¿Hacia la tercera guerra mundial?, por Francesco Tucci
¿Hacia la tercera guerra mundial?, por Francesco Tucci

El presidente estadounidense, , viene demostrando su vena más intervencionista a pesar del claro programa aislacionista que presentó durante la campaña electoral. Las crisis internacionales han tocado la puerta de y la potencia hegemónica ha tenido que reaccionar. Ante dicha situación, preocupa que el peso adquirido en la administración norteamericana por los generales privilegien las soluciones militares en detrimento de las diplomáticas. Ya es conocida la de aumento del presupuesto militar en 54.000 millones de dólares a la par de un recorte del presupuesto del Departamento de Estado.

Actualmente, EE.UU. mantiene fuertes tensiones con Rusia, un mayor involucramiento en la y una fuerte presión sobre para que abandone su programa nuclear. Esta escalada preocupa a la opinión pública, pero ¿acaso estamos cerca de un nuevo conflicto mundial?

Analizando fríamente los escenarios de crisis, estos evidencian riesgos de conflictos; sin embargo, es poco probable que una tercera guerra mundial se inicie abruptamente. 
Las tensiones entre EE.UU. y Rusia datan de la disolución de la Unión Soviética (1991), cuando la OTAN y la Unión Europea (UE) empezaron a reclutar países otrora socialistas.

Con la pérdida de la profundidad estratégica por parte de Rusia al quitársele sus estados “almohadas”, se añade una nueva provocación estadounidense con el proyecto revisado de la “guerra de las galaxias”. Se trata de la realización en Europa de un sistema de defensa antiaérea contra los misiles nucleares que resta eficacia a la disuasión proveniente de Rusia y China.

Con el ascenso de Putin (2000), Moscú ha reaccionado progresivamente a estas políticas occidentales, llegando a la ocupación de Crimea (2014) y a fomentar el conflicto civil en Ucrania para evitar su ingreso en la UE.

Factores geopolíticos, económicos y el ‘Russiagate’ –la sospecha de la intromisión rusa en las últimas elecciones norteamericanas– incrementan la tensión entre los dos países. No obstante, tratándose de dos potencias nucleares que poseen alrededor de 7.000 ojivas cada una, es difícil prever un enfrentamiento directo. La disuasión sigue vigente a pesar del sistema antimisiles mencionado que podría ser “perforado” por bombarderos y submarinos estratégicos.

Pasando a la , la guerra por delegación para destituir a     –empezada en coincidencia con la Primavera Árabe– se ha complicado notablemente. El ex presidente Barack Obama no mantuvo una postura clara durante mucho tiempo, lo que permitió el reforzamiento del . En la actualidad, en Siria operan varios actores internacionales con agendas muy distintas. Rusia, que no quiere perder el puerto de Tartus (su único acceso directo al mar Mediterráneo) y su renovada influencia en Oriente Medio. Turquía, que contrasta al régimen sirio y la formación de un estado kurdo. Irán, que apoya al aliado chiita Asad. Y, finalmente, EE.UU. Después del bombardeo químico en Jan Sheijun atribuido al régimen de Asad, Trump ha cambiado sus planes: la destitución del dictador es una prioridad junto a la aniquilación del EI. En este contexto, EE.UU. y Rusia terminarán repartiéndose las zonas de influencias y la principal amenaza internacional será el terrorismo yihadista.

Un escenario más peligroso para la paz desde hace tiempo es más bien el norcoreano y la ambición de de disponer de misiles nucleares intercontinentales para evitar invasiones como correlato de la ideología ‘Juche’, una visión socialista con rasgos autóctonos que pone mucho énfasis en la autodefensa y en la primacía de lo militar encima de lo político. El choque entre dos personalidades temperamentales, la suya y la de Trump, constituye un serio peligro. La actual y oculta mediación de China, único aliado de Pyongyang, será determinante para solucionar esta crisis, dominada por provocaciones y desinformación, como la real posición del portaaviones Carl Vinson.

El ascenso del populismo en EE.UU. y su difusión en Europa, la propagación del terrorismo yihadista, junto a escenarios de crisis ya existentes, determinarán probablemente una escalada de tensiones geopolíticas cuyo manejo cuidadoso será fundamental para preservar la paz mundial. 

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