Decisiones polémicas, leyes sin estudio técnico y una legislación por acumulación es lo que más resalta en estos primeros 100 días de gestión del Congreso 2020-2021. En ese sentido, a opinión de analistas políticos consultados, el balance sobre el desempeño parlamentario en las primeras semanas resulta siendo, principalmente, negativo.
“Lo que ha mostrado este Congreso es algunos elementos comunes con el anterior”, comenta a El Comercio Jeffrey Radzinsky, director del Grupo Fides Perú.
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En su opinión, salvo que ya no existe mayoría opositora absoluta de parte de un partido, hay otros elementos que “resultan sintomáticos” del mal desempeño en estos primeros cien días de un Parlamento tan corto, producto de una disolución y en donde prima el fraccionamiento.
Una muestra, agrega, es la poca prioridad en la instalación de grupos claves de control interno como la de Ética Parlamentaria o la de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, que se conformaron a tres meses de iniciado el período legislativo. A ellos se suma la “falta de rigor en la producción legislativa”.
“Hay muchas normas han carecido de debate en las comisiones como correspondía. Por otro lado, hay una avalancha de proyectos de ley, hay días en los que se presentan hasta 20 proyectos de ley. Esa sensación de seguir midiendo cuantitativamente la calidad legislativa es absurda”, refiere Radzinsky.
Sin embargo, el populismo y el individualismo es otro factor clave que ha primado en esta primera etapa.
“La circunstancia de la pandemia lo que ha mostrado es una vocación que ya estaba ahí, que es la vocación populista, la mirada puesta en las elecciones 2021 o en las regionales del 2022, y lo que se ha hecho es multiplicarlo desde el Congreso”, expresó.
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Para Radzinsky no se tiene una agenda clara desde el Parlamento y no se está abocando a una de sus principales labores a las que se le debería dar prioridad: la revisión de los decretos de urgencia emitidos durante el interregno parlamentario. En ese marco, también mencionó la elección de los magistrados del Tribunal Constitucional, el trámite a las denuncias constitucionales que han quedado pendientes y la reforma política de para al 2021.
A pesar de ello, Jeffrey Radzinsky destaca que dentro de lo positivo en este periodo es que se ha recuperado el equilibrio de poderes y que el manejo de la Mesa Directiva de forma multipartidaria. “Es positivo que el poder no esté absolutamente concentrado en un grupo”.
“Pero lamentablemente encuentro más cosas negativas que positivas en estos primeros 100 días. Todavía tiene oportunidad este Congreso de mejorar”, acota.
Leyes controvertidas
Para la politóloga María Alejandra Campos, a los 100 días de gestión, el desempeño del Parlamento ha sido “negativo, pero dentro de lo esperable”.
Esto último puesto que “se ha comportando de acuerdo a sus características”. “Es decir, un Congreso fragmentado, con casi solo gente nueva, de muy corto plazo y por ende con una mirada de la política muy cortoplacista y coyuntural”, sostiene.
Y es que para Campos, el trabajo del Parlamento ha sido “mediocre”. “Pero una mediocridad marcada por la no reeleción, por la disolución del Congreso, por la crisis en el sistema de partidos en general. Y creo que es una mediocridad que nos va a acompañar un tiempo más hasta que no haya una reforma”, sentencia.
Sí criticó que el Congreso, a 100 días, “no ha sabido encontrar su lugar en medio de la pandemia” del coronavirus, pese a ser un Poder del Estado que “debería aportar”. “Más bien ha sido me parece un grupo de 130 individuos”, afirma.
Además, cuestionó la aprobación de leyes polémicas como la exoneración del pago de los peajes (que incluso originó una demanda de inconstitucionalidad) y la ley para el retiro de las AFP.
“La práctica de este Parlamento de no estudiar las leyes en comisiones y votar según el aplauso ha sido su principal erro”, reflexiona Campos.
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El analista político Enrique Castillo, más allá de calificar si desaprueba o no al Legislativo en sus primeros 100 días, remarcó que se ha tenido un Parlamento que “se ha desvirtuado la verdadera labor que debería tener” y “de las expectativas que se tenían”.
Así, para Castillo, en este periodo el Congreso “se ha debatido entre la inexperiencia y las intenciones particulares de quienes han encontrado la oportunidad de hacer un trabajo que les permita una mayor posibilidad de ganar adeptos entre la población”. Esto claramente con un fin electoral.
Aunque esto último no necesariamente debería de ser negativo. No obstante, Castillo hace hincapié en que se ha legislado principalmente “para la coyuntura y el corto plazo”, en beneficio solo de algunos sectores.
“No ha cumplido el rol que como institución debería de haber cumplido para el beneficio de la democracia en el país en el mediano y largo plazo”, sostiene.