Un malentendido lleva a otro. El primero podemos fecharlo el martes 30 de junio, día de uno de los monólogos de pandemia de Martín Vizcarra. Entre varios anuncios multisectoriales y la invocación a la triada de lavarse las manos, llevar mascarilla y distanciarse; Vizcarra alzó la voz para contarnos: “Así como hay un ‘Comando Covid’ (…) también tenemos un ‘Comando Vacuna’, que ya está en coordinaciones y tratativas con las alternativas más serias”. Por estas últimas, se refería a los laboratorios que recién empezaban sus fases experimentales.
PARA SUSCRIPTORES: Las cláusulas de Pfizer que frustraron el contrato con el Perú para vacuna COVID-19
Enseguida, el expresidente destacó los esfuerzos del sector privado y concluyó: “También se ha creado este ‘Comando Vacuna’, donde el vocero es el señor Carlos Neuhaus (…), como parte del sector privado, está coordinando con nosotros”.
Parecía que hablaba de un solo comando pero la verdad es que aludía a dos grupos absolutamente distintos: uno público, llamado oficialmente Grupo de Trabajo Multisectorial, creado una semana antes, el 22 de junio, por RM 418-2020-MINSA, presidido por el entonces ministro de Salud, Víctor Zamora, y también integrado por el MEF y la cancillería; el otro, el autodenominado Comando Vacuna, una iniciativa de empresarios absolutamente ajenos al gobierno que sumaron a Neuhaus como miembro y vocero.
La confusión de comandos tardó en aclararse y para muchos aún persiste. El propio Neuhaus me contó que se sorprendió al oír ese día a Vizcarra mencionarlo de una forma tal que parecía estarle dando un encargo del gobierno. Por cierto, en estos días, sí ha recibido una llamada y un encargo, de otro presidente, Francisco Sagasti, pero a ello llegaremos luego.
Por si quedaran dudas de lo ajeno que es el comando privado del gobierno, días atrás hicieron este comunicado: “Comando Vacuna es un grupo de 4 ciudadanos peruanos [Raúl Delgado Sayán, Antonio Pratto, Jaime Reusche y Neuhaus, pero luego omitieron su nombre al ser jalado por el Ejecutivo], privados, independientes totalmente del Estado y del gobierno. (…). No hemos participado de manera alguna ni en el análisis, ni negociaciones, ni acuerdos de confidencialidad, ni contratos, ni elección de vacunas, ni de laboratorios, ni precios, ni cronograma potencial de entregas”.
Cambio de jeringa
La mención presidencial al comando privado le quitó protagonismo al grupo de trabajo de Zamora, que sí tenía el mandato para llevar adelante las negociaciones. En efecto, a eso se dedicaron y dieron los primeros pasos de las gestiones que llevaron a integrarnos al grupo colectivo de Covax Facility el 21 de setiembre, a autorizar los ensayos locales del laboratorio chino Sinopharm ese mismo mes y, antes, a firmar un acuerdo de confidencialidad con Pfizer el 2 de agosto.
¿Qué alcances y límites tiene un acuerdo de esa naturaleza? Le pedí a Zamora que me lo explicara. En realidad, no entraña montos ni fechas y dista del contrato definitivo. El gobierno hace una promesa de compra y el laboratorio va informando de sus avances. A diferencia de Perú, varios países sí han firmado contratos y por eso pueden anunciar fechas precisas en que les llegarán los lotes. Pero los acuerdos de confidencialidad firmados hacen que ignoremos si ellos han tenido las mismas cláusulas que aquí volvieron trémulas las manos de funcionarios que aconsejaron no firmar. Pero no nos adelantemos.
Tres problemas conspiraron contra el avance de las tratativas: la inestabilidad, el cambio de cancha y la mala relación entre públicos y privados. Lo primero fue lo menos grave. Zamora salió el 15 de julio con el cambio del gabinete Zevallos por el de Pedro Cateriano, pero su reemplazo, Pilar Mazzetti, ex jefa del Comando COVID, ya era, de alguna forma, parte del mismo equipo y continuó las negociaciones.
El cambio de cancha sí fue drástico y problemático. El 11 de agosto, por RS 079-2020 RE, se creó la Comisión Multisectorial para encargarse de las vacunas, replanteando el grupo de trabajo creado en junio, y dándole la presidencia al canciller Mario López. A una alta autoridad de salud le pregunté su opinión sobre este cambio de sector, y si creía que la ministra Mazzetti estaba de acuerdo. Me dijo: “No creo esto se haya hecho a gusto de Pilar, después de todo lo que estamos pasando, un ministro quiere ser parte de la solución”. En otras palabras, ‘si te bancaste los horrores de la pandemia, no querrás que te quiten la vacuna’.
A partir de agosto, el canciller Mario López delegó al vicecanciller Manuel Talavera las riendas de las negociaciones, pero con el soporte de una secretaría técnica en manos de Carlos Castillo Solórzano, del Minsa, que reporta a Mazzetti. Cuando indagué el porqué del cambio fuera del Minsa, fuentes de la Cancillería y del Comando Vacuna, me dijeron que les parecía lo más conveniente dado que se trataba de firmar acuerdos internacionales y contratos con firmas extranjeras, terrenos propios de la diplomacia.
Mis fuentes del Minsa, en cambio, no están convencidas de ese argumento y creen que el Comando Vacuna puede haber tenido alguna influencia en el cambio de cancha pues, aquí viene el tercer problema, la relación de los privados con el aparato de salud no era la mejor.
En efecto, las fricciones sacaron chispa cuando se frustraron las negociaciones con la vacuna de Oxford y AstraZeneca. El 21 de octubre, Mazzetti explicó en la Comisión de Salud del Congreso: “No hemos firmado absolutamente ningún acuerdo con AstraZeneca respecto a una posible adquisición de vacuna”. La razón que dio, cuando le preguntaron el porqué del desencuentro, fue que el laboratorio no entregó “suficiente información”.
MIRA: Una Cronología para entender las normas, las declaraciones y los acuerdos sobre la vacuna
Mis fuentes del Minsa me dicen que el comando privado había presionado para lograr esa firma, pero los silencios del laboratorio ante preguntas elementales eran clamorosos para los negociadores y decidieron no firmar. La distancia entre comisión oficial y comando privado se hizo aún mayor, a pesar de que el epidemiólogo Luis Suárez Ognio, que había sido integrante del Comando Vacuna, fue fichado como viceministro el 10 de agosto. Algunos interpretaron su designación como una sugerencia del comando, pero me cuentan que Suárez, quien había sido buscado por los empresarios para darles el sustento epidemiológico que les hacía falta, fue fichado por Mazzetti porque lo conocía desde su primera gestión en el Minsa durante el gobierno de Toledo.
El impasse con AstraZeneca no tuvo mayor impacto pues, como se sabe, ese laboratorio ha tenido reveses con la efectividad de su vacuna y anda más lento que Pfizer. Sino, estaríamos lamentando no haber llegado a acuerdos con este. En todo caso, en la conferencia de prensa de Sagasti y el gabinete, Mazzetti dijo que se habían retomado las negociaciones con ese laboratorio.
‘No liability’
Lo que no pasó con AstraZeneca pasó con Pfizer. Al ver las fotos y videos viralizados del arranque de la vacunación en Gran Bretaña y Estados Unidos, el Comando Vacuna salió a la carga y puso el dedo en la llaga: no había contrato firmado con Pfizer. Las declaraciones de Mazzetti del 23 de noviembre hablando de vacunar a 24 millones antes de las elecciones parecían una fantasía. Ni siquiera era cierto lo que también dijo esa vez y repitió Sagasti en su entrevista con 4 programas dominicales el 29 de noviembre: que este mes llegaba un lote de 50 mil vacunas.
¿Qué había pasado? Mis fuentes del Minsa, del Comando Vacuna y de la Cancillería, coinciden, con muy distintos matices, en que el contrato de Pfizer incluía cláusulas en las que el laboratorio no acepta la ‘liability’, es decir, su responsabilidad legal en caso hayan efectos adversos en los vacunados y ello genere demandas millonarias que podrían implicar embargos al Perú.
En el comando me dijeron que esa contingencia podría resolverse negociando mejor y teniendo una estrategia de cobertura de seguros; en el Minsa me dijeron que no comparten todas las reticencias de la Cancillería y es posible que se deban a su falta de familiaridad con las cláusulas de contratos de compras médicas (que ellos sí conocen muy bien, pues el ente de salud es gran comprador de vacunas).
Cuando pido a la cancillería detalles de las objeciones al contrato no obtengo respuesta. Hay mucho pudor, sino miedo, al respecto; pero un funcionario me dice que en Argentina hay una situación similar y sus autoridades han sido explícitas, como a ellos les provocaría ser, al hablar de Pfizer.
En efecto, el martes 12, el ministro de salud Ginés González (allí sí preside la negociación el sector salud, no la Cancillería), dijo: “En la negociación [con Pfizer] se nos pidió una ley que les diera esa inmunidad (…), la central estadounidense decía que la ley no era suficiente, entonces había que hacer una nueva ley; además que el contrato no lo firme yo, que tenía que ser el presidente; la verdad, son condiciones un poco inaceptables”.
MIRA: Ginés González, ministro de salud de Argentina, anuncia la ruptura de negociaciones con Pfizer.
Y es así que Argentina tampoco firmó el contrato, aunque su cancha está mejor definida y su ministro ha sido más explícito al contar su negociación frustrada. El contrato no se puede exhibir públicamente pues hay acuerdo de confidencialidad, pero nuestra cancillería, que lleva la voz cantante en la negociación, podría ser más transparente al explicarnos las objeciones que nos dejan sin fecha de arranque. Ana Teresa Revilla, ex ministra de justicia, es jefa de la oficina de asuntos legales de Torre Tagle y podría explicar junto a la canciller Elizabeth Astete, los peros y las alternativas.
Respecto a las tensiones entre comandos público y privado, ha habido un giro sorpresivo. Neuhaus fue fichado por el gobierno para apoyar, no en las negociaciones de compra, sino en la logística de la vacunación. Ello fue anunciado en la conferencia de prensa del miércoles; pero el fichaje se había producido días antes, cuando Sagasti llamó a Neuhaus, a quien conocía.
Mis fuentes del Minsa me dicen que Neuhaus se puso rápidamente manos a la obra e hizo requerimientos que el ministerio –que ya había soportado la injerencia de la cancillería- no vio con buenos ojos. La solución fue la que anunció la primera ministra Violeta Bermúdez en la misma conferencia: que la labor de Neuhaus estará adscrita a la PCM.
El Comando Vacuna, ahora reducido a 3 miembros, ha saludado el jale que, según mis fuentes, es ajeno a ellos. El viernes se publicó en El Peruano la RM 373-2020 PCM creando el grupo llamado Apoyo a la Implementación del Proceso de Vacunación contra el Covid-19, formado por la PCM y varios ministerios, y con una secretará técnica que es la que estará a cargo de Neuhaus.
¿Y la vacuna para cuándo? Para cuando se firme un contrato que permita dar fechas definitivas. Sagasti dijo, en la conferencia de prensa del miércoles, que está hablando con el vecindario para presionar juntos a Pfizer y a otros laboratorios. Sucede que hay países que sí han firmado contratos, como Canadá, Colombia o Chile, y tienen tanta previsión de stocks y obligaciones de pago, que podrían acordar con los laboratorios, revendernos parte de sus opciones.
Todos los días hay noticias, buenas y malas, respecto a varias vacunas, lo que confirma que las negociaciones tienen que ser múltiples. Pero, oficialmente, solo hemos hecho el desembolso para Covax Facility, la ‘chancha’ alimentada por Bill Gates, que negocia con varios laboratorios a la vez.
El viernes se supo que recién entre marzo y mayo llegarían vacunas, vía Covax, a nuestra región. Con Sinopharm hay negociaciones avanzadas, pero ese laboratorio avanza lento en busca de financiamiento del gobierno chino que les permita ofrecer una vacuna a mejores precios que los actuales. Ojalá que a la hora de firmar contratos, los miedos, los peros, los ‘corro traslado’ y ‘no te metas en mi cancha’; no nos dejen sin vacuna.
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