En marzo de 2023, el Ministerio de Salud (Minsa) advertía que el Perú era el tercer país con más altos índices de sobrepeso en Latinoamérica y exhortaba a los peruanos a cambiar nuestros hábitos alimenticios. Asimismo, señalaba que es el consumo de alimentos altamente calóricos, alimentos procesados y bebidas azucaradas, sumado a la poca actividad física, el causante de esta problemática que de no controlarse a tiempo, podría desembocar “en el desarrollo de hipertensión, diabetes, problemas de colesterol, triglicéridos, enfermedades cardiovasculares y hasta derrames cerebrales”.
Es aquí cuando nos preguntamos por qué vivimos un escenario tan adverso y una de las respuestas podría ser “la falta de educación nutricional”. ¿Y esto qué significa? respondámonos con las siguientes tres preguntas: ¿Sabes lo que necesita realmente tu cuerpo para estar bien nutrido?, ¿Con qué frecuencia vas al nutricionista? ¿Sabes leer las etiquetas de los alimentos?.
“Cuando salimos a hacer las compras al supermercado, vemos que la mayoría de consumidores no se detiene a revisar la información nutricional y esto es por una falta de educación sobre el tema y la falta de entendimiento para saber dominar estos conceptos”, señala Ernesto Godoy, nutricionista del Servicio de Salud de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en conversación con El Comercio.
“Muchas veces las personas cuando ven las etiquetas no comprenden muy bien qué significan los nombres que figuran ahí, los valores por porción, no conocen el concepto de las calorías, y pueden creer que varios nutrientes son buenos cuando en realidad no es así. Es por esa razón que aparece este etiquetado frontal conocido como Octógonos cuya lectura es más fácil de entender porque simplemente te dice si, por ejemplo, el producto es alto en azúcar o no. Esto, para una persona que está cuidando sus niveles de azúcar o que tiene que resistencia a la insulina o diabetes controlada o una mujer que tiene síndrome de ovario poliquístico, es muy valioso porque ya sabe que ese producto no le viene bien debido a su diagnóstico. Entonces el etiquetado frontal sí funciona y está demostrado que ayuda bastante en la elección del producto”, explica Godoy.
Aprendiendo a leer la etiqueta de alimentos
Dejando de lado los octógonos, detengámonos a revisar lo que tenemos que tener en cuenta antes de comprar un producto. Lo primero que debemos revisar, según Luis Olivera Montenegro, director de la carrera de Ingeniería Agroindustrial y Agronegocios de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), es el registro sanitario.
“Esto es algo que forma parte de nuestra regulación nacional. La DIGESA es la autoridad que autoriza a las empresas a comercializar alimentos y el requisito principal es que tengan un registro sanitario. En segundo lugar, debemos leer la denominación que tiene el producto”, nos aclara el especialista en entrevista con este diario.
“Por ejemplo, si estamos hablando de un jugo de naranja, revisemos no tanto el nombre comercial sino la denominación del producto. Así, encontraremos que hay varias clasificaciones, entre ellas:
-EL JUGO DE FRUTA-, el cual tiene un 100% de extracción de fruta, sin azúcar añadida.
-EL NÉCTAR- es el jugo de frutas al que se le añade agua y, por tanto, azúcar añadida. Esto hará que varíe un poco su composición natural y esté compuesto de una mayor cantidad de carbohidratos y calorías.
-LAS BEBIDAS DE FRUTAS- este producto tiene una mayor cantidad de agua y azúcar añadida que el néctar.
Un dato a tener en cuenta en este punto es saber que si en un producto encuentras el término: “SABOR A...”, significa que este no tiene el sabor natural del alimento sino que se le ha agregado un sabor. Entonces habría que ver en la lista de ingredientes si este agregado es natural o artificial.
Una vez que hemos revisado la denominación del producto, toca leer la lista de ingredientes y acá el orden en que estén descritos estos juega un papel primordial.
“Normalmente va de mayor a menor, es decir, el primer ingrediente (el de mayor proporción) estará en primer lugar. Por ejemplo, si en un alimento, en este caso “el jugo de fruta” vemos que en la lista de ingredientes está en primer lugar el azúcar y la grasa, significa que ese alimento va a tener un alto contenido de azúcar y grasa (dos de los ingredientes más críticos que se conocen).
”El término SIN”
Otro dato a tener en cuenta al leer las etiquetas de alimentos es entender un término que vamos a encontrar en muchos productos: el llamado término SIN.
“El término SIN me va a indicar que hay aditivos (químicos en el producto). Entonces si alguien busca algo natural, lo recomendable sería que en la lista ingredientes no encuentre un ingrediente que tenga algún número”, indica Olivera.
Revisemos esto comparando tres bebidas de naranja, disponibles en el mercado.
EJEMPLO 1: Bebida de Naranja - Caja 1L
Para verificar esta información, revisamos la lista de ingredientes de una Bebida de Naranja, disponible en cualquier supermercado. En ella podemos leer:
Ingredientes: Agua tratada, Azúcar blanco, Jugo concentrado de naranja, Regulador de acidez ácido cítrico sin 330, Regulador de acidez citrato trisódico sin 331iii, Espesante carboximetilcelulosa sódica sin 466, Espesante goma guar sin 412, Saborizante natural a naranja, Saborizante artificial a melaza, Saborizante artificial a naranja, Vitamina c, Edulcorante sucralosa sin 955, Edulcorante glicósidos de esteviol de estevia sin 960a, Colorante sin 160ai.
Esta descripción, en palabras de Olivera, nos indica que el azúcar y el agua están en primer lugar mientras la fruta está en tercer lugar. Asimismo, la cantidad de productos SIN nos revela que hay una presencia química grande en el producto.
Sobre estos reguladores de acidez que vemos en la bebida de naranja, Olivera explica que la función que cumplen es la de balancear y conserve el tiempo del producto. “Sin embargo, el ácido cítrico se puede sintetizar en un laboratorio, por tanto, ya depende de cada fabricante, si es que usa un ácido cítrico artificial o uno que puede ser natural también, que es el que se extrae de la cáscara de la fruta. El problema es que este dato, el consumidor no tiene cómo saberlo, ya que no se indica en la etiqueta del producto”.
En ese sentido, y volviendo a lo dicho por Godoy al inicio de este artículo, el consumidor suele perderse entre tanto nombre técnico que aunque están permitidos, dificulta su entendimiento entre los consumidores.
“Por ejemplo, algunos productos no te especifican el total de sus ingredientes. Te pueden decir que tienen poca grasa pero es muy probable que sea grasa saturada. O cuando te dicen: carbohidratos totales 15 gramos por porción pero resulta que revisas la lista de ingredientes y esos 15 gramos de carbohidrato en realidad son 15 gramos de azúcar. O cuando lees: grasa parcialmente hidrogenada que no es más que la “grasa trans”, explica Godoy.
EJEMPLO 2: Néctar de Durazno - Botella 900 ml
Luego de revisar la bebida de naranja, pasemos a analizar un néctar de durazno en botella de 900 ml.
Ingredientes: Agua, Pulpa de durazno, Jugo de durazno a partir de concentrado, Estabilizador pectina (sin 440), Regulador de acidez ácido cítrico (sin 330), Edulcorante sin 955, Edulcorante sin 960 a, Antioxidante (sin 300), Sustancia conservadora (sin 211), Sustancia conservadora (sin 202), Saborizante idéntico al natural a durazno.
“En este caso, el néctar este sí tiene una mayor cantidad de fruta, en comparación con la bebida de naranja arriba descrita. Sin embargo, al tener agua en primer lugar va a necesitar que se le agregue algunos aditivos, de repente, hasta tiene los mismos aditivos que la “bebida” pero en menos cantidad”, explica Olivera.
Otro dato a tener en cuenta en este punto es que “el hecho de que un néctar de fruta tenga una mayor cantidad de agua tratada, disminuye su nivel de dulzor y para recuperarlo tiene que agregar azúcar, la cual va a elevar su aporte de calorías proveniente de carbohidratos; sin embargo, para evitar tener octógonos en la etiqueta y disminuir costos de producción, las empresas optan por utilizar edulcorantes”.
En el caso de la etiqueta nutricional, Olivera indica que en este caso, la cantidad de carbohidratos proviene de la fruta, eso quiere decir, que no son malos y al no tener azúcar añadida, su valor calórico es bajo si contamos con las 2000 calorías que necesitamos al día.
EJEMPLO 3: Jugo de Naranja
Ingredientes: Jugo de naranja
En este tercer caso, el producto está hecho de jugo de naranja y el azúcar que aporte vienen de la misma fruta. Por tanto, es el más puro y natural en comparación con los ejemplos anteriores. En este caso, si es que encontramos algún conservante, es más que nada para conservarlo en el envase.
Es importante mencionar que las calorías que encontremos en un jugo de fruta como este, provienen del contenido natural de fructuosa (azúcar que proveen de forma natural a las frutas), a diferencia del néctar arriba descrito.
Comparándolo con el néctar anterior, Olivera explica que “si bien es cierto que el néctar puede tener hasta menos calorías que el jugo (19.8 kcal vs 58 kcal para el jugo), por ejemplo, su composición varía ampliamente porque adiciona aditivos como los edulcorantes, estabilizantes, saborizantes, colorantes, etc., que son utilizados para recuperar sus propiedades naturales iniciales.
Respecto a las grasas totales en todos los casos es cero, debido a que la mayoría de las frutas no aportan lípidos. Respecto a las proteínas, estas se encuentran en cantidades mínimas en las frutas en sus estados naturales, por ello, al adicionarse mayor cantidad de agua en las bebidas, su contenido de proteínas es cero en comparación con los jugos y néctares.
Recomendaciones finales
Depende mucho de nosotros el poder cambiar nuestra forma de alimentarnos y si bien, a veces esto puede resultar costoso, también depende de qué tanto nos informemos sobre el tema. En un mundo plagado de internet, podemos buscar buena data sobre qué y cómo comer sano y si nos disciplinamos, tratemos de evitar lo que sabemos que en exceso puede afectarnos en el largo plazo.
“Si tenemos que levantarnos más temprano para sancochar un par de huevos, hagámoslo. Si tenemos que evitar el exceso de sal, no consumamos tanta grasa saturada, si sabemos que el pan que solíamos comer está hecho de una harina no recomendada, remplacémoslo por avena, por ejemplo, u otros carbohidratos más saludables. Si las almendras están fuera de nuestro presupuesto, optemos por una palta, o en la noche reduzcamos las porciones en comparación con lo que comemos durante el día. Esto sumado a un buen ejercicio físico nos beneficiará y nos dará un estilo de vida saludable que es lo que queremos lograr en las personas para justamente evitar las enfermedades coronarias que actualmente tanto nos afectan a los peruanos”, sentencia Para Ruth Palomino, coordinadora de la carrera de Nutrición de UPC, en conversación con El Comercio.