¡Ahora, a concertar con Humala y Nadine!, por J. Paredes Castro
¡Ahora, a concertar con Humala y Nadine!, por J. Paredes Castro
Redacción EC

El primer ministro ya hizo lo que se creía en él imposible: comerse todos los sapos y lagartos de la oposición aprista y fujimorista. Y dejar que esta literalmente engulla también los exabruptos suyos: aquellos de cuando era ministro de Defensa y aquellos otros que vienen de muy atrás.

Pero este borrón y cuenta nueva logrado en la cancha de sus mayores adversarios tiene que recordarle a Cateriano que le falta la faena más difícil y decisiva: la de abrirse espacio y oxígeno en su propio cargo, recuperando, para sí, funciones y prerrogativas que el presidente ha puesto en manos de su esposa, .

Cateriano podrá decir que esto no es cierto  y que con él no pasará lo que ha pasado con sus predecesores en la PCM.

Es natural que piense así. La propia “pareja presidencial” desea fervientemente que su primer ministro viva su primavera de diálogo y concertación, que de por sí nos parece exitosa, inclusive con la sensación, desde ahora, de que obtendría el voto de confianza del Congreso.

El problema sobrevendrá a la hora en que con voto de confianza y todo, el dialogante y conciliador Cateriano tenga que manejar la siguiente disyuntiva: pasar a guardar sumisamente las apariencias de primer ministro en el Gabinete, o conservar, con la cabeza en alto, su gravitación política y democrática de las últimas semanas en un claro reclamo de su papel de segundo de a bordo del gobierno.

De ahí que antes de ir a solicitar el voto de Confianza del Congreso, tiene que dialogar y concertar con sus amigos Ollanta y Nadine. Debe convencerlos de que tienen que gobernar, en términos legales y constitucionales, con un primer ministro de verdad, y sin ponerle las zancadillas que ya le ponen desde ahora.

Cateriano sentiría, sin duda, horror de ser un matasellos cualquiera, como lo fue el ex primer ministro Juan Jiménez.

Se trata de afinar la tensa y compleja convivencia de un primer ministro a todas luces demócrata, defensor de la ley y la Constitución, con una pareja autoritaria, que no parece creer estar haciendo gobierno sino campaña política y que por lo mismo quizás sueña todavía en una reelección conyugal de “camino despejado”.

Los discursitos de Humala en los pueblos jóvenes, quejándose de por qué no llega el Estado a donde tiene que llegar, simplemente desconciertan, viniendo del presidente de todos los peruanos, que debiera estar dedicado a eso: a llevar el Estado allí donde no existe, en lugar de lamentar lo que otros presidentes no hicieron.

Si para Cateriano va a ser una hazaña conquistar su sitio como segundo de a bordo del gobierno, más le va a costar ponerse a la cabeza del liderazgo que necesitamos en la política económica, en las garantías a las inversiones, en la lucha contra el crimen, en la seguridad jurídica y por la estabilidad política del país.

Simplemente porque se trata de un liderazgo que el presidente Humala no parece querer asumirlo seriamente.

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