El año 2023 inició con lluvias e inundaciones por el fenómeno El Niño Costero y el ‘ciclón Yaku’ que ninguna institución peruana tuvo capacidad de prever. Para la mitad del año, el invierno apenas se sintió con altas temperaturas de hasta 25,6°C en Lima Metropolitana y cultivos seriamente afectados por el clima inusual. Las expectativas para lo que queda del año tampoco son alentadoras para el Perú mientras el calentamiento del Océano Pacífico rompe récords históricos.
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Agosto puso en evidencia que las temperaturas que estamos viviendo no son normales: fue el mes más cálido desde que se tiene registro en Sudamérica, Norteamérica, Asia y África y, por quinto mes consecutivo, marcó un pico en la temperatura superficial del mar (TSM), de acuerdo con datos de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, por sus siglas en inglés). Aunque el anticiclón del Pacífico Sur ha dado una tregua al Perú y ha permitido el descenso de temperaturas en la costa sur y central, las proyecciones indican que El Niño Oscilación Sur (ENSO, por sus siglas en inglés), llamado Niño global, podría tener un impacto importante en nuestro país.
Gino Passalacqua, doctor en Oceanografía y especialista en ciencias del clima y meteorología, explica a El Comercio que las predicciones de la NOAA hablan de al menos 1,5 °C por encima de lo normal en la TSM para la zona Niño 3.4, mientras que para la región Niño 1+2, más cercana al Perú, el calentamiento que se prevé es de 2 °C, según el European Centre for Medium-Range Weather Forecasts. “Pero la zona Niño 1,2 no captura la franja costera del país, donde se produce el mayor calentamiento y en el último verano se llegó a 6 °C y 7 °C por encima de lo normal”, explica.
A esto se suman dos factores que influyen en el impacto que pueda tener El Niño: la llegada de ondas Kelvin y el cambio climático. Solo sobre el primero, la proyección es que para octubre lleguen a la costa peruana tras viajar desde el Pacífico occidental, cerca de Indonesia, donde se generan. “Son ondas que transportan energía y permiten que la termoclina [capa dentro de un cuerpo de agua o aire donde la temperatura cambia rápidamente] se profundice y el volumen de agua cálida sea mucho mayor. Se originó a finales de julio y demora dos a tres meses en llegar a las costas peruanas. Esto, con el cambio de estación y el relajamiento del anticiclón del pacífico sur, facilita la formación de condiciones adecuadas para precipitaciones”, explica el especialista.
Entonces, ¿nos enfrentaremos a un evento extremo? La meteoróloga Elizabeth Silvestre Espinoza, doctora en Modelamiento Numérico en Ciencias Atmosféricas, sostiene que es pronto para definir intensidades de El Niño, pero es un hecho que el cambio climático ha alterado el comportamiento del evento en periodicidad, intensidad y frecuencia. “Hace años se decía que El Niño se presentaba cada cuatro o siete años, ya no es así”, indica.
El último reporte de la NOAA, del 14 de setiembre, indica que hay un 95% de probabilidad de que El Niño persista para la temporada enero a marzo del 2024, mientras que la probabilidad de que se trate de un evento “fuerte” se ha incrementado al 71% para el periodo noviembre a enero 2024.
En Perú, mientras tanto, la Comisión Multisectorial del ENFEN mantiene el estado de “Alerta de El Niño Costero” con probabilidad de que en la región Niño 1+2 se mantengan las condiciones cálidas fuertes hasta diciembre. En un comunicado emitido también el 14 de setiembre, informaron que “las magnitudes más probables de El Niño costero serían moderada (56 %) y fuerte (25 %)”, mientras que para el trimestre setiembre-noviembre de 2023 se esperan temperaturas del aire por encima de lo normal en toda la costa y lluvias por encima de lo normal en la costa norte y sierra norte.
Contra el tiempo
Aunque la intensidad de El Niño no ha sido definida, ambos especialistas consideran que el Perú está atrasado en los trabajos de prevención para evitar muertes y pérdidas materiales por lluvias, deslizamientos y huaicos. “Existe un comportamiento climático natural. Los ciclos estacionales de precipitación en el Perú van de noviembre a marzo. Con o sin El Niño, considerando la influencia del calentamiento del mar y el cambio climático, de todas formas debemos estar preparados” enfatiza Silvestre Espinoza.
Una de las herramientas claves es el Sistema de Alerta Temprana para eventos meteorológicos (SAT), cuyo proyecto se encuentra en manos de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC). En octubre del 2021, esta entidad firmó un contrato por 35 millones de soles con el Consorcio Alerta Perú. En abril pasado, ingresaron al país los dos radares meteorológicos y se anunció que “en los próximos meses” se iban a instalar en Piura e Ica a fin de monitorear y estimar lluvias intensas. El Comercio solicitó una entrevista con voceros de esta institución para conocer el avance del proyecto y si llega a estar operativo para este año, pero al cierre de la nota no contestaron.
De acuerdo con Silvestre, el monitoreo es apenas un componente que el SAT debería tener para que realmente ayude minimizar las pérdidas económicas, ecosistémicas y de vidas humanas. “No se trata de evacuar a la población en el momento. La ciencia existente permite saber con días y meses de anticipación cuándo y cómo serán las precipitaciones. Salvo los sismos, todos los eventos climáticos se pueden predecir con gran nivel de probabilidad”, añade.
En cuanto a obras de prevención en ríos y quebradas, el alcalde de Lurigancho - Chosica, Oswaldo Vargas, advierte que también hay una demora en la ejecución. En diálogo con este Diario, informó que la ARCC ha iniciado con 29 intervenciones de descolmatación en su distrito, uno de los más afectados por huaicos en Lima Metropolitana. “El problema es que eso no se termina en dos mes, debió empezar antes para que no nos agarre la lluvia”, dijo.
De acuerdo con el alcalde, la Autoridad Nacional del Agua - ANA también se han comprometido a instalar nueve barreras dinámicas en quebradas de Chosica. Se trata de mallas de acero diseñadas para contener el material sólido que se desprende de los cerros ante lluvias fuertes. Sin embargo, asegura que se necesitan otras 16 nuevas para proteger todas las quebradas vulnerables de su jurisdicción y limpiar 20 existentes para evitar que las rocas y piedras acumuladas terminen sobre la zona urbana ante eventuales lluvias extremas.