La guerra avisada de Carlos Basombrío [PERFIL]
La guerra avisada de Carlos Basombrío [PERFIL]
Fernando Vivas

El ‘protoministro’ –él prefiere el más coloquial ‘ministro designado’– por fin puede hablar a sus anchas de lo que más sabe. Opinólogo y ‘segurólogo’ en los últimos años, se tuvo que morder la lengua por algunas semanas. Sucede que fue uno de los primeros escogidos por PPK y Zavala, quienes le pidieron un obvio ‘chitón boca’.  ha reído –me confiesa– viendo en la ‘tele’ a otros que se ‘jamoneaban’ contando que estaban ‘en conversaciones con el presidente electo’.

[Disclaimer: La confianza se debe a que lo conozco hace más de 30 años. Cuando estudiaba Sociología, fui asistente de investigación para su libro “El movimiento obrero: Historia gráfica”]. Suena a recontraizquierda, ¿no? De eso también hablaremos. Pero la seguridad es primero.

—Sí mata gente—
Las cifras de nuestro miedo revolotean en su cabeza. Siete homicidios por cada cien mil habitantes al año es poco en comparación con los más de 20 en Colombia o los más de 80 en la alucinada Venezuela. “Pero nuestra tasa de victimización es la más alta de la región”, acota Carlos, “y está compuesta básicamente de arrebatos y pequeños delitos. Por eso la percepción duplica o triplica el número de personas victimizadas. La percepción es la consecuencia directa de una altísima victimización combinada con una bajísima capacidad de respuesta. En política las percepciones son problemas reales, no son una fantasía”.

Bienvenido este realismo por oposición a las declaraciones del ex ministro Wilfredo Pedraza que colocaron al combate de la delincuencia en este régimen bajo el signo de la impotencia. Basombrío golpea un poco más arriba: “Recuerdo un primer ministro [Juan Jiménez Mayor] que salió y dijo que era una reacción histérica de la población. Era faltar el respeto a la gente”.

Antes que yo lo haga, el propio Carlos se autopregunta: “¿Por qué hemos empeorado? Por problemas socioeconómicos, culturales, más la incapacidad del Estado por entender lo que había que hacer”. Le reclamamos todo a la policía, qué le reclamarías a la ciudadanía desde el Mininter. “No voy a decir ‘la seguridad es tarea de todos’ porque eso es esconderme detrás de la gente. La seguridad es tarea nuestra. Ahora, como me han dejado las cosas, hay que sacar al paciente de cuidados intensivos. Eso sí, el ciudadano tiene dos posibilidades, ser tragado por las cosas como son o cambiar. Va a haber medidas en los cien días que me van a permitir detener a personas coimeando y a policías siendo coimeados. Con la salvaje ley de flagrancia que tenemos, la que le dio varios años a la señora Buscaglia, uno hubiera estado bien, los que coimeen pueden acabar en la cárcel. Así que lo digo en voz alta, guerra avisada no mata gente”.

Tarea de todos, culpa de todos; concilio con su afán de parecer enérgico y no elusivo. ¿Oí mal o has reivindicado a Urresti? “Ahí sí hay un error de percepción [sonríe]. Fue un error mío, debo haberme expresado mal. Me preguntaron si iba a estar en la calle como Urresti. Dije que sí pero que no soy Superman. Voy a estar en la calle y también voy a estar en el escritorio porque hay que planificar. Vamos a tener cuatro o cinco voceros principales y varios voceros temáticos”. No fue un error que dijera que había demasiados generales. En esto sí se reafirma. “Este gobierno empezó con 31, ahora hay 86. Se ha desvalorizado el cargo. Me voy a sentar con mi equipo a hablar con cada uno y evaluar qué haremos”. Ni Superman ni Urresti, ¿Eliot Ness, el de “Los intocables”? “No, porque no soy policía. Seré ministro. Lo que es una pena es que el policía se pasa el 30% de su tiempo tecleando en una máquina, llenando papeles. Vamos a simplificar los trámites en las comisarías. Mira, a los policías los divido en tres, sin dar porcentajes. Los imprescindibles, los irrecuperables y en el medio los desmotivados, que son hijos y hermanos de otros policías. Imagínate, son familias que en el almuerzo hablan de lo mal que está su institución. Yo quiero sacar a los irrecuperables y con los imprescindibles ganar a los desmotivados”.

¿Has hablado con Fuerza Popular? “No, pero he oído a algunos de ellos y saludo que Luz Salgado se interese en conocer nuestros proyectos. Mi actitud va a ser la de enfrentarme a mis enemigos, la delincuencia y la corrupción. Yo parto del principio de que FP y las otras fuerzas quieren un país seguro. He leído los planes de gobierno y coincidimos en un 85%”. ¿En el 15% restante está el 24x24? “En la campaña se dijeron cosas que no están en los planes. El 24x24 va a ir desapareciendo”.

El sociólogo Basombrío empezó a interesarse en temas de seguridad en los 90, cuando trabajaba en el IDL. Gino Costa lo invitó a ser jefe del gabinete de asesores del ministerio que dirigía Fernando Rospigliosi. Cuando salió Rospigliosi, quedó Costa de ministro y Carlos de ‘vice’. Cuando la primera ministra Beatriz Merino volvió a llamar a Fernando, este pidió de nuevo a Carlos como ‘vice’. Pero en su lugar asumió Ricardo Valdés. Luego del toledismo, todos ellos confluyeron de consultores en temas de seguridad en la empresa CHS (Capital Social y Humano). Ahora, Valdés será viceministro del Interior y Rospigliosi podría volver al ruedo de la gestión pública.

¿Cuál fue tu mayor frustración en aquella primera experiencia? “Sentir que el presidente no nos apoyaba. No le pusimos el cascabel al gato y ahora se lo quiero poner”. ¿Realmente necesitan facultades? “Hay cosas que podemos hacer solos, y otras en las que necesitamos facultades, por ejemplo para legislar sobre la relación entre serenos y policías. Y necesitamos cambiar leyes orgánicas, eso va más allá de las facultades”.

¿Tenemos que resignarnos a que la delincuencia crecerá como crecen la población y el tráfico? “Claro que no.

Yo no me resigno, pero tampoco digo que va a desaparecer de un día para otro, porque no soy un mentiroso”.

—Cuidar el sistema—
Carlos viene de la izquierda. Militó en la JCR (Juventud Comunista Revolucionaria), igual que su buen amigo Alfredo Thorne, el próximo ministro de Economía. [Disclaimer: yo también]. Antes de que le haga la enumeración, Carlos se adelanta: “Junto con Alfredo, Coco [Jorge Nieto, próximo ministro de Cultura] y Gino [Costa, congresista y autor del plan de seguridad de PPK] somos una camada que ha infiltrado a los liberales [ríe]”.

Siguiendo con el buen humor, resumo: Antes querías cambiar el sistema, ahora luchas por mantenerlo sano y salvo. “He cambiado de forma de pensar. Pero de esa época reivindico la idea de cambiar el país. Ya no pienso para nada con la ideología tradicional de la izquierda, pero me queda la idea de que hay mucha injusticia y que no podemos seguir así por siempre”.

Ahora, para Carlos, el sistema se la juega en detalles pequeños y perniciosos detalles. “No se trata de mantener el sistema, sino de hacer que funcione en beneficio de todos. Si una persona cruza la luz roja, si embotella el tráfico, si cierra a otro vehículo, se va construyendo una sociedad en la que el que puede impone su fuerza. Una sociedad de ley es donde tienes la obligación de respetar los derechos de los demás. Sucede en muchos países. ¿Por qué habríamos de resignarnos? Las cosas cambian. Antes pocos pagaban impuestos, ahora muchos lo hacemos. El cinturón de seguridad se lo pone todo el mundo. Hay mil ejemplos de que las cosas pueden cambiar para bien y para mal”. Que la fuerza –y los recursos, el Gabinete, el presidente, la oposición y la opinión pública– lo acompañe.

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