Navidad | Los festejos navideños que cada año tenían lugar en Bagdad y las ciudades del norte de Irak, donde se concentran la mayoría de los cristianos iraquíes, se han quedado este martes reducidas a tres árboles decorados con fotografías, las de algunos de los más de 500 muertos en las protestas iniciadas en octubre.
El Patriarca Louis Raphael Saco, jefe de la comunidad católica caldea de Irak, anunció a principios de mes que este año no habría decorados ni recepción en la sede del Patriarcado “por respeto a los muertos y heridos de los manifestantes y las fuerzas de seguridad y en solidaridad con sus familias”.
Tanto en Navidad como en fin de año las celebraciones se limitarán a plegarias para rezar por las almas de los fallecidos, la pronta recuperación de los heridos y la vuelta a la normalidad de un país sumido en una crisis política y social desde el estallido de las protestas para pedir más servicios básicos y menos corrupción.
En Bagdad, las noches del 24 y 31 de diciembre el parque Al Zawraa solía convertirse en una explosión de conciertos y fuegos artificiales para un gran número de musulmanes y cristianos, muchos de ellos llegados de otras provincias para disfrutar del gran árbol lleno de luces allí expuesto.
Estas navidades, los dos únicos árboles erigidos en Bagdad son pequeños, pero su significado es grande.
En lugar de bolas y guirnaldas, están decorados con las fotos de los "mártires" de las protestas y banderas iraquíes, uno a la entrada del puente Saadoun, escenario habitual de actividades conmemorativas de las víctimas, y otro en la céntrica plaza Tahrir, epicentro del movimiento.
Ciudadanos de pie y familiares visitan el árbol para encender velas en recuerdo de las almas caídas, explicó a Efe el activista Hasan al Lami, quien desde hace semanas pasa su tiempo en la plaza en demanda de sus derechos.
El tercer árbol, el mayor de todos, todavía está a medio montar, pero se espera que esté visible en los próximos días en el centro de Tahrir.
“Los manifestantes de la plaza Tahrir expresaron su profundo agradecimiento y respeto por la decisión de los hermanos cristianos de cancelar las celebraciones de Navidad y el año nuevo”, destacó el activista.
Al fin y al cabo, explicó, el lugar ha sido desde octubre un "refugio" para todos los iraquíes que buscan "la libertad y la paz", sean musulmanes, cristianos, yazidíes o de cualquier otra religión.
El manifestante Samer Yaqoub, de 25 años, coinciden en que los cristianos han vivido en Irak “durante cientos de años” y son de los habitantes más antiguos del territorio. Él y muchos iraquíes tienen hermanos y amigos “de todas las religiones” y todos viven con dolor y tristeza la muerte de sus compatriotas.
Esos que sacrificaron sus vidas por la justicia y la paz, sentenció.
"Consideramos que cancelas las celebraciones forma parte del compromiso que tenemos con la sangre de los mártires", dijo Yaqoub.
Los cristianos han seguido a rajatabla los deseos de sus líderes y han apostado por la austeridad en su principal fiesta.
El número de personas que este año se han acercado a las tiendas a comprar árboles, pesebres, guirnaldas, luces y estrellas fugaces ha sido ínfima debido a la cancelación de los festejos, confirmó a Efe Ali Saleh, propietario de una tienda en el barrio de Mansour, en el oeste de la capital.
El presidente iraquí, Barham Saleh, también apreció la medida en un mensaje navideño a la población cristiana.
Expresó su “reverencia, aprecio y gratitud” por la decisión de abstenerse “en honor a la sangre y los sacrificios de la gente, de los mártires y heridos, de los manifestantes pacíficos y las Fuerzas Armadas, y por su consideración de las circunstancias generales del país”.