(Foto: archivo)
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Ricardo León

Neider Jhonny Machacury Jota, un colombiano de 19 años, soltero y con educación primaria incompleta, fue detenido por la policía el 15 de abril de este año a pocos metros de un colegio estatal en la localidad de Soplín Vargas, perteneciente al distrito de Teniente Manuel Clavero, en Loreto. Para tener una referencia: se trata de un centro poblado remoto, ubicado a orillas del río Putumayo y a muy poca distancia de Colombia. En esa localidad, hay más ciudadanos colombianos que policías peruanos.

La presencia de Machacury llamó la atención porque, según policías de la comisaría de Soplín Vargas, cuyos testimonios fueron incluidos en la carpeta fiscal a la que accedió El Comercio, este conversaba con dos menores de edad e intentaba convencerlos de unirse a los grupos disidentes de las FARC que operan en distintos puntos de la frontera. Les ofrecía dinero e instrucción en el manejo de armas.

Machacury dio dos versiones. Primero, dijo que un cabecilla de las FARC, a quien identificó como ‘Comandante Sousa’, lo reclutó a fines de marzo de este año y lo obligó a captar a jóvenes peruanos. Según le dijo ‘Comandante Sousa’, debía llevar “cinco manes” (hombres) hasta un punto conocido como Caño de Pacora, a media hora en bote desde la comunidad de Puerto Veliz; si no lo hacía, lo mataría.

(Foto: cortesía)
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Días después, en esa comisaría, Machacury dijo que todo lo dicho lo había inventado porque los policías lo estaban “presionando y amenazando”.

Finalmente, fue trasladado a Iquitos y luego a Lima bajo fuertes medidas de seguridad. Ayer, el Poder Judicial dictó nueve meses de prisión preventiva para Machacury. Es acusado del delito de terrorismo en la modalidad de reclutamiento de personas y captación de menores en grado de tentativa.

Marcelita Gutiérrez, titular de la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial de Lima, a cargo del caso, dijo a este Diario que Machacury podría ser sentenciado a entre 25 y 30 años de cárcel. “El solo hecho de buscar captar menores ya es un delito grave, muy aparte de que sea un integrante activo de las FARC o con alguna vinculación indirecta”, explicó la fiscal.

—Frontera violenta—

Lo que encontró el equipo del Ministerio Público que días atrás se desplazó hasta Soplín Vargas grafica la tensión que se vive en ese territorio.

Según la fiscalía, el 12 de abril, tres días antes de la captura de Machacury, una mujer de iniciales S.R.L. denunció a la policía que la noche anterior un cuñado suyo, menor de edad, había sido obligado a acudir a una casa abandonada por exigencia de una mujer conocida como ‘Magaly’. Lo llevaron luego a un sector llamado Basurero (todo en territorio peruano), donde se topó con 11 hombres encapuchados y armados. Le dijeron al menor que debía regresar con más jóvenes, o lo asesinarían. Apenas regresó a casa, se lo contó a su cuñada. Tras la denuncia, la policía reforzó la vigilancia en la zona y así fue atrapado Machacury.

En la diligencia fiscal fueron apareciendo otros casos similares, todos recientes. El más grave fue el que denunció F.G.C. Según la carpeta fiscal, el 9 de marzo, él jugó un partido de fulbito con varios vecinos, uno de ellos llamado Richar Abarca Lloris. Luego, comenzaron a tomar. Abarca le preguntó a F.G.C. si quería unirse “a la guerrilla”, y que le iban a dar dinero y armas. Después, se quedó dormido. Cuando despertó, estaba en un punto cercano al pueblo de Pacora. Fue llevado hasta un sector donde lo recibieron ocho hombres armados. Según lo que F.G.C. contó, el jefe del grupo dijo: “Uno más que se une”. Él se negó, dijo que quería regresar porque tenía familia. El jefe del grupo le dijo que si escapaba lo matarían o atacarían a su familia. Fue secuestrado durante diez días. En uno de los desplazamientos, huyó.

Ante las autoridades, F.G.C. dio los alias de varios de los sujetos: ‘Comandante’, ‘Blanco’, ‘Teo’, ‘Indio’, ‘Grillo’.

El 2 de abril, la amenaza se cumplió. Los hombres armados fueron a su vivienda a buscarlo. No lo encontraron, pero sí a su hermano, L.G.C., y se lo llevaron a la fuerza. Este logró escapar por el río, pero le dispararon y ahora tiene una herida en el rostro.

Para la fiscal Gutiérrez, todo encaja dentro del mismo patrón y dentro de las mismas fechas: entre marzo y abril, antes de la captura de Machacury, el lado peruano de la frontera fue invadido por remanentes de las FARC. Una amenaza concreta y comprobada.

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