El cheque en blanco del 2016, por Juan Paredes Castro
El cheque en blanco del 2016, por Juan Paredes Castro
Redacción EC

El estallido de la crisis política en el obedece a la misma razón que mueve a los demás partidos en la carrera electoral: jugarse enteros por alcanzar el poder o evitar quedar fuera de él, y no por ofrecer una alternativa de gobierno.

Los estrategas de campaña consideran una idiotez arriesgar el poder por el poder a la vuelta de la esquina, a cambio de una alternativa de gobierno que después puede cambiarse o negociarse, como hizo , adecuando su hoja de ruta a las circunstancias, socios y garantes del momento.

Si el Partido Popular Cristiano hubiera tenido que renovar cuadros y liderazgos en otra circunstancia que no sea la electoral de hoy, quizás habría administrado mejor sus pugnas internas y bajezas de callejón. Las pasiones en llamas por una apuesta apresurada de sobrevivencia, en alianza con el Apra, y otra de probable extinción, sin alianza alguna, lo han llevado a exhibir por primera vez en 50 años sus debilidades más extremas.

En una entrevista con Enrique Chávez, de “Caretas”, , el fundador del PPC, reconoce con lucidez que su partido supo hacer política (de la buena que se recuerde) con personalidades valiosas (Mario Polar Ugarteche, Roberto Ramírez del Villar y Ernesto Alayza Grundy), pero no logró comprender que el poder se conquista con las masas. Retirado prematuramente del mando del PPC, Bedoya Reyes tiene que reconocer también que el poder que dejó en y era para que “lo ejercieran” como lideresa y presidente, respectivamente, y no para que ambos, destemplando las cuerdas del partido, lo arrastraran al filo del abismo.

Correr a tropezones detrás del poder, sin la menor idea de qué se piensa hacer con él ni, peor todavía, con qué medios y recursos, resulta cada vez más peligroso para cualquier democracia. Hay sectores todavía convencidos de que la suerte del crecimiento económico puede convivir con la suerte del desastre institucional. El gobierno de Humala es la demostración más palpable de cómo el desprecio por la vida institucional democrática y el consiguiente deterioro de la confianza interna y externa han socavado los más sensibles factores de crecimiento económico .

Si de aquí a febrero, primero, y hacia abril, después, no tenemos un cambio de conducta en las principales candidaturas presidenciales, en una consideración siquiera básica de lo que la institucionalidad política demanda, los peruanos, castigados por el voto obligatorio, vamos a terminar endosando un cheque en blanco por cinco años más, como si un nuevo tiempo perdido fuese una alegre broma.

A estas alturas no sabemos cuán merecidos sujetos de endose electoral y de crédito presidenciable terminarán siendo, el 10 de abril del 2016, Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski, César Acuña y Alan García, que busca su tercer mandato. Dependerá de las alternativas de gobierno que nos ofrezcan y de cuán más despiertos y sensatos, y menos fingidos e ingenuos seamos en las ánforas los votantes, hoy cargados de inseguridad, temor e incertidumbre.

MÁS EN POLÍTICA...

TAGS