“Nos contó una fuente muy confiable: un emisario de García se acercó a la Embajada de Costa Rica”. (Foto: Mario Zapata)
“Nos contó una fuente muy confiable: un emisario de García se acercó a la Embajada de Costa Rica”. (Foto: Mario Zapata)
Fernando Vivas

Muy temprano se conoció la decisión del gobierno de Uruguay de rechazar el pedido de asilo presentado por el ex presidente , el sábado 17 de noviembre. El ex mandatario permaneció en la residencia del embajador de ese país en Lima hasta hoy lunes.

El 29 de noviembre, El Comercio publicó el siguiente informe:

La gran sorpresa ocurrió el domingo 18 cuando el embajador uruguayo, Carlos Barros, llamó, en tono de protocolar y a la vez compungida gravedad al vicecanciller Hugo de Zela para decirle que tenían un huésped de peso. En realidad, buscó primero al canciller Néstor Popolizio, pero no lo encontró porque estaba en la cumbre de APEC en Papúa Nueva Guinea.

De Zela pisó el acelerador, avisó a Popolizio y buscó personalmente al presidente Vizcarra. Había que enterar a la población, cosa que se hizo sin más dilación, y diseñar los primeros pasos de una estrategia para que Uruguay revirtiera lo que olía a decisión tomada. Porque, ojo, el embajador Barros –me lo confirman fuentes diplomáticas– fue claro al transmitir a De Zela que su cancillería lo instruyó, el sábado en la noche, para dejar entrar a porque lo iban a asilar. Se deduce que el aprista había entablado, por sí mismo o a través de emisarios, un auspicioso contacto con el presidente Tabaré Vázquez.

Una fuente del gobierno me contó que una de las razones fundamentales de la llamada que ese mismo día hizo el presidente Vizcarra a Vázquez fue decirle que, de acuerdo con la convención de Caracas, si bien el país asilante tiene libertad para evaluar y decidir lo que quiera, el país del asilado tiene, al menos, la prerrogativa de alcanzarle información antes de que el otro decida. Vizcarra precisó a Vázquez que, dado lo sorpresivo del caso, la documentación no se la podía entregar de inmediato sino en un par de días, el martes 20. Vázquez asintió, como quedó claro en los comunicados de su cancillería. De esta forma, la diplomacia peruana le dio relatividad a lo que parecía un asilo consumado. El canciller Rodolfo Nin, que en sus primeras declaraciones a la prensa uruguaya parecía alineado con la prematura posición pro asilo, introdujo el matiz provisional.

También se ganó tiempo, por lo menos dos días, para que voces dentro de Uruguay dieran su parecer crítico y el asilo se convirtiera en debate obligado con las distintas tendencias dentro de la coalición del Frente Amplio. Es más, me dicen que, dada la trascendencia del tema, es probable que Vázquez espere un Consejo de Ministros para tomar la decisión, pues en esa instancia está representada la coalición del Frente Amplio.

—Protégeme, San José—
Las declaraciones de Vázquez el lunes, diciendo que se tomaría el tiempo necesario para lo que su canciller Nin llamó “una decisión difícil”, deben haber acrecentado los temores de García y su entorno sobre un ‘no’ uruguayo y una consiguiente invitación a abandonar la casa de Barros. Solo así podemos entender lo que nos contó una fuente muy confiable: un emisario de García se acercó a la Embajada de Costa Rica. En ausencia de su embajador, fue recibido por el encargado de negocios Charles Hernández. Este, con prudencia, no solo dijo que consultaría con sus superiores, lo que es obvio en estos casos; sino que llamó a nuestra cancillería a pedir información.

Una fuente diplomática me ha confirmado que la historia con Costa Rica es cierta. Contacté a Hernández a su correo y esta fue su respuesta: “Esta embajada no ha recibido ninguna solicitud oficial por parte del ex presidente Alan García o algún representante”. No es una contradicción con la historia relatada más arriba, pues no se trató de una solicitud oficial sino de indagaciones previas.

—También Chile—
La semana pasada, fuentes diplomáticas nos contaron que, antes o simultáneamente con sus tratos ante Uruguay, García consultó la posibilidad de asilo ante Colombia, México y también Chile. Costaba creer que lo hiciera ante un país con el que tenemos una relación tan intensa y compleja, pero a través de fuentes de la delegación que asistió el martes al Gabinete Binacional Chile y Perú, me enteré de esta historia:

Antes del episodio uruguayo, García habría contactado al Gobierno Chileno indagando sobre la posibilidad de asilo. El canciller Roberto Ampuero habría conversado del tema con el presidente Sebastián Piñera durante la cumbre de APEC. Con una visita de Vizcarra en camino y un momento auspicioso en la relación bilateral, es fácil adivinar que el Gobierno Chileno puso freno a esas temerarias indagaciones.

La decisión uruguaya es impredecible y por eso es probable que García esté haciendo indagaciones ante otras embajadas. Si le dan el asilo, el gobierno está obligado por convenio a otorgar el salvoconducto, pero al no haber plazo establecido, tendría un margen de juego y de suspenso. Si se lo niegan, que es a lo que están apostando decididamente Palacio y cancillería en estos días, es probable que Uruguay le dé al huésped forzado un tiempo prudente para que abandone discretamente su residencia antes de hacer público el rechazo.

Al cierre de esta edición nos devolvió la llamada Ricardo Pinedo, asistente de García, negando que se hayan acercado a otra embajada, pues –afirmó– respetan el trámite iniciado ante Uruguay.