El viernes último, Zulema Tomás renunció al Ministerio de Salud. Su presencia en el Ejecutivo era insostenible, pese a que Martín Vizcarra la había ratificado en el Gabinete cuando los pasivos de su gestión eran lamentables.
Hace unos días, Vizcarra ratificó a Tomás tras conocerse que su esposo trabajaba como coordinador de gestión de la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp), pese a que la ley lo prohíbe. “Está haciendo un excelente trabajo y obviamente que [su esposo] ya no trabaja. En todo caso, fue decisión de la institución donde trabajó [Sunarp]. Hay que evaluar en función del trabajo que está realizando”, decía entonces el mandatario.
Vizcarra no tomó en cuenta que durante la gestión de Tomás murieron 1.200 niños prematuros por falta de incubadoras, pues pese a ello continuó en el Minsa. Ya lo dijimos en este espacio el pasado 9 de setiembre. “Si la muerte de 1.200 niños por la ineficacia e indolencia de un Estado que tiene invertidas sus prioridades no hace reaccionar a las autoridades, nos preguntamos qué tendrá que pasar para que por fin alguien se decida a gobernar”.
A Vizcarra tampoco le importó que la ahora exministra de Salud haya sido incapaz de ejecutar el presupuesto destinado a la compra de medicinas. El 45% de la partida destinada a este rubro no se ha gastado.
La emergencia de dengue en Madre de Dios que ha dejado 16 muertos también ocurrió bajo el mando de Tomás en el Minsa.
Tomás deja el cargo dos meses después de las muertes de los niños por falta de incubadoras. Parece que la vida de los peruanos no importa tanto a la hora de remover a un ministro del Gabinete. El escándalo tiene que involucrar a familiares y hacerse insostenible para que se decida apartar a un funcionario.
El caso de Tomás no es el único que escandaliza en un gobierno al que la población le pide resultados tras los fuegos artificiales del irregular cierre del Congreso. El ministro de Transportes y Comunicaciones, Edmer Trujillo, es reincidente.
El titular del MTC renunció al Gabinete en abril de este año tras revelarse que durante su gestión se habilitaron más de 100 terminales terrestres, entre ellos, el de Fiori, donde murieron 17 personas. Trujillo volvió a formar parte del Consejo de Ministros tras el cierre del Congreso del 30 de setiembre.
Y como quien no tiene nada que perder, Trujillo declaró el viernes –ante la sorpresa incluso de la llamada ‘coalición vizcarrista’–, que si las empresas del ‘club de la construcción’ se van del país “¿con qué construimos?, ¿cómo construimos?, ¿a quiénes traemos?, ¿quiénes vienen? También es un tema que hay que ver, que hay que tomar en cuenta”. Algo así como el “roba pero hace obra” de las empresas privadas y en versión Trujillo.
Los casos de Tomás y Trujillo son acaso los más visibles de lo que es un gobierno sin rumbo y que usó el cierre del Congreso para recibir el aplauso fácil de un pueblo que ya se está cansando de esperar, y que solo les pide a sus autoridades que sean capaces de ofrecerle la oportunidad de tener una vida mejor.