La CCL se pronunció sobre la cuestión de confianza que planteó el presidente Martín Vizcarra al Congreso. (Foto: GEC)
La CCL se pronunció sobre la cuestión de confianza que planteó el presidente Martín Vizcarra al Congreso. (Foto: GEC)
José Carlos Requena


A Javier Barreda


¿Cómo llegó la política peruana al borde del despeñadero donde hoy se halla? La transición iniciada tras la caída de Alberto Fujimori, en noviembre del 2000, parece haber terminado. Los gobiernos surgidos de las urnas entre el 2001 y 2016 hicieron poco por empujar cambios significativos en las reglas políticas.

Los parlamentos nacidos en el mismo lapso tienen como legado una ley de partidos forjada entre el 2003 y 2004, de limitado impacto en la mejora del quehacer político, y otros parches aprobados entre las postrimerías del Congreso 2011-2016 y la primera mitad del Congreso 2016-2021.

La ausencia de reformas fue fruto de la desidia o el interés. El desgano de creer que solo el modelo económico intacto iba a producir, por arte de magia, desarrollo y bienestar; el beneficio de no mover nada de un sistema que parecía propicio para los estropicios que hoy revela el escándalo Lava Jato.

Solo algunas voces desde la academia y la sociedad civil parecían interesarse en algunas reformas. Muchas veces fueron bien intencionadas recomendaciones, con mucho voluntarismo y poco asidero en la realidad. La excepción son los esfuerzos de los últimos meses: los iniciados en la segunda mitad del 2018 desde la PCM, y el fundamental informe de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política. ¿Costaba mucho iniciar o complementar los debates en el Parlamento con estos insumos?

Durante los comicios del 2016, uno de los temas que parecía captar el consenso fue la necesidad de implementar cambios en la política. Ello se reflejó, por ejemplo, en parte del informe final de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea que, luego de haber estado en contacto con los actores políticos, indicaba que “el sistema peruano necesita una reforma político-electoral profunda y duradera que fortalezca a los partidos políticos e infunda confianza y certeza en el trabajo de las instituciones electorales”.

Instalado el actual Congreso, el sentido común podría haber indicado que la mayoría legislativa de 73 curules, entonces poco conocida, brindaría un espacio propicio para la aprobación de reformas que requerían votación calificada. No fue así. Se encargó un informe a la congresista Patricia Donayre, pero se le prestó poca importancia.

El mismo presidente Martín Vizcarra, hoy cruzado de la reforma, dejó que el informe de la Comisión de Alto Nivel reposara por varias semanas, antes de dedicarle la atención interesada de hoy.

El libro cuyo título toma prestado esta columna, de Javier Cercas, es una historia novelada del 23 de febrero de 1981 (23-F), el fallido intento por interrumpir la transición española. En dicho desenlace, jugaron un rol fundamental el entonces jefe del Gobierno Español, Adolfo Suárez, y el diputado Santiago Carrillo. También fue primordial la posición del rey Juan Carlos, en salvaguarda de la joven democracia española.

Cercas analiza cada uno de los puntos que forjaron el 23-F. Llegado el desenlace que se originará hoy, ¿qué instantes serán los que deban examinarse?