Los primeros seres humanos que se establecieron en América del Norte eran mucho más diversos biológicamente de lo que se pensaba, según un nuevo análisis de cuatro cráneos antiguos encontrados entre 2008 y 2015 en varias cuevas sumergidas en el estado de Quintana Roo, México.
Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista Plos One, en el que, según sus responsables, esta diversidad se habría reducido cuando algunas poblaciones se dispersaron por América del Sur.
Este hallazgo sobre una mayor diversidad desmiente lo hasta ahora aceptado y basado, fundamentalmente, en esqueletos analizados de América del Sur: que los primeros pobladores de las dos Américas eran muy similares.
Mark Hubbe, coautor de este nuevo estudio y profesor de antropología en la Universidad Estatal de Ohio (EEUU), argumenta en una nota de prensa que siempre “se ha hablado de la colonización de América como si América del Norte y América del Sur fueran lo mismo”.
Pero ahora estos cráneos analizados a partir de morfología craneofacial e imágenes 3D desmienten este pensamiento inicial y los investigadores plantean que América del Norte y del Sur “son continentes diferentes con distintas historias sobre cómo se establecieron”.
Tanto Mark Hubbe como Alejandro Terrazas Mata, de la Universidad Nacional Autónoma de México, encontraron una diversidad “inesperadamente alta” entre los cráneos de cuatro personas que vivieron hace entre 9000 y 13000 años, es decir, en el Pleistoceno tardío y Holoceno temprano.
Estos cráneos son importantes porque, en comparación con América del Sur, “se han encontrado relativamente pocos esqueletos antiguos en América del Norte”, subraya Hubbe.
Mientras que el cráneo más antiguo mostró asociaciones morfológicas cercanas a los modernos norteamericanos del Ártico en Groenlandia y Alaska, el segundo cráneo más antiguo demostró fuertes afinidades con las poblaciones modernas de Europa.
De los dos cráneos restantes, uno parecía mostrar asociaciones con grupos asiáticos y nativos americanos; el otro, con poblaciones árticas, además de tener algunos rasgos modernos sudamericanos.
“Estos hallazgos son sorprendentes si se considera que estudios anteriores no han mostrado este nivel de diversidad”, resume la revista en una nota.
Este estudio plantea la necesidad de buscar nuevas evidencias arqueológicas en todo el continente para construir modelos robustos de diversidad temprana, migración y dispersión en las Américas.
En esta línea, Hubbe también advierte contra el intento de crear narraciones demasiado simples sobre la migración humana, especialmente en el continente americano: “lo que pensamos sobre el asentamiento de las Américas probablemente no es toda la historia; todavía tenemos mucho que aprender”. (Con información de EFE)
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