Los preparativos para el voto de confianza. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Los preparativos para el voto de confianza. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Fernando Vivas

La primera decisión drástica de para asegurarse la confianza que todas las bancadas ya anunciaron que le concederán (aunque no han dicho cuánto lo zarandearán antes de darle ‘like’) no tiene nada que ver con el discurso que el primer ministro leerá en el hemiciclo el miércoles 2. No está escrita en ninguna línea ni aludida entre líneas. Fue una decisión puramente política de control de daños: pedirle la renuncia a Daniel Córdova, tras el video donde a este se lo ve negociando, criollo y dadivoso, con sindicalistas de la pesca artesanal.

Villanueva quiere llegar ligerito, sin mochila pesada, a su cita con los congresistas el miércoles 3. Por eso, zanjó pronto con Córdova. Pensó que era mejor una breve turbulencia días antes del voto de confianza, en lugar de llegar inseguro al hemiciclo. Pero dejó sin bombero a un incendio. Los pescadores estaban felices con Córdova y, tras su salida, amenazan con soliviantarse. Al cierre de esta edición, no está designado el sucesor. Una fuente de la PCM me dijo que en el bolo estaban Juan Varilias, actual presidente de la Asociación de Exportadores (ÁDEX), y los viceministros actuales, Javier Atkins y Raúl Pérez-Reyes.

Consumada la primera baja en el Gabinete, y celebrado el largo Consejo de Ministros del martes 24, Villanueva se ha concentrado en recabar el ‘input’ de cada ministerio para que sus asesores lo junten, lo resuman, lo pulan y él le dé el toque final al leerlo. Por cierto, de acuerdo a ley, no valen discursos improvisados, tienen que ser leídos. Raúl Molina, el viceministro de Gobernanza Territorial (único ‘vice’ de la PCM), y Ramón Huapaya, jefe del gabinete de asesores, están en ese proceso de armar el rollo con las perspectivas sectoriales.

Indagué en el entorno de Villanueva y me dijeron que el punto de partida será, sin ninguna duda, el breve discurso de alrededor de 13 minutos que dio en su asunción de mando del 23 de marzo. Una fuente me dice que de hecho será más largo que el de Vizcarra, pero evitarán que sobrepase una hora. ¿Hablará de lo que el presidente llamó, sin darle contenido, un ‘pacto social’? Por lo menos, mencionará mucho la necesidad de dialogar, dice mi fuente, pero no hay una decisión sobre si, además de subrayar en el discurso su vocación de dialogar y concertar, planteará a los congresistas una suerte de acuerdo explícito. Lo más probable es que deje las cosas como están: un entendimiento implícito con quienes fueron sus aliados en la moción de vacancia contra PPK; un sutil intercambio de señales, consultas y vetos. Por lo demás, para la dupla en el poder, la idea de lograr acuerdos va más allá de bancadas y partidos, involucra a gremios y movimientos.

¿Villanueva ha convocado a la bancada ppkausa, supuestamente oficialista, para informarle y coordinar su participación en el debate que seguirá al discurso? Indagué tanto en la PCM como en la bancada y no se había producido ese encuentro. Sin embargo, el martes pasado, Vizcarra se reunió con la bancada y le contó a grandes rasgos lo que expondrá el primer ministro. Ellos hubieran preferido que también estuviera Villanueva.

—Los ejes de la carreta—
Los ejes del discurso sí me los dijeron con claridad: lucha contra la corrupción, estabilidad institucional, crecimiento equitativo y calidad de vida de la gente en áreas de salud, educación, seguridad ciudadana. Todo esto será desarrollado, me aclaran, con un sentido transversal, apuntando a la descentralización. Prepárense para la enésima reivindicación, en lo poco que va de este gobierno, de los valores provincianos y de la participación de las regiones en las decisiones de políticas públicas.

El moqueguano Vizcarra, como bien saben, comulga con esta visión y ya la puso en práctica llevando a más de medio Gabinete, incluido Villanueva, a atender a las autoridades puneñas. La región no fue escogida por gusto: además de una rápida bilateral con Evo Morales en Desaguadero, Puno es la primera y dramática región en casos de anemia infantil. De modo que prepárense, también, para anuncios inspirados en brechas y tops infames de ránkings de pobreza. Me dice, alguien de su entorno, que Villanueva es un “provinciano de sentido común, y el sentido común llama a hablar de ejemplos”. O sea, va a mencionar casos dramáticos, como el de Eyvi Ágreda, para reforzar sus propuestas sobre seguridad ciudadana.

Un tema capital sobre el que cualquier político tiene que abundar para que no lo tilden de indolente es la lucha contra la corrupción. En esta área, Villanueva está con suerte porque la reciente Cumbre de las Américas dejó una serie de recomendaciones que el Perú está simbólicamente obligado a cumplir por haber sido sede. Por lo pronto, ya se creó por decreto supremo, sin necesidad de iniciativa legislativa ante el Congreso, la Secretaría de Integridad Pública, que vigilará las políticas anticorrupción y dará capacidad de gestión a la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN), inocua como casi todas las comisiones. Ya se adelantó que esa secretaría vigilará las gestiones de intereses, o sea, los lobbies. Ese punto se puede tomar como una manera de marcar la diferencia con el gobierno de PPK.

Otra manera de marcar la diferencia con su antecesor y halagar a la tribuna vacadora será abandonando el énfasis en el destrabe de megaproyectos, para anunciar obras de impacto social y regional inmediato. Como me dijo otra fuente, Vizcarra y Villanueva quieren hacer obra “que se sienta en el bolsillo, en el corazón, en el bienestar de la gente”.