“El primer ministro Gustavo Adrianzén se preparó para una semana de ronda tranquila: invitar a que lo visiten las bancadas para explicarles los ejes de su plan inmediato, antes de recibir el voto de investidura (…) pero recibir la papa caliente de los relojes, es abrumador para un premier sin la muñeca entrenada de su predecesor”.
1. El MP y el PJ nos remecen
Nuestra respiración política rutinaria, el biorritmo diario suele estar puntuado de esta forma: allanamientos de madrugada de los que tenemos las primeras imágenes en las redes del Ministerio Público al amanecer, y la noticia ampliada durante la mañana. Durante el día vienen las reacciones de los involucrados (o de sus abogados), los comunicados de los segundos o terceros; nuevas revelaciones sobre medidas cautelares concedidas para frenar una investigación, apertura de diligencias preliminares, tutelas de derecho, habeas corpus, amparos, decisiones dejadas ‘al voto’ en el TC; una serie de procedimientos jurídicos que ya resultan familiares para una gran mayoría. No solo la política está judicializada y, en reciprocidad se ha politizado a la justicia; sino que nuestra cultura y sociedad están marcadas por la judicialización. Para mencionar un ejemplo: en el Perú muchísimos sabemos qué es un ‘aforado’ o alto funcionario con privilegios de inmunidad.
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El lunes, para empezar, fueron allanadas las viviendas de Martín Vizcarra y de su ex lugarteniente ex ministro de Vivienda y del MTC, Edmer Trujillo. El día judiciliazado se cerró con una bomba de más neutrones: la fiscalía de la nación inició diligencias preliminares contra Dina Boluarte por presunto enriquecimiento ilícito y omisión de consignar declaración en documentos. La causa fue el hallazgo gráfico, en el portal La Encerrona, de costosos relojes, entre ellos un reloj Rolex –ya admitido por ella- que costaría algunos miles de dólares. La demora en brindar una versión oficial, creíble y consistente –más allá de decir que era ‘fruto de su esfuerzo’ y ‘de antaño’- favoreció la escalada del escándalo que marcó la semana (sus claves en crónica aparte) y se proyecta hacia adelante.
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2. Invísteme pronto
El primer ministro Gustavo Adrianzén se preparó para una semana de ronda tranquila: invitar a que lo visiten las bancadas para explicarles los ejes de su plan inmediato, antes de recibir el voto de investidura. Será uno de los últimos jefes de gabinete que lo haga pues la reforma constitucional ya aprobada que reinstaura la bicameralidad, ha suprimido ese voto que causa tensiones prescindibles. Pero Adrianzén no pudo disfrutar de su ronda. Que algunas bancadas (Perú Libre y Cambio Democrático, entre ellas) dijeran que ni dialogarían ni votarían a favor, es manejable; pero recibir la papa caliente de los relojes, es abrumador para un premier sin la muñeca entrenada de su predecesor.
A propósito de Alberto Otárola, tuvo que abandonar su silencio pos premierato, para responder en sus redes a la ministra de Vivienda, Hania Pérez de Cuéllar que insinuó, entrevistada en Exitosa, que él podría estar detrás del destape de los relojes. Ella tuvo que desdecirse. Con intentos de defensa tan ineficientes y una historia tan difícil por contar, Boluarte optó por el mutismo, dejando a su suerte a Adrianzén para explicarles a las bancadas que han aceptado sentarse con él, cuáles serán sus prioridades en materia de lucha contra la inseguridad y reactivación económica.
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3. ¿Cómo sostienen a Dina?
Si la mayoría congresal ha dado muchas señales de querer sostener a Boluarte hasta el 2026, calculando, incluso, el marcar distancias para fortalecer las posiciones críticas de los partidos con aspiraciones electorales; la crisis de los relojes ha mostrado dudas y diferencias. Perú Libre se desembarcó del espíritu reinante en la mesa directiva y ha propuesto una moción de vacancia. Un partido con un líder prófugo, una bancada en lenta disminución y sin mayores esperanzas electorales; se puede lanzar al río revuelto. No es esa la perspectiva de Fuerza Popular que lanzó un comunicado crítico, reclamando la versión de Boluarte, pero sin insinuar cambios en el cronograma electoral.
Perú Libre bien puede contar, en el fondo, con el cálculo de que otras bancadas no se sumarán a su gesto y así se mantendrá el ‘status quo’ de expansión congresal hasta el 2026. El Bloque Magisterial, por ejemplo, que ya olvidó a Pedro Castillo y al radicalismo de los maestros de la Fenate, encarna muy bien ese espíritu pro estabilidad. Me lo dijo claramente cuando lo entrevisté el miércoles Édgar Tello, miembro del Bloque, y uno de los 5 congresistas (junto a Patricia Chirinos de Avanza País, Luis Aragón y Luis Cordero Jon Tay de AP y el no agrupado Ilich López) que han denunciado a la fiscal suprema Delia Espinoza por investigarlos. Ellos sostienen que solo el fiscal de la nación, Juan Carlos Villena, puede hacerlo. Este ha replicado que tiene excusa para no hacerlo (es testigo del caso al igual que el fiscal Pablo Sánchez) y un acuerdo de la junta de fiscales supremos le permite la derivación a Espinoza.
Este enfrentamiento institucional del Congreso con el Ministerio Público podría tener igual o más repercusiones que aquel con la JNJ. Pero aún no sabemos cómo manejará el asunto la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales y si, una vez admitida la denuncia, hay una correlación favorable o contraria a ella. A vuelo de pájaro, más son los congresistas sin denuncias que con ellas (42 aproximadamente), de modo que podría trazarse una línea en la cual la ideología no sea tan determinante y enervante como lo fue en el caso de la JNJ, cuyo resultado (dos inhabilitados) no dio réditos a nadie. Muchos congresistas buscarán nuevas agendas –seguridad, defensa del consumidor, economía- que los distingan para sus posibles cambios de camiseta antes del próximo julio cuando se vence el plazo para afiliarse al partido del que se será candidato.