La negativa de la bancada de Fuerza Popular de respaldar un proyecto de ley que determinaría la libertad de presos de más de 70 años que no supongan peligro para la sociedad –lo que beneficiaría directamente al ex presidente Alberto Fujimori– dio pie a que surgieran las versiones de que esto obedecía a la existencia de dos facciones en el fujimorismo: los ‘albertistas’ y los ‘keikistas’, modo de llamar a quienes se inclinan por seguir el liderazgo de Keiko y quienes se mantienen fieles a Alberto Fujimori.
Los fujimoristas no quieren hablar de división, pero es innegable que esta existe: es real y así se percibe.
Ni el más ferviente fujimorista puede soslayar la existencia de un neofujimorismo, encarnado en quienes reconocen el liderazgo de Keiko. Le dan crédito a las reformas económicas que ejecutó Alberto Fujimori, a su lucha contra el terrorismo, pero rechazan decididamente las violaciones de los derechos humanos que se dieron durante su régimen, y no intentan justificarlo, como desgraciadamente lo hacen quienes le perdonan todo al ingeniero.
Y es este nuevo movimiento el que quiere llegar a quienes incluso en su momento combatieron decididamente el régimen de Montesinos y Fujimori. Y parece que así lo han entendido los militantes de Fuerza Popular.
¿Existe un fujimorismo sin Fujimori? Es justamente en demostrar que sí en lo que está empeñado Fuerza Popular, nombre del partido fundado por Keiko, que pretende perdurar en el tiempo. Recordemos que el ex presidente, para cada contienda electoral, formó agrupaciones que mutaban de nombre. Y esa huella es la que pretende borrar Fuerza Popular.
En esa lógica parece entendible el rechazo de la bancada naranja a promover el proyecto de ley que beneficiaría directamente a Alberto Fujimori. Y lo que resulta aun más sorprendente es que haya sido el propio ex mandatario quien dijo que sería un deshonor tener una ley con nombre propio. ¿Y la ley Susana? O es que ya nos olvidamos que fue precisamente él y su ‘Nueva Mayoría’ en el Congreso quienes dieron la ley para impedir postular a familiares directos del jefe de Estado, acabando de esa manera con las pretensiones de Susana Higuchi, que por entonces tenía intenciones de postular a la Presidencia de la República.
¿Y el papel de Keiko? Sin duda su posición no debe ser fácil.
Por un lado tiene que promover y liderar la opción y todo lo que significa Fuerza Popular, pero por el otro lado es la hija de Alberto, con todo lo que ello conlleva. Es decir, Keiko no hubiera entrado a la política si no se apellidara Fujimori; a la vez, quiere marcar distancia de todo lo negativo que su apellido también encarna. Es decir, se encuentra en la disyuntiva de ser Fujimori y a la vez prescindir de Alberto. ¿Lo logrará?