Una Navidad distinta vivirán cientos de venezolanos en Tumbes. A pocas horas de la Nochebuena, algunos permanecen en el Centro de Atención Fronteriza (Cebaf) sin dinero y resignados a pasarla a la intemperie, otros esperan un bus que los traslade a Lima u otras ciudades del país, y hay quienes han tomado las calles del centro de la ciudad para vender zapatillas, un café caliente, carteras o cualquier otro artículo que les permita llevarse unas monedas a los bolsillos.
María Mota, por ejemplo, partió de Falcón el miércoles último y acaba de ingresar al Perú junto con su hija, su nieto Armando y su engreída María Fe, quien sufre de parálisis cerebral y vive postrada en una silla de ruedas. Ellos cruzaron en bus Colombia y Ecuador en cinco días.
“Ha sido durísimo llegar hasta aquí, pero al fin llegamos. Lo importante es que seguimos juntos. Hoy nos toca vivir una Navidad distinta, pero sabemos que saldremos adelante”, sostiene.
Adolfo Valero vende papel de regalo, cinturones y otros productos en el jirón Bolívar, en Tumbes. En Barinas ganaba tres dólares mensuales y decidió viajar al Perú junto con su esposa y su pequeña Isabel, de 11 meses. Aquí dice que gana unos 300 dólares y aunque no comerá el clásico pan con jamón y el pernil (pierna de cerdo horneada) de las navidades venezolanas, afirma que prefiere “estar aquí porque en Venezuela la situación es insostenible”.
La Navidad también será distinta para Juan Domingo Vásquez, de 52 años. Sentado sobre una montaña de maletas, en el terminal terrestre de una agencia de transportes, en Tumbes, recuerda con nostalgia a su esposa y a su hija de ocho años.
“Además de pedir por ellas y los míos, el único regalo que quiero ahora es conseguir trabajo en Perú para poder traerlas”, confiesa.