Si desea llegar al puesto donde Jackelin, Pedro y otros agricultores de Huaraz ofrecen sus productos, debe buscar el stand del Fondo Ítalo-Peruano, dentro de El Gran Mercado de Mistura. (Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Si desea llegar al puesto donde Jackelin, Pedro y otros agricultores de Huaraz ofrecen sus productos, debe buscar el stand del Fondo Ítalo-Peruano, dentro de El Gran Mercado de Mistura. (Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Un equipo de seis personas termina de ordenar decenas de bolsas de tarwi [leguminosa también conocida como chocho]. Faltaba un día para el inicio de Mistura y tanto Pedro como Jackelin supervisaban todo desde su stand en El Gran Mercado.

“Es la primera vez que estamos en una feria así, hay un poco de nervios pero lo vamos a hacer bien”, me comenta Jackelin, agricultora del distrito de Pamparomás, provincia de Huaylas, departamento de Áncash. Pedro, por otro lado, viene del distrito de Mato, en la misma provincia.

—Cuéntenme un poco sobre sus pueblos. ¿Cómo son?
Jackelin: El mío tiene tres partes: costa, sierra y selva. Somos una comunidad de 75 personas y en nuestra tierra cultivamos trigo, habas, cebada, alverja, oca, olluco y tarwi.
Pedro: Yo vivo en una zona más turística, cerca de los nevados. Cada vez que despierto lo primero que veo al salir es al Huascarán y Huandoy, ellos me dan los buenos días [risas]. En mi pueblo viven unas 500 personas y cultivamos todo tipo de cereales: maíz, trigo, cebada; además de papa, oca, olluco y tarwi.

—Y en condiciones normales, ¿de qué volumen es la cosecha anual?
J: Nosotros tenemos unas tres hectáreas para la comunidad, de ahí salen unos 1.500 kilos. Además, cada uno tiene su propia tierra, que produce otros 500 kilos para cada familia.
P: Nosotros de 1.000 a 1.500 kilos, más o menos, para todo el año, aunque esta vez fue de pérdida...

—El fenómeno de ‘El Niño’ impactó en su región.
P: Y casi no tuvimos ingresos, la mayoría de terrenos fueron arrasados.
J: Nosotros tampoco cosechamos nada, hemos perdido el 90% de nuestras cosechas. Apenas salió un kilo o medio kilo por familia, eso solo alcanza para recuperar las semillas para la siguiente cosecha. Una buena cosecha implica tener dinero todo el año. Pero hay que aceptarlo, lo importante es que ahora queremos continuar. Ir adelante, sembrando la tierra y esperando que salga mejor porque ni ‘El Niño’ nos quita la sonrisa.

—¿Qué hicieron ante eso?
P: Uno debe sacrificarse.
J: Lo importante es alimentar a los niños, nosotros los adultos nos podemos pasar la saliva y guardar semillas para la otra temporada.
P: Pero acá muchos no valoran el sufrimiento del campesino.

—¿Por qué cree eso?
P: Comenzando por la presencia del Gobierno, ellos se han olvidado del agro. Los agricultores estamos a un lado. Nosotros, los campesinos, mantenemos a la ciudad.
J: Claro, no habría vida en la capital sin los productos de la provincia.

—Quizás muchos desconocen todo lo que hacen, cuéntenme sobre un día de trabajo...
J: Sí, eso es cierto. Yo me levanto a las 3:00 a.m. para preparar el desayuno de mis niñas antes de que vayan al colegio, salgo hacia la chacra a las 5 o 6 de la mañana. Luego preparo el almuerzo, cuido a mis animales y estoy de regreso en casa a las 8 o 10 de la noche para descansar un poco.
P: En mi caso, me levanto a la una o dos de la mañana como máximo porque debo regar mis tierras. Trabajo durante todo el día allí y llego a las 10 u 11 de la noche. El trabajo en la chacra debe ser en equipo, hombres y mujeres juntas.
J: Como cuando sembramos papas, los hombres van arando, las mujeres ponen las semillas y los niños se encargan de botar la basura.

—¡Prácticamente no duermen!
J: Los campesinos no tenemos horario. Si terminas temprano, estás en tu casa a las 7:00 p.m. y te levantas a las 4 o 5 a.m. Aunque con el último fenómeno yo ni podía dormir...

—[Silencio]...
J: Solo podía pensar en cuidar a mis niñas, si se morían mis animales o perdía mis tierras, bueno… no importaba tanto como las niñas. Recuerdo escuchar el agua corriendo a los lados de mi casa. En un momento así lloras, reniegas, piensas en Dios...
P: Te desesperas, estás estresado viendo cómo se va todo el trabajo. Pero en la agricultura no trabajamos solo para ganar, sabes que hay cosechas en las que ganarás y otras en las que perderás.
J: Al final solo te queda salir adelante.

—Recuerdo que muchos decían que “los damnificados deciden vivir en zonas de huaicos”. ¿Eso pasó en su caso? ¿Es común que pase esto?
J: No, este último fue terrible. Las gotas eran gigantes, rompían las calaminas, el agua reventaba contra las paredes, había huaicos, el viento despegaba los adobes, no podíamos trasladarnos. Por eso se perdieron los cultivos, los animales murieron, se han perdido unas 15 viviendas en mi comunidad. En mi caso perdí a una vaca, solo me quedan 8 de mis 24 carneros y dos de mis tres chanchos, el resto se murió con ‘El Niño’.
P: Al lado de mi pueblo hubo un gran deslizamiento de tierra, hizo que mi comunidad se asustara muchísimo porque en cualquier momento nos tocaba. Solo quedan 4 o 5 de las 10 vacas que teníamos. Mis paisanos no sabían qué hacer, nunca había pasado algo así. No podíamos movernos porque el camino por donde debíamos ir había sido arrasado por el huaico.
J: Antes todo era natural, este año ‘El Niño’ nos quería inundar.

—Es increíble que pese a todo eso mantengan la sonrisa...
J: A la gente hay que mostrarle tu mejor sonrisa. Puedes estar estresado, llorando por dentro, pero nadie ve tu corazón; mi hija murió a los 3 años, pero cada vez que salgo hago un esfuerzo por poner la mejor cara. Cuando llego a mi casa es muy triste, pero no podemos perder la sonrisa.
P: Nosotros no podemos quedarnos de brazos cruzados, si no sigues adelante no puedes o ganar o perder, solo perderás. Poco a poco se sale adelante. Por ejemplo, en nuestro pueblo antes no había un colegio con educación secundaria, nosotros lo construimos. Eso se hace ante los problemas, ante las necesidades.

—Ahora, lo poco que salvaron están vendiéndolo en esta feria.
J: Sí, con ayuda de la ONG Árbol de la Vida y del Fondo Ítalo-Peruano vendiendo tarwi.
P: Muchos no conocen lo bueno que es el tarwi pero acá les explicaremos que, por ejemplo, tiene 47% de proteínas, es mejor que la quinua, la soya o la carne. Es cuestión de conocer.

Contenido sugerido

Contenido GEC