La superficie de cultivos de hoja de coca en el Perú aumentó de 44.000 hectáreas, en el 2016, a 49.800 hectáreas, en el 2017, según la Oficina de Política para el Control de Drogas de la Casa Blanca. (Foto: El Comercio)
La superficie de cultivos de hoja de coca en el Perú aumentó de 44.000 hectáreas, en el 2016, a 49.800 hectáreas, en el 2017, según la Oficina de Política para el Control de Drogas de la Casa Blanca. (Foto: El Comercio)
Enrique Vera

Con el índice derecho, Santos apunta una plantación cualquiera y traza un espacio en el aire. La camioneta con la que trabaja nos lleva de Huachocolpa a Surcubamba (Huancavelica), donde ahora vive. Ya no le importa, pero hace cinco años perdió una chacra en Vizcatán del Ene (Junín) como la que ha señalado. Era una hectárea donde sembraba hoja de coca con sus primos. Cuando dejó esos cultivos, Santos estaba harto de pagar cupos por seguridad a la columna terrorista que opera al servicio del narcotráfico en esa parte del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).

El terreno de Santos era bueno y por eso cosechaba cada dos meses y medio. Además del cultivo de la hoja, a veces se dedicaba al ‘pozeo’, o sea a elaborar pasta básica de cocaína (PBC). Él y sus primos ganaban US$4 mil, en promedio, luego de cada cosecha. En el Vraem, una hectárea da casi 80 arrobas de hoja de coca, es decir, poco menos de una tonelada. Una arroba equivale a 11.5 kilos. Un kilo de PBC cuesta entre US$800 y US$1.000, y por arroba de hoja se paga de S/100 a S/120. El precio de la cocaína está entre US$1.000 y US$1.200. Esa es la dinámica de la economía en el valle.

La ruta que sigue Santos hacia Santo Domingo de Acobamba (Junín) une algunas localidades que forman parte del corredor de droga entre Vizcatán del Ene y Huancayo. La chacra que dejó está cerca de esa zona por donde transitan terroristas resguardando el paso de ‘mochileros’ del narcotráfico. Dice que los cultivos de coca allá siguen ocupando una hectárea, pero sabe que hoy producen cinco veces más. De hecho, la producción de cocaína aumentó en el ámbito nacional.

El Comercio recorrió algunas localidades que forman parte del corredor de droga entre el distrito de Vizcatán del Ene y la ciudad de Huancayo, en Junín. (Foto: Alonso Chero)
El Comercio recorrió algunas localidades que forman parte del corredor de droga entre el distrito de Vizcatán del Ene y la ciudad de Huancayo, en Junín. (Foto: Alonso Chero)

Según el último reporte de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca (Ondcp), las hectáreas de hoja de coca en el Perú pasaron de 44.000, en el 2016, a 49.800, en el 2017. Además, la Casa Blanca informó que la producción potencial de cocaína creció de 410 a 491 toneladas, en el mismo período. Se trata de un incremento de 20% y de la cifra más alta durante los últimos 25 años.

La superficie de coca en el Perú hacia el 2017 (49.800 hectáreas) es similar a la del 2011 (49.500 hectáreas). Sin embargo, en el 2017 se elaboraron 181 toneladas más de cocaína respecto del 2011. Es decir, se usó menos hoja de coca para la producción de más cocaína. Al parecer, hubo un mayor refinamiento en los procesos de elaboración.

El especialista en temas de narcotráfico y seguridad pública Pedro Yaranga opina que en el suelo peruano la hoja de coca obtiene mayor alcaloide, sobre todo en los distritos ayacuchanos de Palmapampa y Llochegua, así como en Vizcatán del Ene. “Por eso se hace más droga con menos hoja. Hay suelos especiales para la coca y no para otros productos”, anota.

Otra causa del incremento que Yaranga destaca es la falta de control y seguimiento en las zonas donde hubo erradicación: la selva de Puno o parte del Alto Huallaga. Incluso, en sectores donde no había coca como Mazizea, en Ucayali, según sostiene.

—El factor Vraem—

Estados Unidos remarcó en su reporte que la mayor producción de cocaína estuvo en el Vraem. Ahí se extienden más de 20 mil hectáreas de hoja de coca y se elabora, aproximadamente, el 75% de la cocaína del país. El Vraem tiene 69 distritos, de los cuales nueve dependen de los cultivos de coca. El Ejecutivo nunca ha realizado labores de erradicación de cultivos de hoja de coca en el Vraem.

Carmen Masías, dos veces presidenta ejecutiva de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), explica a este Diario que hubo una falta de decisión política para trabajar el Vraem en sus temas más urgentes. En su primer periodo, cuando tenía lista una estrategia en que comulgaban la represión contra el narcotráfico y el desarrollo de las 2.500 comunidades allí, el entonces gobierno de Ollanta Humala optó por la Reconversión Productiva. Este programa permite a los campesinos asociarse en grupos de 11 para que dejen sus cocales y trabajen una hectárea de otros cultivos. Por ello se les paga S/650 mensuales.

“Fue un desastre. Los cocaleros recibían el dinero pero llevaban sus sembríos a otros lados. No se ha llegado ni a 500 hectáreas de reconversión. La meta era 5.000. Eso aumentó enormemente los cultivos”, dice.

Antes de dejar Devida, en julio, Masías entregó el Plan Estratégico para el Desarrollo del Vraem. Sin embargo, esta iniciativa tampoco se llegó a ejecutar. El mes pasado, el Ejecutivo aprobó la Estrategia de Intervención para el Desarrollo del Vraem, elaborada desde que el ex viceministro de Orden Interno Rubén Vargas asumió la jefatura de Devida. Vargas considera que es un plan “con estrategias integrales contra la pobreza para enfrentar al narcotráfico”.

“El problema allí es la desnutrición, también la falta de atención en salud y en educación. No puede estar presente el componente de seguridad sin los actores sociales, productivos”, refiere.

Pedro Yaranga subraya que, con esta nueva estrategia, Devida se aleja de su real encargo como ente rector de la lucha contra el narcotráfico, y atiende a políticas que no son estrictamente de su responsabilidad. A su juicio, no está bien definido el componente de seguridad pues, entre otros detalles, la estrategia no contempla un plan de erradicación. Días atrás, Vargas dijo a El Comercio que si bien la erradicación cumplía un papel muy importante, ahora el trabajo está enfocado en llevar desarrollo al Vraem.

“En el Vraem, los distritos no son homogéneos, sus problemáticas no las definen el narcotráfico ni el terrorismo. Hay zonas donde ni uno de los dos está presente”, puntualizó.

Yaranga augura que con este panorama las cifras de producción de cocaína y las áreas de cocales seguirán en aumento.

—En puntos—

Ruta. Los distritos que forman parte del corredor de la droga en el norte del Vraem son Vizcatán del Ene, Santo Domingo de Acobamba, Huancayo (Junín), Tintay Puncu, Surcubamba y Matibamba (Huancavelica).

Cupos. El grupo terrorista que opera en ese corredor cobra US$4 por el paso de cada 'mochilero' del narcotráfico, y US$50 por resguardar cada kilo de droga que este lleve. Un 'mochilero' no lleva más de 12 kilos. Además, cobra unos US$ por custodiar cocales.

13 regiones del Perú - que comprenden unos 164 distritos - están vinculadas con el cultivo de hoja de coca, según los últimos reportes oficiales.

52 toneladas de droga fueron incautadas durante el 2017 en el Perú. En el curso de este año, ya son unas 50 toneladas las que se han decomisado.

-Posición de Devida- El reporte de la Oficina de Control de Drogas (ONDCP) de Estados Unidos, emitido el pasado 2 de noviembre, señala que la producción de cocaína en el Perú alcanzó las 491 toneladas en el 2017. Sin embargo, estos datos omiten la producción de hoja de coca que se destina al consumo lícito en el país.

Según las estimaciones, con esta producción para fines lícitos se podrían elaborar 42 toneladas de cocaína. Puesto que estas hojas de coca nunca se transformaron en cocaína, la producción estimada podría ascender a 449 toneladas, y no al volumen señalado.

Por otro lado, el reporte que indica que el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) es el mayor productor de cocaína en el Perú coincide con diversas estimaciones que señalan que entre el 75% y el 80% de la cocaína del país se producen en este valle.

Consciente de la necesidad de revertir esta problemática, el Gobierno aprobó la Estrategia Vraem 2021. Mediante esta, la Presidencia del Consejo de Ministros encarga a la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) liderar una estrategia multisectorial de desarrollo para el valle.

Para Devida, la estrategia Vraem 2021 ofrece un marco idóneo para promover que diversos actores –y en particular aquellos con los que compartimos la responsabilidad de la lucha contra las drogas– orienten sus esfuerzos a brindar oportunidades que, de manera sostenible, aseguren la gobernabilidad del Vraem y del Perú.

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