‘Currículum Vita’. Ese es el pseudónimo detrás del cual, según un acta firmada por Jorge Barata, se habrían escondido siete pagos por US$320.000 al ex primer ministro César Villanueva. Un político que empezó su carrera en la izquierda y que terminó enarbolando el ‘regionalismo’ como bandera para crecer. Que presidió dos gabinetes ministeriales y que impulsó la vacancia de un presidente de la República. Esta es la historia de quien ayer se sumó a la larga lista de políticos mencionados en las delaciones de Lava Jato.
El martes, César Villanueva, fue detenido de manera preliminar por presunto tráfico de influencias cuando se encontraba en un restaurante del distrito de Los Olivos. La operación estuvo a cargo de agentes de la Diviac de la Policía Nacional.
La izquierda y Villarán
Villanueva, tarapoteño de 73 años, empezó su vida pública en la izquierda de los años ochenta. Apenas terminado el gobierno militar, postuló a la Cámara de Diputados con la Unidad Democrática Popular (UDP), un partido que —en años de atomización— fue uno de los primeros esfuerzos por formar un frente conjunto revolucionario.
Conformada por agrupaciones como el MIR, Vanguardia Revolucionaria y el Partido Comunista Revolucionario, la UDP fue el antecedente inmediato de la Izquierda Unida de Alfonso Barrantes. Aquella vez, sin embargo, Villanueva no tuvo suerte. Volvió a Tarapoto sin cargo congresal y fundó el movimiento regional Nueva Amazonía. Luego desapareció de la política.
Hasta el 2001. Entonces ya había abandonado al socialismo y postuló al Congreso por Somos Perú. Tampoco tuvo éxito. Su momento llegaría recién cinco años después. En el 2006, Villanueva volvió a mirar a la izquierda, pero esta vez ya no como militante, sino para buscar alianzas. Encontró a Fuerza Social. O a lo que fue su antecedente inmediato: el Partido por la Democracia Social (PDS).
Antes de que colocara en el sillón municipal a Susana Villarán —también identificada ayer por Barata bajo el ‘codinome’ Careca—, Fuerza Social fue un movimiento descentralizado de centro izquierda que apoyó a varios candidatos a gobernadores regionales en distintas zonas del país. En el 2006, mientras que Villarán obtenía apenas 0.6% de los votos en la primera vuelta de la elección presidencial, en abril, algunos de sus aliados tenían mejor suerte en la contienda municipal de noviembre.
Entre los líderes regionales que postularon apoyados por el partido de Villarán estaban Jesús Coronel en Cajamarca —luego adversario político de Gregorio Santos—, Vladimiro Huaroc en Junín —efímero candidato a la vicepresidencia con Keiko Fujimori en el 2016— y, en San Martín, César Villanueva. El 1 de enero del 2007, César Villanueva empezó finalmente su carrera como autoridad.
De la coca al cacao
Los años en los que Villanueva estuvo alejado de la política los dedicó al sector empresarial. Allí —quizás— cambió su enfoque por uno más ejecutivo. Según su hoja de vida, fue director de la productora y comercializadora de café y cacao Rainforest Trading. También ha sido gerente de desarrollo del Fondo de Contravalor Perú-Canadá, durante más de una década.
Esa vinculación con el café y el cacao fue su bandera política durante su periodo como gobernador regional de San Martín. Su gestión es recordada por la reducción significativa de los cultivos de hoja de coca en la región, que fueron reemplazados por café y cacao. En mayo del 2014, la expresidenta de Devida Carmen Masías dijo que, de 35,000 hectáreas de coca que había antes de Villanueva, sólo quedaban 700.
El desarrollo regional se convirtió entonces en su nueva cara política. En el 2008, en medio de esa retórica, su gobierno concesionó el mejoramiento y la rehabilitación de una de las tantas carreteras de la región: Cuñumbuque-Zapatero-San José de Sisa. La empresa encargada era una constructora brasileña que realizaba obras en todo el país: Odebrecht.
“El mejor canon de San Martín es su gente”, fue su eslogan de campaña, según su perfil de la PCM. Disminuyó en más de diez puntos porcentuales la desnutrición infantil de San Martín y logró la reelección como gobernador regional en el 2010. Hasta que, finalmente, su creciente popularidad regional entregó frutos. En octubre del 2013 la política nacional tocó a su puerta.
El breve premierato
“Vamos a ponerle alma, corazón y vida a este cargo, y la población puede sentirse segura de eso”, dijo César Villanueva cuando se inauguró como jefe del Gabinete de ministros de Ollanta Humala. Su principal atributo —añadió— era “el sentido común”.
Como reportó este Diario hace seis años, Villanueva se había ganado el favor de Humala luego del conflicto social suscitado por el proyecto minero Conga, en Cajamarca. Villanueva había convocado a sus colegas de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales —que entonces presidía— y los había convencido de que, en nombre del Estado de derecho, no debían respaldar el discurso de Gregorio Santos.
Fue el cuarto primer ministro del gobierno nacionalista. Reemplazó a Juan Jiménez Mayor y dejó el cargo de gobernador regional antes de que terminara su periodo. El primer paso de Villanueva por la política nacional, sin embargo, sólo duró cuatro meses.
En febrero, declaró a los medios que en su Gabinete se barajaba la posibilidad de realizar un nuevo aumento al sueldo mínimo, afirmación que fue desmentida inmediatamente por el exministro de Economía, Luis Castilla, y la ex primera dama, Nadine Heredia.
Ante la evidente desautorización pública, Villanueva tuvo que renunciar. Años después, declaró que lo hizo por la “intromisión” de Heredia en asuntos de gobierno. Heredia hoy también afronta un proceso penal que la vincula a la constructora brasileña Odebrecht.
“El vacador”
Tras su experiencia en el gobierno nacionalista, César Villanueva terminó de hacer su tránsito desde la política netamente regional a la nacional. En el 2016 ganó una curul en el Congreso con el partido de César Acuña, Alianza para el Progreso.
“Me ilusioné de que podíamos hacer cosas con el presidente Ollanta [Humala], no las pudimos [hacer] por hechos que ya son pasados”, dijo sobre su experiencia en el premierato.
Entonces el escándalo Lava Jato comenzó a explotar. En el 2017, ya desde su posición como parlamentario, Villanueva tuiteó: “He pedido que también se revise un proyecto que ejecutó Odebrecht en San Martín en mi gestión. Ahí frenamos sus apetitos”. Y luego, ratificó: “Todos los que hemos tenido algún proyecto en el que haya estado involucrado Odebrecht debemos estar a disposición de las autoridades”.
Lo que ocurrió luego está más o menos fresco en la memoria ciudadana. El expresidente Pedro Pablo Kuczynski se salvó de la primera votación de vacancia y Villanueva impulsó la segunda. “PPK debe hacer algunas aclaraciones respecto a su relación con Odebrecht y debe hacerlo inmediatamente. Los peruanos merecemos conocer si mintió y cometió delito o decidió omitir información”, volvió a tuitear.
Con la vacancia consumada, y el actual presidente Martín Vizcarra camino al poder, su nombre se barajó para volver a presidir el Gabinete. “El vacador no puede ser presidente del Consejo de Ministros”, declaró la todavía vicepresidenta —hoy enfrentada al gobierno— Mercedes Araoz. Pero Villanueva sí fue premier.
“Va a ser un gobierno muy sencillo, vamos a trabajar y visitar todas las poblaciones, no sólo cuando hay conflictos. [Me impulsa] el convencimiento de ayudar a otro provinciano a cambiar las cosas. Yo soy provinciano, como Martín Vizcarra”, declaró para TV Perú. Su discurso ya era totalmente regionalista.
El segundo premierato de Villanueva duró poco menos de un año. Hoy, luego de que Barata declarara que se le hicieron pagos para la concesión de la carretera Cuñumbuque-Zapatero-San José de Sisa, su bancada ha dicho que el congresista por San Martín se tomará una licencia mientras se esclarecen los hechos.
“Esperamos que se investiguen los hechos hasta determinar la verdad”, ha publicado el presidente en su cuenta de Twitter. La vinculación con Odebrecht podría ser uno de los últimos puntos en el CV político de César Villanueva.
*Esta crónica fue publicada en agosto pasado.