Hubo un tiempo en que algunos comuneros de Siusa preferían no volver al lugar donde nacieron. Mario Curo Yapo, uno de los hombres más respetados de la comunidad, lo explica sin rodeos: los que no querían regresar era porque sentían vergüenza. Vergüenza de ver que sus paisanos aún vivían junto con sus cuyes al interior de sus casas, que bebían del agua directa de los manantiales y de los ríos, y que lucían despreocupados, pese a no contar con servicios básicos como un baño o un lavadero.
Era inicios de la década de los 90. Curo Yapo nos dice que quienes hacían esos comentarios eran los que habían experimentado vivir en ciudades más grandes y modernas como Cusco o Lima. “Nos dimos cuenta de que nos faltaba ordenar nuestras casas, priorizar la limpieza y sobre todo tener acceso al agua limpia”, recuerda este comunero de 48 años.
Hoy la situación es distinta. En los últimos 15 años, esta comunidad quechuahablante, ubicada en la cabecera del Valle Sagrado, en la provincia de Calca (Cusco), es un caso de éxito de cómo un pueblo, en base a organización y constantes capacitaciones, ha podido mantener y solventar su propio sistema de saneamiento básico y de cloración del agua. Al punto que ahora es común que reciban visitantes de otras provincias e incluso turistas extranjeros que buscan aprender su método de trabajo o simplemente vivir unos días como si fueran uno de ellos.
—Creación del sistema— Este Diario estuvo en Siusa a fines de noviembre. Está a dos horas y media del centro del Cusco en auto, a unos 3 mil m.s.n.m. Es una de las 12 comunidades del distrito de San Salvador. Rodeado de montañas verdes, lo primero que uno alcanza a ver cuando se aproxima a Siusa son las pequeñas cabañas que van apareciendo en el paisaje, junto a reservorios de agua, hasta llegar a un letrero que dice “Welcome” a modo de bienvenida.
Reynaldo Quispitupa, ex alcalde de San Salvador, explica que el cambio en Siusa, y el distrito en general, comenzó en el 2003. Por entonces, querían darle un giro a una situación dramática: solo un 10% de las comunidades rurales contaba con agua, y esta ni siquiera era para consumo humano. El servicio llegaba a través de un sistema de tubos o pozos que, en sus palabras, era completamente desastroso. Entre las consecuencias más graves, estaban enfermedades como parasitosis o desnutrición para los menores que consumían ese líquido.
Quispitupa, que ha vuelto a ganar la alcaldía después de un período de ausencia, dijo que frente a ello decidieron buscar apoyo de entidades que cooperan con agua y saneamiento. Así fue que llegaron al programa Sanbasur, una iniciativa de la cooperación Suiza que, desde 1996, ayudaba en el Cusco a las comunidades que pretendían implementar sistemas de agua y saneamiento –hoy lo continúan haciendo a través del proyecto Saba–.
—Distribución de roles— La primero que hizo el entonces alcalde fue un diagnóstico de lo que se necesitaba. Sanbasur los iba a ayudar en la metodología de trabajo y estrategia de intervención. Los recursos los tenía que conseguir el municipio junto al gobierno regional y la comunidad beneficiada. El primer lugar donde se instaló el servicio fue Siusa, debido a la preocupación que expresaron los comuneros de que varios de sus niños se enfermaron de diarrea. La construcción del sistema de alcantarillado demoró un año y costó cerca de S/106 mil.
La captación del agua se hace por intermedio de los manantiales que se formaban en la parte alta de las montañas. Luego esta es conducida por reservorios donde pasa por un proceso de cloración para, finalmente, terminar en las casas de los comuneros. En promedio, el servicio cuesta un sol al mes por 50 litros. La comunidad tiene su propio gasfitero y se encarga de mantener el agua limpia y saludable.
Los encargados de supervisar y administrar el servicio son los miembros de la Junta de Administradores de los Servicios de Saneamiento (JASS). Desde la gobernación regional, destacan que la implementación de este programa tiene también un competente social y cultural: al principio, hubo resistencia porque los comuneros creían que el agua clorada les hacía daño.
Curo Yapo no forma parte del Ministerio Público, pero su cargo en el consejo directivo de la JASS es el de fiscal. A él acuden los comuneros cuando creen que algo raro pasa. En la casa de Curo Yapo, así como la de sus vecinos, se han acondicionado nuevas habitaciones. Uno de los orgullos de Siusa, además de contar con sus primeros profesionales (el primero de ellos fue un policía), es que cada vez llegan más turistas a quedarse con ellos.
—Más información— Puestos rotativos Los miembros de la Junta de Administradores de los Servicios de Saneamiento (JASS) de cada comunidad son cambiados cada dos años. Reconocimiento En el 2014, la comunidad de Siusa fue reconocida por Cáritas del Perú como modelo de desarrollo integral y sostenible en su sistema agrario. Cobertura en Cusco De acuerdo con cifras del gobierno regional, la cobertura de agua potable en zonas rurales es hoy del 76%.