Alonso Segura, la piñata de todos; por Enrique Pasquel
Alonso Segura, la piñata de todos; por Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

Se ha puesto de moda golpear al ministro de Economía y echarle la culpa de todo lo malo que ocurre en el país. En CADE, de hecho, fue apaleado, en ausencia, por expositores, candidatos y asistentes. 

Yo he sido crítico de varios aspectos de la gestión del ministro de Economía. Creo, por ejemplo, que es mejor técnico que político y que yerra cuando le echa la culpa de la desaceleración casi exclusivamente a factores externos. Pero de ahí a convertirlo en la piñata de todos, como está sucediendo últimamente, hay un trecho muy largo. Y no solo largo, sino también peligroso. 

Lo cierto es que, dentro de este gobierno, el ha sido una de las voces responsables (y recordemos que Alonso Segura antes de encabezarlo fue su jefe de asesores). ¿Se acuerdan de los ánimos gran-transformadores con los que llegó Humala al poder? Pues es bien inocente creer que se le quitaron solo gracias a los consejos de Vargas Llosa y a que Nadine prefirió un estilo de vida lleno de carteras Louis Vuitton. La realidad es que, para fortuna de todos, en este gobierno hay un grupo de funcionarios (muchos de ellos del MEF) que, desde dentro, trabajan arduamente en desincentivar y desmantelar los impulsos estatistas del presidente y sus correligionarios en el nacionalismo. 

Es desde el MEF que se intentó frenar y poner candados a las múltiples iniciativas de aumentar la actividad empresarial del Estado (y no es poca cosa, pues si solo dependiera de Humala probablemente hoy tendríamos una empresa estatal de helados). Lo mismo sucedió con otras iniciativas de gasto sin sustento con las que llegó el presidente a Palacio. También fue este ministerio el que le hizo la contra a iniciativas antiinversión promovidas por otros sectores, como el Ministerio del Ambiente. 

El MEF, asimismo, ha sido un importante opositor de iniciativas económicas disparatadas e irresponsables en el Congreso, muchas de ellas provenientes de los mismos con gresistas oficialistas. Solo en la presente legislatura, por ejemplo, observó 20 dictámenes, la mayoría de ellos por contener insensateces que afectarían a nuestra economía o tendrían otros efectos indeseables. Entre otras, numerosas iniciativas de gasto prohibidas para el Congreso, el ingreso de Petro-Perú al lote 192, distorsionantes exoneraciones tributarias, la iniciativa para que los partidos políticos no puedan ser controlados por la Sunat, la creación de distintos beneficios sociales para miembros de las Fuerzas Armadas y la PNP que no tendrían cómo ser financiadas, y así varias más. 

Este gobierno ha tenido varios desaciertos económicos y muchos de ellos los he criticado desde esta columna. Pero quien está al tanto sobre cómo se mueven los hilos del poder sabe que los tropiezos han venido principalmente por el entusiasmo intervencionista del presidente, de su bancada y de algunos sectores ministeriales fanáticos de la regulación. Y, en todo este lío, el MEF ha sido predominantemente una voz sensata. 

Hoy, sin embargo, muchas personas celebran a los políticos en campaña que quieren usar al MEF de piñata. Keiko promete “un ministro de Economía que se ensucie los zapatos” y Acuña “un ministro que esté al servicio de los peruanos” Y el auditorio aplaude. Pero lo cierto es que esas son declaraciones vacías. Estamos mucho mejor con un ministro que pueda decirle al próximo presidente, por ejemplo, que es un disparate usar el fondo de estabilización fiscal para hacer obras públicas (como hoy varios candidatos proponen) pues, como ha señalado Ricardo Lago, eso parece una práctica de los 80. O que le pueda decir que no ande prometiendo la construcción de un tren bala, pues no hay forma realista de financiarlo. 

Alonso Segura puede haber cometido errores. Y hubiese sido bueno que reconociese que había más que hacer para evitar la desaceleración. Pero, en el balance, ha sido el adulto responsable en una casa llena de niños con ganas de hacer travesuras. Y si no nos damos cuenta de eso y festejamos que lo conviertan en piñata, nos corremos un gran riesgo: que el próximo presidente lleve a esa cartera a alguien que, en vez de ser un cajero responsable, decida financiarle la juerga al populismo, tal como se hizo en el pasado.

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