No son días propicios para la moderación y la sensatez. La hoguera de la polarización reclama furia, cancelación y ninguneo. Dando la contra a esta corriente tóxica, la historiadora Carmen Mc Evoy repasa con serena lucidez las apremiantes horas que vivimos.
—Estos días hacen pensar en Huáscar y Atahualpa. ¿Llevamos lo infraterno en nuestro ADN? ¿Es inevitable el canibalismo?
Nada es inevitable. Pero el presente convulso hace pensar en Atahualpa mandando asesinar a su hermano e incluso en la lucha igualmente fratricida entre Pizarro y Almagro, con un crimen palaciego inaugural de por medio. Como no recordar la guerra entre caudillos cuyo sistema patrimonialista detonó con el asesinato del presidente Balta por orden de sus verdugos; los golpistas hermanos Gutiérrez, cuyos cuerpos semidesnudos terminaron colgados de las torres de la catedral del Lima. Es una historia en la cual lo que prima es la lucha- a muerte- por el poder, y donde el trabajo en equipo- en aras del bien común- es siempre el gran ausente. La cultura de la guerra que es nuestra marca de origen nos sigue definiendo, impidiéndonos ser lo que algunos republicanos, bastante idealistas, imaginaron luego de la independencia y plasmaron en esa frase que ahora suena a una broma pesada: “Firme y feliz por la unión”.
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—La mayoría de los que votaron por Keiko Fujimori no son ni corruptos ni fujimoristas. Así como la mayoría de los que votaron por Pedro Castillo no son ni ignorantes ni comunistas.
La “cultura de la guerra” a la que me referí y que fue instalada muy tempranamente en la psique nacional, impuso una mirada dicotómica del mundo. Vino junto con un vocabulario compuesto de opuestos (amigo/enemigo, bueno/malo, moral/ inmoral, decente/indecente, civilizado/bárbaro, entre otros más) que todos, hasta los más ilustrados, han aceptado a pie juntillas. Pienso, por ejemplo, en la idea de civilismo malo leguiismo bueno y mira como terminó Leguía. Junto con ello se instituyó la idea que cada presidente entrante es un “salvador de la república” que promete destruir los males heredados de su antecesor, quien simboliza todos los horrores imaginables. Es un esquema simple pero potente que el senderismo llevó a la vesania más absoluta. La única manera de combatir esta mirada que elude la complejidad y la comprensión del otro es preguntándose cuales son las razones de los que no abrazan tus consignas o simplemente no votan por ti. Y no es porque sean malvados, fascistas o terrucos, sino que más bien se debe a una apuesta por un modelo distinto al tuyo, el cual- bueno, malo o regular- se proponen defender con su voto. Lo que si es imperdonable es el insulto y la degradación del adversario quien ejerce su derecho de pensar como mejor le parezca.
—Los sectores ultras están secuestrando el discurso público. ¿Hay cura para esto?
La cura viene de parte de los líderes políticos que como Fujimori y Castillo deben dar el ejemplo de civismo comprometiéndose a aceptar el fallo final del JNE, sea cual fuere, sin presiones y mucho menos amenazas de ningún tipo como el inaceptable golpe militar. Por otro lado, los opinólogos de las redes, donde se vive una guerra brutal que ha destruido amistades e incluso relaciones familiares, podrían empezar a pensar como les gustaría colaborar en la reconstrucción que se viene. Pienso que el “hacer” en el mundo concreto- por ejemplo, donar tu tiempo para una obra en bienestar del Perú- puede aquietar muchas mentes crispadas por la campaña presidencial y un largo confinamiento en carencia que dejará huellas profundas en nuestra salud mental. Espero que el nuevo presidente(a) potencie el voluntariado nacional que no solo permitirá reconstruir los lazos solidarios perdidos, sino tranquilizar los espíritus y alegrar los corazones con el acto de dar, una virtud ya casi olvidada por la cultura del robo y la corrupción instaladas por siglos en nuestra república.
A nivel personal la cura es el silencio. No contestar a la calumnia y la diatriba y seguir trabajando por el Perú impide que la violencia se expanda y prospere.
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—¿Qué ha sucedido con el centro?
El centro fue pulverizado. Si seguimos lo que ocurre en el mundo es un tiempo de polarización absoluta (incluso con el regreso de ideas anarquistas y fascistas) y en el Perú carecemos de una tradición política de centro moderado capaz de contener el embate. Además, quienes se asumieron como sus representantes no estuvieron a la altura de las circunstancias. Se requería un debate en torno a la democracia, pero también a una propuesta de reforma profunda de un modelo económico mercantilista y mafioso. Al moderado lo acusan de pecho frío, cobarde y carente de decencia, como ocurrió cuando alguien señaló por ahí que los periodistas decentes renunciaban a El Comercio, lo que significa que los indecentes nos quedamos. Nos hemos quedado con tanto o mas profesionalismo, patriotismo e independencia. Estos Comités de Salud Pública dictaminando quien es bueno o malo crecieron como mala hierba durante la campaña presidencial y espero sean desmantelados pronto, porque nada bueno puede surgir de esa visión simplista de la realidad.
—Lo que usted llama ¨la obscena desigualdad¨, ¿es un punto ciego que las élites solo visualizan cada 5 años?
Exactamente, cada quinquenio ese Perú coloreado de rojo aparece y cada cual lo analiza desde todos los lugares comunes imaginables, entre ellos el por todos conocido “Perú profundo” indignado que para mi resulta, a estas alturas, un jingle para desviar la atención en torno a nuestra bicentenaria desidia, indiferencia e irresponsabilidad. Porque lo que realmente duele es la indolencia de un Estado con recursos, pero incapaz de resolver las necesidades básicas de su población mientras piratas como Barata junto con sus socios peruanos-entre ellos varios presidentes- han robado no solo dinero sino la esperanza y el futuro de varias generaciones. Esas elites a las que usted se refiere deberían preguntarse, ahora que el mapa rojo está estampado en las puertas de sus casas, cual es su responsabilidad en la catástrofe sanitaria, social y moral que estamos viviendo.
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—Es alarmante pensar en un golpe de estado como solución práctica. ¿Qué pasó con aquello de almorzar no es pactar?
El golpe de Estado es parte de nuestra tradición política y en pleno Bicentenario muestra sus peligrosas fauces. Fueron cinco los golpes que ocurrieron en la primera década de la República si se tiene en consideración Aznapuquio, Balconcillo, el motín de Lima contra Monteagudo, la revuelta contra Bolívar (ausente) y el de Piura quebrando, desde nuestro nacimiento, la institucionalidad de un Estado que sobrevivió en la más absoluta precariedad. Respecto a la pregunta sobre la era perdida de una concertación forjada en una mesa con su respectivo plato de arroz con pollo, pienso que salvo honrosas excepciones el dialogo es visto como signo de debilidad e incluso como una reverenda tontería y por eso vemos que siempre se rompe. Más aún, “el enemigo” es incluso indigno de unas cuantas palabras que permitan entender como piensa y lo que es más importante como siente y que le hace daño. Cuando crees tener la verdad absoluta entre tus manos, ¿para qué vas a perder el tiempo corroborando lo que crees conocer al derecho y al revés?
—¿Cómo definiría la figura de Vladimir Cerrón?
Que Perú Libre haya ganado en Junín con la segunda votación mas baja en todo el país, muestra el desprecio que una buena parte de esa riquísima región andina – feudo y caja chica de su dueño y señor-le tiene a un exgobernador que lleva a sus espaldas 159 denuncias y una sentencia firme por negociación incompatible y aprovechamiento del cargo en beneficio personal. Lo cual, como es su costumbre, elude mediante maniobra y media. Para tal vez lograr, como lo indica el también enjuiciado por terrorismo y hoy flamante congresista de PL Guillermo Bermejo, ocupar un puesto en el probable gobierno de su pupilo Castillo, quien trata de alejarse de su mala sombra. ¿Lo logrará? El tiempo lo dirá. Lo cierto es que Castillo no debería vivir bajo la sombra de quien se le relaciona con la banda ´Los Dinámicos del Centro y eso es grave, pero es igualmente grave que el médico-gobernador no haya concluido los hospitales que hubieran colaborado a paliar el COVID en su región. Espero que, en aras de nuestra sobrevivencia como especie humana, no lo tengamos de ministro de salud.
—Usted ha escrito que el Perú ´es un lugar bello donde ocurren cosas horribles´. ¿Cómo se limpia este horror?
Apostando por la vida en todas sus expresiones y sembrando una actitud de veneración y respeto por ella en la escuela. Creo en el poder sanador de la naturaleza a la que debemos volver para reencontrarnos con el equilibrio que hemos perdido por correr unas veces tras el poder, otras tras el dinero en algunos casos mal habido. Pienso que esa “limpia” a la que se refiere parte de un cambio de actitud donde mi vida cuenta por lo que hago personalmente con ella, pero también de como la utilizo en servicio de los demás. La solidaridad que hemos visto en estos tiempos de peste donde la muerte nos ha confrontado con la enorme fragilidad que nuestra soberbia humana impide ver, indica que la tarea suprema es defender la vida con salud, educación, trabajo y esperanza. Una convicción, forjada en la adversidad, que puede ser el punto de partida para un profundo cambio de rumbo a nivel individual y colectivo, en aquello que se denomina un nuevo paradigma. Porque como decía el filósofo Santayana: “Solo los muertos han visto el final de la guerra”.
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“Estos cinco años que se vienen serán muy difíciles”
—¿Es el limeño privilegiado el único preocupado por un gobierno económicamente incierto?
Si la candidata Fujimori ha logrado ese nivel de votación, distante por cuarenta mil votos de Castillo, es porque, con todos sus defectos, el capitalismo ha calado en el Perú. A pesar que buena parte de los votantes naranjas reconocen la corrupción y el daño institucional que el fujimorismo ocasionó en nuestro sistema político, siguen apostando por preservar lo ganado con trabajo arduo. Y si todo el esfuerzo se lo llevó la peste apuestan por recuperarlo con políticas económicas que apunten a la reactivación. Existe un Perú pragmático y sumamente trabajador que piensa en términos de bienestar económico.
—Es un acto legal pedir nulidad de actas, ¿pero simbólicamente que significa hacerlo a través de un pool de abogados?
La percepción de los seguidores de Castillo es la de grandes estudios de Lima, probablemente movilizados y financiados por los asustadizos, cuestionando e incluso dudando de la validez del voto provinciano. En un país donde parte de la población indígena fue excluída del sistema electoral debido a que no exhibía las condiciones dictaminadas por una junta electoral limeña, pienso en el analfabetismo como elemento discriminatorio, lo que se envía es una pésima señal que polariza, aún más, un escenario intoxicado de racismo y de una violencia verbal incontenible.
— ¿Cuáles serán los efectos de las sugerencias golpistas?
Si la guerra electoral sigue escalando tendrán un gran impacto, obviamente negativo, en la gobernabilidad del Perú. No hay más que recordar el acorralamiento de PPK por parte de “la candidata de la democracia”. Estos cinco años que se vienen serán muy difíciles y si no acompañamos desde nuestros diferentes espacios al gobierno que jure, será sumamente complicado salir de la crisis sistémica que nos agobia. Esta proviene de una absoluta falta de respeto y cariño por el Perú. Esta zozobra favorece al narcotráfico suelto en plaza en el VRAEM, al crimen organizado que mata madres cargando a sus recien nacidos, a los oportunistas de siempre tratando de inflitrar al Estado para saquearlo. Y a los extremistas que seguirán teniendo razones para imponerse sobre la moderación y la razón.
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