Ariana Lira Delcore

En un Palacio Legislativo inusualmente desierto, habla sobre el 30 de setiembre, día en el que disolvió el , y su futuro político.

— Usted ha calificado firmemente que la disolución del congreso del 30 de setiembre fue un golpe de Estado. Ahora, tras la sentencia del Tribunal Constitucional [TC] que valida la constitucionalidad de esta disolución, ¿la sigue llamando un golpe de Estado?

Yo posiblemente lo dije, pero cuando ya decidimos el camino competencial preferí llamarlo una crisis política, porque le tocaba al TC, en la acción competencial, dirimir. Y hay una carta que yo envio a “Correo”, el día mismo en que aceptan la competencial, en que [digo que] es el Tribunal Constitucional el llamado a dirimir o a resolver este problema que se había iniciado con una ruptura. O sea, golpe de Estado es también la forma en que al momento lo dije, porque se le había quitado competencias por la fuerza al Congreso de la Republica.

— ¿Pero cuál sería la diferencia entre una crisis política y un golpe de Estado?

Mira, el golpe de Estado es un tema más común. Acá ha habido una ruptura del equilibrio entre poderes. O sea, ha habido un golpe a la estructura del Estado. El Estado no es el Ejecutivo. El Estado es el judicial, el Legislativo y el Ejecutivo. Ha habido un golpe a la estructura del equilibrio que dicta la Constitución. Entonces, vamos al TC, que es la última instancia en esta materia, a pedir que equilibre nuevamente la división de poderes.

— ¿No es un eufemismo, entonces, hablar de crisis política?

Yo creo que no. Lo que sí, fue dañada, se golpeó la estructura del Estado. Entendamos Estado como el equilibrio de poderes de los tres poderes que forman el Estado peruano.

— Usted, hoy día, 4 de febrero del 2020, ¿se considera el presidente del Congreso de la República o el presidente de la Comisión Permanente?

Mira, tú si me puedes decir a mí cómo se elige el presidente de la Comisión Permanente, te lo agradecería.

— ¿No es entonces usted el presidente de la comisión permanente?

Te pido: lee el reglamento del Congreso, la Constitución y [dime] en qué momento en el interregno está ahí que el presidente de la Comisión Permanente deja de ser el presidente del Congreso. No es que me interese el nombre, sino que yo represento una institución, uno de los poderes del Estado.

— Este fallo [del TC] es, sin duda, un fallo histórico. ¿Usted cree que se ha sentado un precedente peligroso para que, en un futuro, el Ejecutivo pueda entender por denegada la confianza y, por lo tanto, disolver fácilmente el Congreso?

Mira, te lo pongo de esta manera: olvídate de quién es el presidente hoy día. Al final del día, esta sentencia declara que el intérprete máximo de la voluntad del Congreso es el presidente de la República. Esa sentencia, hoy día, hace que el Ejecutivo o presidente pueda interpretar la voluntad del Congreso. [...] Se irá mañana el señor Vizcarra, mañana vendrá otro señor y después vendrá otra persona más. Entonces, esta puerta se ha quedado abierta y ha redefinido el equilibrio de poderes en el Perú. Por eso, yo digo: será la historia la que finalmente sea el juez de todos los que hemos participado.

— Usted comenzó su gestión parlamentaria con una agenda empresarial que buscaba incentivar y crear un clima favorable para la inversión privada. Sin embargo, en un momento se asoma o aparece una agenda conservadora en temas sociales, que se ve, por ejemplo, con la creación de la bancada [Acción] Republicana, que incluye al pastor [Julio] Rosas y, además, en su participación en el colectivo #ConMisHijosNoTeMetas. ¿Cómo así aflora esta defensa de los valores conservadores?

El presidente Kuczynski me pide que yo me ocupe de Presupuesto. Pasados 6 meses, me nombra ministro y se me va un año que no he estado en el Congreso. Después yo regreso y me encuentro con unos debates que ahí comienzo yo a tener fricciones con la bancada. [...] Había una histeria a no entender los hechos. Había, más bien, el interés que se comulgara. Entonces comencé a encontrar una diferencia y una dificultad alrededor de mi bancada, en que al final algunas personas pretendieron que yo no hablara sobre temas empresariales porque tenía conflicto de interés. Entonces, si la bancada decidía que yo no podía hablar sobre temas, sabiendo que yo había sido presidente de la Sociedad Nacional [de Industrias] y, sobre todo, en temas en que lo único que yo pedía era análisis...

— ¿Quién decidió que usted no podía hablar sobre esos temas?

Bueno, había todo un grupo que estaba en lo que se llama “el objetivo del milenio” y ahí lo dejo.

— Entonces, ¿cómo así surge esta defensa de los valores conservadores con que se le termina asociando bastante al final?

Ahí veo que se ha generado una pasión y un odio que al final me hace gracia. Yo me quedo solo un año y, en la parte final del año, nos juntamos con un tema de valores. O sea, yo soy católico, nunca lo he escondido, soy católico practicante. Y yo considero que, al final del día, los temas de la educación de mis hijos los tengo yo. Si tú quieres tener tus hijos y educarlos como quieres, adelante. [...] Entonces, me encuentro con el pastor Rosas, Nelly Cuadros, Sonia Echevarría y Marita Herrera y teníamos más o menos un punto en común, pero no en el nivel de radicalización que obviamente nos han endilgado.

— Durante mucho tiempo se ha dicho que usted es fujimorista. Eso es algo que usted ha negado, usted ha dicho que si bien puede haber coincidencias en algunos temas con el fujimorismo, usted es independiente. Sin embargo, usted fue a la mesa directiva con Karina Beteta como primera vicepresidenta, una persona que, además, tiene severos cuestionamientos. ¿Por qué aceptó integrar la plancha con Beteta?

Fuerza popular tenía la potestad de nombrar a un miembro. Sé que Karina Beteta tiene cuestionamientos. Cuando yo estuve en Presupuesto me ayudó, cuando ella estuvo en Presupuesto me ayudó de nuevo a cerrar el presupuesto, si bien en los últimos 40 minutos, pero logramos cerrar dos presupuestos y el tercero después, cuando yo ya no estaba en la comisión. O sea, ella me había ayudado, una persona que conoce mucho y tiene experiencia en el Congreso. [...] Puede Karina, desde el punto de vista político, tener su estilo. Pero desde el punto de vista de trabajo, había logrado muchos temas trabajando con Fuerza Popular.

— Va a acabar ya dentro de poco este interregno. ¿Vamos a volver a verlo en la escena política?

Mira, yo acabo un ciclo. Tengo que pensar. Yo acabo un ciclo de vida, ha sido muy interesante, ha sido importantísimo, no me arrepiento de haber venido al Congreso. Creo que ha sido una experiencia humana muy valiosa.

— ¿Entonces, este cierre de ciclo significa que usted se retira de la política?

Cierre de ciclo es que quiero parar, reflexionar sobre todo el trabajo hecho y pensar qué cosa debe seguir. Yo creo que, como decía Aristóteles, el hombre es un animal político. Decía Haya de la Torre: quien deja la política siendo animal político, se convierte en lo primero.

— Si es que le ofrecieran integrar una plancha presidencial en el 2021, ¿lo pensaría?

Claro que lo pensaría, por supuesto que lo pensaría. Ahí en adelante, qué contestaría es otro tema.

— ¿Es cierto que el señor Rafael López Aliaga se ha acercado a usted para coordinar una posible plancha?

No. Él me pidió si lo podía acompañar en la elección que acaba de suceder. Yo le dije: déjame pensarlo. Y le dije: no tiene sentido, Rafael, yo tengo todavía, como lo tengo en estos días, bastante trabajo. En el Congreso tengo una responsabilidad de terminar y entregar el Congreso de la República en una situación muy compleja. [...] Ha habido otro partido, eso sí me reservo porque quedamos en que prefería no participar.

— ¿Fuerza Popular?

No. [...] A Fuerza Popular nunca se me ocurrió, porque ellos tienen su propia estructura.

— ¿Ni tampoco en un futuro?

Ellos tienen su estructura, fíjate, es muy complejo entrar en un partido político...

— Pero ellos tienen invitados, ellos invitan a gente.

Sí pero, al final del día, la estructura política es la que es compleja.

— ¿Y si lo invitaran, por ejemplo, a postular al Congreso?

Lo pensaría, lo pensaría mucho. Hay gente muy muy buena, hay gente a la que le tengo mucho aprecio. También me invitó Rafael [López Aliaga], lo pensaría, ha habido otros partidos que se me han acercado a ofrecerme el tema. Les he agradecido les he dicho pero en este momento te digo hace dos años, tres años ya que no salgo de vacaciones.

— Usted ha tenido una trayectoria exitosa, tanto en el ámbito empresarial como en el ámbito gremial y, finalmente, el salto a la política: congresista, ministro de Estado, presidente del Congreso. ¿Se imaginaba cerrar este ciclo de esta manera, entregando las llaves de un Congreso disuelto a un nuevo Parlamento?

Definitivamente, no. No pensaba que iba a llegar a presidente del Congreso, tampoco. Fue una experiencia, traté de entrar justamente faltando año y medio, dos años. No creí la posibilidad de que hubiera una ruptura democrática, no creí que era posible. Pero una de las razones por las que entré es porque teníamos que avanzar por la población. Eso fue lo que me movió a aceptar. Créeme que no estaba demasiado animado para tomar la presidencia del Congreso por las responsabilidades que iba a asumir. Una vez que las asumí, bueno, tuve que asumirlas completamente. Pero aun así ha sido una gran experiencia.

— Ahora, es cierto que usted, como presidente del Congreso, tenía el derecho de poner la agenda, de ordenar los temas en agenda en el Parlamento. [...] Usted tenía la atribución, eso no está en duda. Yo lo que le quería preguntar es si, mirando hacia atrás, más como, quizás, un acto de cortesía política a favor de la estabilidad, ¿no hubiera sido más sano para el país suspender este proceso de elección de miembros del Tribunal Constitucional para evitar una disolución del Congreso que, finalmente, nos ha traído a este punto?

Todos somos generales después de la batalla. Las voluntades que tú tienes con grupos de personas que te han dado una voluntad y te la están ratificando, es muy acotada. [...] Cuando entra el señor Salvador del Solar, irrumpe en la sala sin haber sido invitado. Puede interpretarse que tiene derecho a estar en el debate, [pero] igual ha podido protestar, retirarse y mandar por escrito que, al no haber aceptado mi presencia, hago esto. Pero el show mediático se dio. Yo en ese momento estaba siendo censurado. Yo estaba sentado en mi curul abajo. [...] Y, realmente, se genera un momento muy, muy delicado, muy agresivo. Y lo que tocaba después, viendo retrospectivamente, dada la voluntad que había de seguir adelante con el proceso, y tenía la exigencia de la mayoría de seguir con el procedimiento. Entonces un poco era desactivar el mal momento que en ese momento podía generarse o podía pasar a mayores. Entonces yo dije: bueno, vamos a parar un poco, hable usted y retírese usted; y seguimos nosotros con nuestra sesión.

— Pero si pudiera volver en el tiempo...

No creo que lo hubiera hecho distinto. [...] Cuando tú tienes un consenso en un grupo de gente que no necesariamente logra consensos, tienes que respetar la voluntad del consenso logrado. [...]. O sea, uno piensa: si yo estuviera, yo lo hubiese hecho así. Perdón, ¿y tú has medido quiénes eran los que te respaldaban a ti o quiénes pedían que siguieras en ese camino? ¿Y en qué condiciones estaban dispuestos a seguir el camino? Esa es una evaluación que nadie hace.

— Pero eso suena como presión, que usted tenía presión de quienes lo respaldaban.

Obviamente, poner el tema en la agenda era una presión de la mayoría, no era una voluntad mía. Era una presión de las mayorías.

— ¿Y usted en algún momento consideró suspender el proceso de elección?

Yo he considerado algunas otras cosas que todavía no las voy a decir.

— ¿Tiene usted alguna autocrítica sobre cómo se manejaron las cosas desde el Congreso disuelto?

Nadie es perfecto, nadie.

— ¿Cuál sería una autocrítica?

Yo sí creo que acá ha habido muchos errores, muchos errores de todo tipo. Pero han sido momentos excepcionales y muy, muy difíciles. Desde que comenzó la elección, una campaña muy mala. Una campaña en que no se fue capaz, en un primer plano, de cruzar puentes nuevamente. La campaña fue muy áspera, muy dura, mucho resentimiento.

— ¿De parte de quién?

Lado y lado. Y no hubo la capacidad de armar un puente y darse cuenta que estábamos manejando una situación de crisis. [...] El tema más interesante ha sido este último. El del que lamentablemente llevó al cierre del Congreso. No pensé que se iba a llegar a ese extremo de romper el orden democrático. Los temas que pude haber manejado, me los guardaré. Prefiero pensar al respecto, porque hay soluciones que puedes dar. Pero cuál hubiese sido al extremo al que se hubiese llegado, ¿hubiese cambiado el escenario al final? No lo sé. Pero yo creo que el 30 ya estaba cantado. Hay cosas raras, ¿no? Se da Ecuador, se da Bolivia; a la semana se da Chile, acá tuvimos este evento. Y después me he enterado de que el 30 salía el Congreso americano de vacaciones. No sé si todo eso junto era un mal momento pero es gracioso.

— ¿Cree usted que es parte de algún movimiento internacional, algo que se estaba hilando detrás?

No lo sé. Lo que te digo es que a veces me es difícil pensar en coincidencias. Y la fecha de los golpes en el Perú siempre son los primeros días de octubre. O sea, que son temas de que hasta ahora no puedo decir que es una teoría cierta. Pero de que son coincidencias, lo son.

— ¿Podríamos esperar a Pedro Olaechea en el 2021 en algún tipo de candidatura?

Hoy día, no.

— Pero no lo descarta...

Hoy día, no.

— Han surgido cuestionamientos debido a la aprobación de un pago de bonificaciones a trabajadores del Congreso, pese a estar en un periodo de interregno. El argumento es que la Comisión Permanente solo tendría competencia para evaluar decretos de urgencia.

La Comisión Permanente se encarga de la revisión de los decretos de urgencia. El pago de las bonificaciones es una decisión de orden administrativo, que además comprende la negociación con el sindicato de trabajadores del Congreso. El hecho de estar en un interregno no implica la paralización de la gestión administrativa, la cual corresponde a la Mesa Directiva de la institución. El Congreso de la República no ha desaparecido.

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