Populismo a la Keiko, la columna de Erick Sablich Carpio
Populismo a la Keiko, la columna de Erick Sablich Carpio
Erick Sablich Carpio

La lideresa de Fuerza Popular, , quizá sorprendida porque las encuestas de intención de voto la muestran empatada con un candidato al que superó por casi 20% en la primera vuelta, ha intensificado sus promesas electorales en búsqueda de alcanzar la presidencia. En ese objetivo, lamentablemente, ha pesado más el interés propio que el nacional.

Es obvio que en cualquier campaña vamos a encontrar más de un guiño populista o promesa de improbable cumplimiento. No será loable, pero pasa y pasará aquí y en el resto del mundo. Pero de ahí a, por ejemplo, dinamitar las tibias pero urgentes reformas en materia de seguridad ciudadana o lucha contra la minería ilegal hay un salto demagógico preocupante.

Keiko Fujimori ha propuesto restituir el régimen del 24x24 en búsqueda del voto de la familia policial, que puede haber visto reducidos sus ingresos por la implementación de esta positiva reforma. También derogar la legislación dictada por este gobierno para luchar contra la minería ilegal. Para ello firmó un acuerdo con representantes de la minería ‘informal’. ¿Y los daños al medio ambiente, dineros de origen ilícito asociados con la actividad y trata de personas que la rodean? Bah, “hay dragas y dragas” (y votos y más votos) parece ser la lógica que se desprende de los dichos de su candidato a la vicepresidencia, José Chlimper.

Fuerza Popular ataca cualquier intento de reforma laboral, como la ahora fallida propuesta del seguro de desempleo para nuevos trabajadores en sustitución de la CTS.

La candidata tampoco tiene problemas en relacionarse y recibir el respaldo público de pastores homofóbicos o supuestos dirigentes de construcción civil con aparente prontuario. Reuniones que, ahora sí, en otras latitudes podrían acabar con una candidatura presidencial, para ella son tolerables siempre y cuando la ayuden a sumar adhesiones.

Lo más criticable en el primero de los casos, por cierto, no es su posición a favor o en contra de la unión civil (algo que atañe a cada persona), sino que Keiko Fujimori se haya limitado a “lamentar” las declaraciones de Alberto Santana y a decir que no las comparte, en lugar de repudiarlas como corresponde. “Soy una persona que respeta todas las opiniones, aunque estén en la otra orilla”, afirmó preguntada por este tema. Y es que el relativismo tiene sus límites y existen opiniones como las que suponen justificar la discriminación por cualquier causa que justamente no son respetables. Menos aún cuando se aspira a ocupar la Presidencia de la República.

A Fujimori esta estrategia, más allá de las críticas que ha venido recibiendo desde algunos sectores más informados (no los más significativos desde un punto de vista electoral), puede estar rindiéndole réditos políticos. Y es que competir contra un contrincante ausente tiene sus evidentes ventajas.

Sin embargo, le pasará factura cuando tenga que honrar (o ignorar, ojalá) los compromisos que viene asumiendo, si llega a Palacio de Gobierno. Ciertamente, además, la acercan más al viejo fujimorismo de los 90 del que supuestamente trata de alejarse que a convencernos de que está abocada a renovarlo.

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