En la cima de una espesa montaña de Amazonas, los chachapoyas construyeron hace mil años una pequeña ciudad llamada hoy Purunllacta de Soloco. El lugar era una especie de fortaleza: sus muros de piedra y sus estrechos ingresos hacen pensar que se trataba de un territorio casi inaccesible.
Para ascender a la cumbre, se debe caminar más de tres horas desde el distrito de Soloco, en Chachapoyas. Arriba, la vegetación oculta una ciudad de piedra. Hay murallas y recintos circulares que durante siglos no pudieron contra el monte.
Desde agosto del 2014, un equipo de arqueólogos investiga por primera vez este sitio y ha logrado desenterrar dos vasos ceremoniales de plata conocidos como aquillas. Los incas se valían de estos utensilios para celebrar sus rituales.
El arqueólogo estadounidense James Crandall, de la Universidad de Florida, asegura que hasta antes del descubrimiento solo se presumía sobre la llegada de los incas y de los españoles hasta Purunllacta de Soloco. En otros sitios chachapoyas sí había pruebas, pero con el descubrimiento de las aquillas, ambas incursiones se confirmaron.
Refuerzan esta idea el hallazgo de cerámica inca, de objetos europeos y hasta de los restos de lo que sería una iglesia colonial construida en el antiguo territorio de los chachapoyas.
¿Qué tienen de peculiar estos vasos de plata que aportaron pruebas sobre las dos conquistas a este pueblo? En las aquillas se observa a cuatro parejas de hombres y mujeres vestidas con indumentaria imperial y usando sombrero español. Con ello, para Crandall, es muy probable que estas fueran enterradas entre 1536 y 1580, años de la ocupación española.
Federico Kauffmann, estudioso de la cultura Chachapoyas, afirma que no es normal encontrar aquillas en estos pueblos prehispánicos. Sin embargo, para el experto no es raro que los personajes graficados en las aquillas usen indumentaria inca y española a la vez, porque treinta años después de la conquista los nativos producían keros de madera con influencia española.
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