MARÍA ISABEL GONZALES
El puerto de Laberinto se ubica en el distrito del mismo nombre, a una hora de Puerto Maldonado. Luego de las inundaciones que continúan desde hace diez días, este terminal ha desaparecido. Aunque el panorama es dramático, la población de Laberinto se aferra a sus pertenencias y permanece en sus casas y negocios con el agua hasta los hombros.
“De noche vienen a robar, por eso nos quedamos. ¿A dónde vamos a ir? Aquí está nuestro negocio, esto nos da de comer”, dice Luz Pilar desde el segundo piso de su casa de madera.
Apaza vive junto a su esposo y dos hijos en una calle muy comercial de este distrito en el que sobre todo se vende oro.
Rosa Cecilia Torres también se resiste a dejar su negocio de venta de repuestos para motos. “¿Cómo voy a dejar de trabajar, si aquí no ha llegado ninguna ayuda? Hace tiempo se habla de poner defensas ribereñas y recién cuando pasa esto todos se preocupan”, se queja Torres.
El alcalde del distrito, Miguel Velarde, quien también está tratando de sacar muebles de su casa inundada, señala que no ha llegado ninguna ayuda para los 2.390 afectados de su jurisdicción. “Dicen que la carretera Cusco-Puerto Maldonado está bloqueada y que por eso no llegan los víveres”, dice Velarde.
Alerta sanitaria
La doctora Gloria Puma atiende en el puesto de salud del refugio del jardín de niños en Pueblo Viejo (Puerto Maldonado). Ella cuenta que entre los casos más recurrentes destacan las micosis en diversas partes del cuerpo, pues la gente ingresa al agua que está mezclada con residuos de los pozos sépticos.
Luis Asencios, director regional de Salud de Madre de Dios, indicó que están vigilando cómo se manipula el agua en los albergues y capacitan a pobladores de otros distritos y caseríos para evitar el dengue.
“Sería ideal que hubiera baños químicos, pero nuestro presupuesto no da para eso”, dijo.