 3-1 y si bien quedó eliminado de los Juegos Panamericanos , el gol peruano lo hizo Steffani, tras un rebote que dejó la portera costarricense ante el disparo de Pierina Núñez. Ese momento en el que el balón es golpeado por el botín derecho de la ‘10’ y se mete en el pórtico visitante quedará grabado en las páginas doradas del fútbol nacional: fue el primer tanto de la selección femenina en la historia de los Juegos Panamericanos.

‘Stef’ desde siempre tuvo bien claro sus objetivos en la vida: jugar, jugar, jugar y jugar. Buena, talentosa. Se lo repetían casi siempre sus amigos y compañeros en su primer club: La Coruña. Ella era la única mujer, pero destacaba por encima del resto. En el Real Maracaná fue lo mismo: su diestra endemoniaba encantaba a los pocos espectadores que iban a ver el fútbol femenino y confundía, o mejor dicho, molestaba a los rivales. “A veces no querían que juegue”, recuerda sonriendo.

En el 2014 vino el viaje a Brasil. La propuesta del viaje merodeó en su cabeza muy poco tiempo, casi nada. El ir a un país donde el deporte es mejor valorado que aquí era una oportunidad única. Claro, allá tenía que demostrar lo que sabe hacer con el balón y ganarse un nombre. Arribó a Sao Paulo, a casa de su tío. No tuvo tiempo de adaptación cuando llegó el momento de ir a probarse al Portuguesa, un club de la ciudad. “Mis primeros días fueron muy duros, demasiados duros. El entrenamiento era fuerte e intenso, las chicas físicamente eran más grandes que yo. Ni siquiera podía comunicarme porque no entendía nada de lo que me decían. Pero nunca pensé en dejarlo. Fui ahí con un objetivo y lo logré”, cuenta.

Stefanni salió campeona con Tabuaté en el 2017. (Foto: Tabuaté Futebol Femenino)
Stefanni salió campeona con Tabuaté en el 2017. (Foto: Tabuaté Futebol Femenino)

Después de dos semanas de trabajos intensos, hubo un partido de entrenamiento. Ahí, Steffani se ganó el respeto de todos. La peruana que había llegado de la nada ya era alguien en ese equipo. Jugó durante cuatro años en Brasil. Tras dejar el Portuguesa pasó al Boituva (2015), luego a al Tabuaté (2016 y 2017) y por último en Embu Das Artes (2018).

Antes del torneo, casi nadie conocía a Stefanni, a pesar de haber jugado tanto tiempo en el fútbol brasileño, una liga ampliamente más competitiva que aquí. La Federación Peruana de Fútbol nunca tuvo rastro de ella. Por eso, a sus 27 años, aún no había vestido la camiseta de la selección peruana en ninguna categoría. Entonces, tomó otra decisión crucial para su carrera y su vida. "A inicios de año regresé al Perú para estar con mi familia, los extrañaba mucho. Aquí me enteré que habían convocatorias en la selección para los Panamericanos, así que fui a probarme. Decidí quedarme por representar a mi país, es un sueño hecho realidad", confiesa.

Ni bien llegó a Lima recibió la propuesta de varios clubes. Pero la de Universitario de Deportes era más completa, un buen proyecto y mejores beneficios, como el hecho de darle alojamiento cerca al estadio Lolo Fernández, donde se entrena el equipo femenino. Ella aceptó, pero no con el objetivo de quedarse mucho tiempo. A fin de año volverá al extranjero, posiblemente a España. "Regresé a Perú solo para los Juegos. Esa era mi meta", señala sin dejar de imaginar que tiene una medalla colgada en el cuello. 

Stefanni recuerda un poco su pasado y no puede evitar que sus ojos se humedezcan. "Este 2019 viene siendo el mejor año de mi vida, el que le ha dado sentido a todo mi esfuerzo. Yo les prometí a mis padres que algún día iba a jugar por Perú y ahora ellos me ven en los Panamericanos", dice. 

Así como ella, las chicas del equipo femenino soñaban con subirse al podio en los Juegos, a pesar de ser conscientes de lo difícil que era. No lo pudieron lograr, pero lo que hacen por practicar el deporte en un país en el que no es profesional y se recibe poco apoyo, tiene un valor incalculable. Es para celebrar como un gol histórico. 

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