Entre tantos nombres embarrados en los últimos tiempos, hay que rescatar uno para analizar en qué diablos se ha metido: César Villanueva, ex primer ministro de Martín Vizcarra, codinome’ ‘Curriculum Vita’, detenido preliminarmente a pedido del fiscal Jesús Fernández Alarcón, que lo investiga por tráfico de influencias y patrocinio ilegal asociado a una trama delictiva para, a su vez, librarse de otro delito: haber recibido sobornos de Odebrecht por el asfaltado de la carretera Cuñumbuque-Zapatero-San José de Sisa. Dos pagos de $30 mil que según los trascendidos de las declaraciones de Jorge Barata que conocimos desde agosto pasado, habrían sido ejecutados –el asfaltado y los desembolsos– cuando era presidente regional de San Martín. Un delito para salir de otro, doble escarnio.
Antes de ver cómo llegó al gobierno de Vizcarra y pechó al Congreso en nombre de la reforma política y –¡qué escándalo!– de la lucha anticorrupción, veamos cómo llegó a esa carretera de 45 km en el corazón de una región que había estado enervada por la coca.
Villanueva Arévalo (Tarapoto, 1946) estudió la primaria en su ciudad natal, pasó al célebre colegio estatal Guadalupe en Lima y estudió Administración en la Universidad Federico Villarreal.
Hombre de izquierda (postuló sin éxito al Congreso en la lista de Alfonso Barrantes en 1985), se corrió hacia el centro, fundó su propio movimiento regional y, por fin, llegó a la presidencia regional en el 2007.
Práctico y planificador (trabajó en el extinto Instituto Nacional de Planificación), convocó a técnicos limeños para que lo asesoraran y logró, en pocas temporadas, que se hablara del “milagro de San Martín”. Ese es el nada desdeñable capital político con el que más tarde saltó a la política nacional.
Entre el 2006 y el 2011–leo en un informe del grupo Propuesta Ciudadana–, la región experimentó un extraordinario crecimiento que duplicó algunos promedios nacionales. Por ejemplo, el ingreso por habitante creció en 115% frente al 46% nacional y el empleo adecuado subió en 185% frente al 82% nacional.
La producción de cacao, en ese mismo lapso del 2006 al 2011, aumentó en 252%. Ese dato es el toque místico del milagro, pues coincide con la erradicación de cultivos de coca. Sin embargo, faltaba algo mucho más concreto en San Martín: infraestructura y conectividad vial. Lo sabían asesores como Raúl Molina, quien años después fue su jefe de gabinete en los tres meses y medio que estuvo en la PCM de Humala (del 31 de octubre del 2013 al 24 de febrero del 2014) y su viceministro de Gobernanza, cuando fue primer ministro de Vizcarra (Molina, ajeno a estas investigaciones, sigue en el cargo).
Siguiendo el razonamiento planificador de Villanueva, el gobierno con sede en Moyobamba apostó por pavimentar una carretera en el valle del Bajo Mayo para ayudar al transporte de esos productos –cacao, café, frutales– que habían conquistado otro récord para la región: ser la de mayor crecimiento agrícola. Y, ¡zas!, Odebrecht se hizo cargo y suscribió el contrato de ejecución el 10 de diciembre del 2008. Y el exitoso presidente regional, que ya era un ‘celebrity’ en el gremio de las autoridades regionales antes de Vizcarra (presidió la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales en dos períodos) quiso reelegirse y proseguir una carrera que llegara –¿por qué no?– a Palacio, con su aura de viejo chamán sabio y astuto.
Un amigo de Villanueva me contó que cuando Alan García lo acompañó a inaugurar la carretera en febrero del 2010, le preguntó cómo había logrado el rápido apoyo del MTC. Villanueva le respondió que, para demostrar a los supervisores que la vía, entonces trocha, era muy transitada y convenía pavimentarla, invitó a choferes para que transitaran y la congestionaran con sus autos y motocarros. Fue una criollada en aras del progreso. Lo del presunto tráfico pago brasileño no lo es.
—Quiso ser presidente—
Villanueva fue coqueteado por Humala cuando aún era presidente regional. Apenas dejó el cargo, se enroló en la PCM humalista y poco pudo hacer, porque las decisiones ya estaban tomadas por el presidente y su esposa. Una pública discrepancia con Nadine Heredia y el ministro de Economía, Luis Castilla, sobre un posible aumento del salario mínimo, apuró el fin de su opaca presencia.
Ambicioso, convocó a un grupo de ex presidentes regionales entre los que estaba Vizcarra e intentó cuajar una plataforma electoral para el 2016, pero una operación al corazón lo dejó un tiempo fuera de circulación y la iniciativa se disolvió. Cada líder buscó su grupo y él también lo hizo, ubicándose en la lista de César Acuña.
En diciembre del 2017, apoyó a PPK ante el primer intento de vacancia, pero en pocas semanas del verano del 2018 se pasó al extremo opuesto, apostando todas sus energías a tumbarse al presidente. A los periodistas que le preguntábamos por qué estaba tan seguro de la apuesta, nos decía que apenas había conversado con Vizcarra, pero estaba seguro de que sería un buen sucesor. También aseguraba que no sería primer ministro. Si lo fue, contó luego, era porque el presidente lo convenció.
En los primeros meses de su gestión en la PCM, se lo veía cerca al presidente y compartiendo decisiones claves como la del referéndum, conversada y pulida entre ambos. Pero, luego, su ritmo más pausado, algunas declaraciones poco felices y la intromisión del círculo íntimo del presidente marcaron una clamorosa distancia que acabó con su renuncia en febrero pasado. ¿Le habrá dicho Villanueva a Vizcarra que había un tema relacionado con Odebrecht que podría saltar en cualquier momento? Es un misterio de los varios que incubaron juntos. Hoy ni en Palacio ni en Alianza Para el Progreso quieren saber de él. Además, el esquema delictivo pillado por el fiscal Fernández, tiene como hipótesis que Villanueva habría buscado valerse de sus contactos políticos para torcer su caso ante el equipo especial del Lava Jato. En la trama figuran un empresario amigo suyo, José Santisteban, dos fiscales, Alberto Rossell y Ronald Chafloque, y ningún político o autoridad del gobierno; pero, de hecho, causa irritación y vergüenza que una figura hace poco tan encumbrada estuviera en tales andanzas.
*Esta es la actualización de un perfil publicado el 11 de agosto del 2019. Hoy martes 26 de noviembre, César Villanueva fue detenido por el presunto delito de tráfico de influencias agravado. El operativo - que incluyó a tres investigados más - estuvo a cargo de agentes de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) de la Policía Nacional, tras la autorización otorgada por el Poder Judicial.
Junto con César Villanueva fueron detenidos el fiscal superior Alberto Rossel Alvarado y el empresario José Santisteban Zurita por el mismo caso. En tanto, el fiscal adjunto Ronald Chafloque Chávez fue detenido saliendo del módulo de justicia de Carabayllo.