Francisco Petrozzi se vio forzado a abandonar la cartera de Cultura tras la salida del periodista Hugo Coya de la presidencia del IRTP. (Foto:Presidencia de la República)
Francisco Petrozzi se vio forzado a abandonar la cartera de Cultura tras la salida del periodista Hugo Coya de la presidencia del IRTP. (Foto:Presidencia de la República)
José Carlos Requena

Una de las motivaciones para la fue, según palabras del presidente , el ánimo obstruccionista que el mandatario hallaba. El lunes 30 de setiembre, tras narrar el destino de las iniciativas que planteó al Congreso, Vizcarra dijo: “Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para avanzar de manera concertada con el Parlamento. Sin embargo, es claro que la obstrucción y el blindaje no cesan ni cesarán a la hora de defender la corrupción, por lo que no habrá acuerdo posible en ese punto”.

Han pasado más de dos meses desde entonces y el principal obstruccionista del Ejecutivo parece ser, valga la contradicción, el propio Ejecutivo. No se entiende de otra manera el cúmulo de problemas que distraen la energía del gobierno, causados por el propio Gabinete.

Como se recuerda, el 4 de octubre el primer ministro Vicente Zeballos completó su Gabinete, tras varios días de espera. Entre ellos había cuatro nombres, que son los que han sido el centro de la atención en semanas recientes.

A las tempranas salidas de Jorge Meléndez y Zulema Tomás –en Desarrollo e Inclusión Social, y Salud, respectivamente– se unió esta semana la de , que se vio forzado a abandonar la cartera de Cultura tras la salida del periodista de la presidencia del IRTP. ¿Eran desenlaces que podían prevenirse?

Meléndez y Tomás no eran nuevos en la administración pública, por lo que resultaba un paso obligado revisar sus antecedentes, entre los que –de haber actuado con diligencia– podrían haberse encontrado las denuncias por las que tuvieron que abandonar sus cargos.

El caso de Petrozzi, al no deberse a antecedentes, era más difícil de advertir. Pero vale la pena preguntarse si su antecesor, el breve Luis Jaime Castillo, estaba haciendo una gestión que debía detenerse. ¿Respondió acaso el nombramiento de Francisco Petrozzi a un premio a la disuelta Bancada Liberal, que en algún momento se convirtió en el bastión oficialista en el Parlamento, a la que pertenecían tanto Zeballos como el ministro saliente? ¿O era Petrozzi una cuota de algún otro actor político?

El regreso de Edmer Trujillo al Gabinete fue, cuando se anunció, algo difícil de entender, dadas las dudosas credenciales que había exhibido en su primer paso por el MTC. Hoy que es fruto de una presión adicional y podría convertirse en la cuarta baja del Gabinete Zevallos, es indudable que la reincorporación de Trujillo es un pasivo adicional con el que el régimen ha decidido cargar, sabe Dios por qué razón.

Con la fáctica desactivación de la oposición desde hace varias semanas, el país distraído en una (aún fría) campaña electoral y las encuestas de opinión pública que todavía ubican a Martín Vizcarra en una posición importante (Datum: 64%), es evidente que estamos ante una situación insólita: Vizcarra y su entorno parecen haberse convertido en el principal frente obstruccionista del gobierno. Tomando prestado el título de la melosa salsa de Eddie Santiago, parecen un extraño caso de ser antídoto y veneno