En el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, el economista y fundador de Quantum Talent Carlos Ganoza formó parte de la Comisión de Protección Social, encargada de presentar recomendaciones para financiar mejoras en las pensiones y la protección frente al desempleo. Desde allí, identificaron dos problemas que hoy frente a la crisis del coronavirus son importantes ponerlos en agenda: la calidad de la salud y la informalidad.
En su última columna Ud. señala que el gobierno debe cambiar la lógica del martillo por una del bisturí para detectar los sitios donde hay más contagiados con coronavirus y aislarlos. ¿Pero cómo sortear las limitaciones históricas del Estado para tener las herramientas adecuadas?
El Estado peruano no tiene las capacidades de los países en los que se han implementado estrategias de este tipo. Esas capacidades no las vamos a desarrollar a tiempo, eso es indiscutible. Hay formas creativas de ir levantando algunas de estas restricciones a la capacidad del Estado pero dudo que sea la salida. Lo otro es, si no puedo llevar la capacidad de implementación a lo que necesito para resolver esto, ¿cómo lo hago con la capacidad que tengo? De repente no puedo desplegar 18 mil pruebas al día porque no voy a tener la capacidad logística. Tengo que encontrar otra forma de poder detectar rápidamente quién está contagiado y rastrear a los que han estado en contacto con ellos y aislarlos. Por ejemplo, con la data de las empresas de telecomunicaciones puedes saber en cualquier momento dónde está cada celular en el Perú. Si yo sé que hay un policía contagiado, con la data puedo saber dónde ha estado, con qué otros móviles han interactuado y puedo focalizar los recursos limitados en testear a las personas con las que han estado en contacto.
¿La discusión política de los últimos años ha dejado de atender temas centrales que hoy, en medio de una crisis, explotan?
Las dos cosas más evidentes son la enorme vulnerabilidad que tenemos como sociedad por tener una población económicamente activa altamente informal, sin ningún tipo de protección social. Durante el gobierno de Kuczynski se creó una comisión de protección social, en la que estuve involucrado, que planteó una reforma que era lo más ambicioso en la historia moderna. Era como tener un sistema universal de protección social; sin duda tenía cosas que se podían mejorar, pero nadie quiso seguir con la discusión. El resultado que tenemos es 11 millones de personas que están absolutamente desprotegidas, y con la ampliación de la cuarentena vamos a tener serias dificultades para que un sector importante de esas personas no caiga en situación de pobreza. De otro lado, tenemos las capacidades del sector salud. En la comisión vimos con bastante detalle todos los problemas de la red de salud, que es fragmentada, con diferentes instancias que no coordinan, muy pocos sistemas de información para tomar decisiones basadas en data. Ojalá que esto nos obligue a tomar medidas serias.
El estado de emergencia ha puesto sobre la mesa algo que parece obvio: la necesidad de tomar políticas públicas con sustento adecuado. Pero el Congreso toma medidas en base al ánimo popular.
La verdad eso no me sorprende porque son los incentivos que el sistema político le da a los congresistas: ser cortoplacistas, actuar en función de lo que su intuición les dice que va a ser respaldado por los bolsones de votantes que les interesan. A la gran mayoría no le interesa tomar decisiones basadas en data, sino en cómo sacan provecho de esta situación. No hay políticos de carrera que quieran seguir 20 años más y que vayan a ser recordados por cómo actuaron en este momento, y por tanto tienen que cuidarse. Sin ninguna duda es un problema súper serio. Por otro lado, el gobierno tiene un nivel de legitimidad y de aprobación súper alto y creo que puede usar esa legitimidad para bloquear cualquier iniciativa del Congreso que vaya en contra de sus esfuerzos para superar la crisis. Pero tiene que hacerlo con firmeza, energía, y creo que ya nos ha dado pruebas de que no es nada difícil golpear al Congreso.
En plena crisis, es difícil que el Ejecutivo cargue con la reforma del sistema de pensiones para hacer frente al proyecto aprobado por el Congreso.
No creo que vaya a reformar nada. No he visto evidencia de que tengan esa intención. En dos, tres meses cuando ojalá esto esté más controlado, la gente no se va a acordar mucho de esto [reforma de las AFP]; y segundo, el Ejecutivo tiene un montón de maneras de enfriarlo, poner una comisión que estudie el asunto, etc. Ya serán otros los temas de coyuntura que estarán entreteniendo a los congresistas. La agenda en este país cambia muy rápido para bien y para mal.
¿Cuál es el rol que debe tomar el Congreso en esta crisis?
Ha sido saludable que le den facultades al Ejecutivo. Sin ninguna duda el Congreso no puede dejar de ejercer su control frente al Ejecutivo; incluso en estas circunstancias de crisis hay que asegurar que los derechos básicos de la ciudadanía están siendo resguardados y que el Ejecutivo está administrando con prudencia y responsabilidad las facultades extraordinarias que tiene. Y también generar una buena rendición de cuentas del Ejecutivo, no se puede escudar en esta crisis para tapar incompetencias. Citar a los ministros a una comisión sería absurdo, pero sí pueden exigirles que entreguen información sobre su estrategia y asegurarnos de que esta sea sólida. Me parece también que otro rol sería que [mientras] el Ejecutivo está apagando el incendio, [ver] cómo hacer para que no haya más incendios. Uno podría empezar a hacer el post mortem, por qué esto nos agarró tan mal preparados. Y después, básicamente, no estorbar.
Lo público está en agenda. No solo se habla de la salud pública, sino de un transporte público eficiente y hasta de una aerolínea de bandera que pueda repatriar a los peruanos varados. ¿Habrá un cambio en el discurso del rol del Estado de cara a la próxima campaña?
No creo. ¿Qué cambios en el discurso se generó por el Niño, en el 2017, o por el terremoto de Pisco? Cuando ocurre un evento de este tipo, las grandes fallas del Estado se hacen muy vividas en el imaginario colectivo y la discusión política, pero luego son olvidadas. Si tomamos en cuenta estas discusiones en el Fenómeno del Niño y del terremoto de Pisco, no veo que hayan conducido a que ciertos temas tengan una vida útil más larga en la agenda pública y que se haya logrado hacer algo. Ojalá que esta vez sea diferente [para discutir] sobre informalidad y salud.
¿Es el fin del discurso liberal que quiere menor intervención del Estado?
Así como no hay ateos en una trinchera, no hay liberales en una pandemia. Creo que todo el mundo entiende que estas son circunstancias excepcionales. No creo que siente un precedente para mayor intervención del Estado, al menos no en aquellas cosas en las que el Estado no debería intervenir.
¿Te parece que puede retornar un discurso tipo la Gran Transformación?
En Perú puede ocurrir cualquier cosa. Algunos dicen que dependemos de la importación de ventiladores porque no tenemos capacidad manufacturera porque somos primario exportadores, pero nadie se está preocupado por eso. Será una bandera que la izquierda tome pero ya sabemos cuán efectiva es en lograr el respaldo masivo de la opinión pública para sus iniciativas de reforma. No veo nada que me haga pensar que eso puede ocurrir, pero este país es impredecible.
La gestión de Vizcarra ha armado equipos sectoriales que ponen a trabajar de forma coordinada a los hospitales del Estado y al sector privado, bajo el mando del Ministerio de Salud. ¿Puede ser esta una oportunidad para que haya mayor cooperación entre lo público y lo privado?
Esta es una situación recontra excepcional en la que todo el mundo tiene que echar el hombro. Pero en situaciones más normales, sin instituciones sólidas, es bien difícil que ocurra esa colaboración público-privada. Hay miedo en el sector público de que haya captura por parte del privado; del lado privado, que no estén lo suficientemente bien organizados para tener una participación más institucional y menos mercantilistas. El sector público también es receloso, territorial, y la coordinación muchas veces es muy pobre. Creo que lo que estamos viendo es una situación tan excepcional que no es un indicador de lo que puede ocurrir cuando se termine. Cuando no estemos amenazados y nos empecemos a preocupar por otras cosas, esas otras cosas van a hacer que sea bien difícil, como lo era antes de la epidemia, que haya múltiples espacios de colaboración público-privado para atender problemas de política pública.
¿Qué ideas deberían estar presentes en las agendas de los candidatos presidenciales en la siguiente campaña?
La informalidad, de todas maneras: cómo logramos incorporar a las 11 millones de personas que hoy dependen de una actividad informal a la economía moderna, y cómo logramos sacarlos del desamparo en el que están hoy. Lo otro es una reforma profunda del sistema de salud. Y una reforma política.
¿Y hacia dónde crees que apuntarán las agendas presidenciales?
Ni idea, para mí es impredecible.
Esta entrevista forma parte del especial #CuarentenaPolítica. Sobre los mismos temas opinan los especialistas Steven Levitsky, Rosa Alayza, Maria Alejandra Campos y Juan de la Puente.
ENTREVISTAS DE ESTE ESPECIAL:
- Steven Levitsky: “Una buena respuesta no garantiza que todo termine bien”.
- Maria Alejandra Campos: “La falta de protagonismo de los actores políticos en esta crisis refleja su intrascendencia”.
- Juan de la Puente: “El primer acto después de levantar la cuarentena debe ser convocar a un diálogo político”.
- Rosa Alayza: “La gente medianamente seria no puede pensar que la pandemia es un paréntesis”.
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