¡Extractivismo, vade retro!: Análisis de la izquierda peruana
¡Extractivismo, vade retro!: Análisis de la izquierda peruana
Fernando Vivas

El jueves 9 de abril, cuando hizo de anfitrión de l a Coalición Progresista Unión de Fuerzas de Izquierda (CPUFI), el nuevo frente izquierdista rumbo al 2016, pasó lo que tenía que pasar. Se creó una alianza y se estableció un cisma.

Entre los aliados del CPUFI descollan , lideresa de Fuerza Social; y sus Ciudadanos por el Cambio; el MAS de Gregorio Santos; la Patria Roja de siempre, y el Partido Humanista del anfitrión Simon con su codiciada inscripción vigente en el JNE (por cierto, Yehude, además del vientre de alquiler hubo de entregar una prueba de amor: en los días previos a la foto difundió una nota de prensa conteniendo su mea culpa por haber sido primer ministro de García durante el ‘baguazo’ del 2009, pues sus aliados querían marcar toda la distancia posible con la masacre).

Hasta ahí la foto de la alianza. El cisma vino a las pocas horas, en la misma tarde del 9, cuando apareció en You Tube un video que no parecía ni partidario ni institucional: varios rostros ponchados en plano medio, pronuncian, cada uno, una palabra –igualdad, justicia, diversidad, salud, educación, sueños, memoria, respeto, agua, territorio, pachamama– y al final se reúnen en un plano de conjunto rubricado con este mensaje: “Es tiempo de cambiar el Perú”. Todos los semblantes son jóvenes y frescos, salvo el de Hugo Blanco, anciano sobreviviente de frentes y revueltas, quien, al día siguiente, difundió una nota aclarando que su presencia en el video era estrictamente amical, y no se comprometía con nadie. Quienes dan un paso delante y hablan por los demás en el spot son (33 años), ex regidora estrella de Susana Villarán, y (34), congresista cusqueña. Son las chicas símbolo de otra izquierda.

Además del promedio de edad, ¿qué separa del CPUFI a Verónika, a Marisa y a Tierra y Libertad, el partido en el que milita esta última? Noten en la enumeración de palabras dos que parecen sacadas de otra serie. Agua y territorio. Por ellas se mata y por ellas se divide la gente. Por ellas se encabritó Cajamarca cuando Salomón Lerner, primer premier de Humala, intentó negociar el “Conga va”. O sea, Lerner y el CPUFI apuestan a la extracción minera, a pesar de su impacto ambiental; Verónika y Tierra y Libertad no.¡El extractivismo! ¡Eso los divide!

LAS MINAS DEL REY SALOMÓN
El agua de riego peligra con agotarse o contaminarse donde la mina coexiste con el agro, y el territorio se viola cuando hay pueblos indígenas que lo asocian a su identidad. Tal es el corazón de la erizada sensibilidad antiminera. De ella se nutre la construcción teórica del extractivismo.

El término empezó a popularizarse alrededor de 1997, en Brasil, asociado a la tala y sus efectos en la deforestación de la Amazonía. Demoró más de una década en identificarse con la extracción de minerales e hidrocarburos y adquirir su explosivo contenido político. Lo puedo resumir así:

Extractivismo es el modelo económico que depende en gran medida de la extracción de recursos no renovables, con poco valor agregado, de gran impacto ambiental y destinados fundamentalmente a la exportación. Hasta ahí la formulación elemental del extractivismo, que hemos oído hasta el hartazgo, y que tiene por sus primeros enemigos naturales a la izquierda ambientalista y a los líderes campesinos e indígenas de las zonas de prospección y explotación. Pero la realidad y el pensamiento de izquierda  nunca son tan sencillos. La sociedad muta y se complejiza y el intelectual orgánico tiene que actualizar sus ismos.

Resulta que varios izquierdistas latinoamericanos la pegaron de antiextractivistas cuando candidatearon y, una vez en el poder, gobernaron sin tocar su vapuleado modelo primario exportador. Es más, hasta lo reforzaron, como el chavismo en Venezuela (petróleo) y Evo Morales en Bolivia (gases y, en parte, soya, que también hay ‘extractivismo agrario’). 

Lee el informe completo en la edición impresa de El Comercio.

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