Otro hito con miras a tener un voto informado en las elecciones del 11 de abril tuvo lugar el domingo que pasó, cuando 5 de los primeros 6 candidatos en las encuestas más recientes se presentaron al debate presidencial organizado por América TV y Canal N. Fue una buena oportunidad para conocer más las propuestas y mensajes de cada candidato y, me parece, una decisión que puede resultar costosa para el notorio ausente de la noche, dadas las limitadas instancias que esta campaña electoral ha tenido de concitar la atención del electorado.
Si bien la evaluación del desempeño de cada candidato tiene obvios elementos subjetivos, el propio sondeo de los organizadores, que contó con casi 200 mil votos, confirmó la sensación de ganadora que dejó Verónika Mendoza. Aunque la candidata de Juntos por el Perú estuvo algo lacónica en su discurso inicial, rápidamente cobró fuerza desde el siguiente round, donde volteó una pregunta de Federico Salazar sobre la ineficiencia del Estado durante la pandemia hacia los abusos del sector privado, en línea con su plataforma ideológica, y desde allí no cedió. Claramente salió en búsqueda de Yonhy Lescano, su verdugo en zonas cruciales del país, con quien protagonizó más de un intercambio.
Le ayuda a Mendoza que no sea este su primer debate, sin duda. Hay una ventaja a la hora de transmitir mensajes con claridad y evitar errores no forzados. Keiko Fujimori cuenta también con esa experiencia, con tres campañas presidenciales a cuestas, pero hay una tensión entre su mensaje de mano dura y la necesidad de proyectar una imagen menos agresiva o confrontacional a la que marcó su partido en el último lustro que parece dejarla en una posición a medio camino entre ambas.
Si la experiencia juega a favor de Mendoza y Fujimori, la falta de kilometraje pareció afectar el ritmo de Forsyth, aunque para ser su primera vez en un escenario así no desentonó del todo. En el sondeo mencionado líneas arriba incluso aparece segundo, quizás porque fue el que tuvo la chance de responder a Urresti, estacionado este en su zona de confort jugando al bufón.
Con Lescano, el puntero en la carrera por ahora, fue notoria la memoria muscular en sus movimientos tras dos décadas en el Congreso, dirigiéndose en el set de televisión como si estuviese en un hemiciclo, y aunque recibió ciertos golpes, el propio sondeo lo coloca por encima de Fujimori en el tercer lugar.
¿Le habrá perjudicado a los ausentes, voluntarios o excluidos, no haber asistido? Sospecho que las expectativas sobre ellos y su performance crecerán para el siguiente y último debate, y como todo en la vida, la práctica hace la perfección. Tener un debate o más en el bolsillo, como lo demostraron las dos candidatas en el debate del domingo, impacta en el desempeño final.
Claramente la experiencia no lo es todo, como lo probó Alan García en el último debate que protagonizó, o también Toledo, que se convirtió en un meme luego de deambular por el set en plena transmisión, ni los debates son determinantes. Pero con márgenes tan estrechos y lealtades tan precarias, cualquier escenario o evento puede servir para atraer algo de indecisos o quizás robarles unos cuántos votos a competidores directos.
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