Hay dos maneras de medir la vida diaria en Madre de Dios desde la estadística. Una es a través del Indicador Compuesto de Actividad Económica (ICAE) del Instituto Peruano de Economía.
Este análisis revela que “en el segundo trimestre del 2015 Madre de Dios registró el mayor crecimiento del ICAE a nivel regional con 29,7%. Dicho resultado, muy por encima del promedio nacional, se explica por menores interdicciones a la minería ilegal en la región, lo cual permitió la recuperación de la producción de oro”. En otras palabras: a menos interdicciones, más oro; a más oro, mayor riqueza.
Pero también se puede medir desde una incómoda ecuación: a mayor riqueza, más criminalidad. El investigador Martín Arana recopiló cifras recientes que demuestran que el lado ilegal de la minería (que es el mayoritario) ha generado una corriente delictiva alarmante.
Según estadísticas del Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana, del Ministerio del Interior, Madre de Dios tiene un índice de 20,1 homicidios por cada 100 mil habitantes (la segunda región después de Tumbes, con 23 por cada 100 mil). Madre de Dios, la región menos poblada del país, tiene un índice que triplica el promedio nacional de 6,7 homicidios por cada 100 mil habitantes. Incluso más que el Callao (14,8%), declarado recientemente en emergencia.
Arana apunta que en la medición realizada entre ciudades capitales no figura Puerto Maldonado (capital de Madre de Dios), lo que indica que los crímenes se cometen lejos de las ciudades; en este caso, en las zonas de explotación minera ilegal, en donde no llegan la policía, la ley ni la justicia.
No todo lo que es oro brilla
Hay varios factores que explican estos índices de criminalidad en la región, pero todos llevan a lo mismo: el desarrollo frenético de la minería ilegal y el difícil control en zonas prácticamente inaccesibles.
Víctor Zambrano Gonzales, presidente del Comité de Gestión de Bosques de la provincia de Tambopata, comenta que cada vez es más difícil la tarea de conservar los bosques de esta región megadiversa debido al ímpetu expansivo de los mineros ilegales.
[Lea más en nuestra edición impresa]