La figuración descollante de un líder regional en la reciente edición de CADE ha correspondido al anfitrión, el gobernador regional de Ica, Fernando Cillóniz. En entrevista con Fernando Vivas (El Comercio, 5/12/2015), Cillóniz dice que “los huevos del Perú están en Ica”.
La frase es coherente con la referencia al historiador Jorge Basadre y su clasificación de personas entre incendiados, podridos y congelados: Cillóniz no quiere estar entre ninguno de los grupos. “Yo no arrugo”, dijo.
Empresario a fin de cuentas, Cillóniz parecía sentirse como pez en el agua entre tanto líder del sector productivo presente. Es que Cillóniz es uno de los pocos gobernadores regionales que participaría en CADE sin necesidad de su actual cargo; el otro sería su similar agroexportador piurano Reynaldo Hilbck, gobernador regional desde enero de este año.
Hoy en otros roles, Cillóniz es un buen ejemplo de lo complejo que resulta administrar una región con tanto potencial como Ica, a pesar de las innegables credenciales técnicas y de la rebosante voluntad de su máxima autoridad.
Hombre creyente, Cillóniz inició su exposición con una versión particular de la católica trinidad. “Agua, salud y seguridad ciudadana”, dijo, mientras se hacía la señal de la cruz. La alusión religiosa no es casual: el gobernador regional de Ica ha narrado el vía crucis que es lidiar con el MEF: lo ha llegado a calificar de “indolente”. “Alonso Segura no me atiende, es horrible”, ha continuado Cillóniz, extrañado por la indiferencia, luego de nombrar a predecesores de Segura en el MEF, que a su juicio, eran “muy buenos ministros de Economía”.
Si Cillóniz, una personalidad con figuración mediática previa a su elección y con extendidas conexiones en las élites política y económica, recibe este trato, no es difícil imaginar cómo le irá a Rubén Alva Ochoa. “¿A quién?”, se preguntarán, extrañados, en el MEF, como cuando a Javier del Águila Pezo, el alcalde de Yurúa –en la provincia de Atalaya, región Ucayali, en la frontera con Brasil– le piden ubicar su distrito en el mapa. Alva, para que tomen nota en el MEF, es el gobernador regional de Huánuco desde enero de este año.
Político circunstancial (una “decepción” como político, en sus propias palabras), Cillóniz ha puesto –quizás sin quererlo– el dedo en la llaga. Al denunciar la indolencia de un ministerio tan poderoso en la gestión de los gobiernos regionales y locales, poblado la mayoría de veces de funcionarios más cerca de indicadores que de realidades tangibles, Cillóniz hace notar el divorcio que suele existir entre la gestión macroeconómica nacional, estricta y rígida, y la atención cotidiana de necesidades y problemas, que muchas veces exige imaginación y flexibilidad. He aquí el valor de lo dicho por Cillóniz: en su boca, la de un indudable defensor de la estabilidad del modelo económico, quizás la queja suene menos subversiva.
¿Es Segura, como dice Cillóniz, particularmente indolente? ¿Es un problema con nombre y apellido? ¿O es una característica natural y entendible de una administración pública con más preocupación en números que en personas? Habrá que preguntar a sus colegas de regiones más distantes que Ica. Regiones donde quizás hay menos huevos (la avicultura es viable en la costa y la selva), pero a las que no les falta esa “posibilidad” de la que también hablaba Basadre.