Puede que la trilogía de precuelas de “Star Wars” (compuesta por los episodios I, II y III) no sea un dechado de virtudes, pero tampoco es el fiasco que los puristas galácticos repudiaron. Sí, estaba allí el adefesiero Jar Jar Binks, algunos excesos de la tecnología digital y un soso melodrama romántico; sin embargo, también mostró una oscuridad que no se le conocía, gracias a su relato sobre el origen de un villano icónico como Darth Vader y su contraposición frente a la heroicidad jedi encarnada en Obi-Wan Kenobi.
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Y es desde ese punto que parte esta nueva serie de la franquicia, que vuelve a reclutar a Ewan McGregor como Kenobi y a Hayden Christensen en el papel de Anakin Skywalker/Darth Vader. Tomarle la posta a la ya mencionada trilogía no solo sirve para satisfacer a una generación en particular de fanáticos, sino para sacarle provecho, con mayor énfasis, a la dicotomía entre la luz y la oscuridad, con elementos como el rencor, la venganza o la desilusión, que acicatan cualquier conflicto narrativo. Una dualidad representada por un estupendo McGregor, que se ubica justo en el punto medio entre el sagaz protagónico y el veterano desencantado.
Ya vistos cuatro de los seis episodios de “Obi-Wan Kenobi”, podemos identificar también ciertos aspectos no tan logrados. Por ejemplo, su intento de replicar el vínculo con aire paterno-filial de “The Mandalorian”. Porque en la nueva serie es Kenobi quien debe asumir la búsqueda y protección de la pequeña Leia Organa, pero la dupla no es tan efectiva como la del mandaloriano y el entrañable Baby Yoda. Paradójicamente, juntar a un tipo con el rostro cubierto y a un enano mudo rindió mejores resultados en términos expresivos.
En cambio, en los momentos en que la serie se acerca a una película como “Rogue One”, aquella que mostraba al siniestro Imperio dominando un mundo sin jedis, se abre un interesante espacio para una épica del sacrificio en la que los mártires son más humanos y menos fantásticos. Lamentablemente no son muchos esos pasajes, y quizá por allí pasa su verdadero y debido camino.
Diez años después de los hechos representados en “Star Wars: The Revenge of the Sith”, Obi Wan Kenobi (Ewan McGregor) vive en el planeta desértico Tatooine, donde, a la distancia, se encarga de vigilar al niño Luke; que al ser hijo del poderoso caballero jedi Anakin Skywalker, podría llamar la atención del emperador del mal Palpatine. Además, de este modo estará al tanto cuando el niño manifieste los poderes que debería otorgarle su linaje. Mientras tanto, en el planeta Alderaan, la princesa Leia Organa (Vivien Lyra Blair), hermana de Luke, es secuestrada. Por esto su padre, Bail Organa (Jimmy Smits), va al encuentro de su amigo de toda la vida Kenobi para pedirle rescatar a la niña.
Para esta misión, el jedi en situación de retiro viaja al planeta Daiyu. Allí descubre dos cosas: primero, que Leia es una niña muy inteligente e inquieta y, segundo, que el secuestro solo fue un plan para atraparlo por parte de la inquisidora Reva (Moses Ingram), también conocida como la Tercera Hermana, una cazadora de jedis fugitivos que busca tener éxito allí donde su superior no tuvo. En la huida del planeta, Obi Wan descubre que Anakin Skywalker (Hayden Christensen) sigue vivo. Lo que no sabe es que ahora se le conoce como Darth Vader y, física y psicológicamente, es otra persona, alguien podrido por el Lado Oscuro.
Calificación:
3 sobre 5 estrellas.
"OBI-WAN KENOBI"
Género: aventura, ciencia ficción.
País y año: EE.UU., 2022.
Directora: Deborah Chow.
Reparto: Ewan McGregor, Vivien Lyra Blair, Moses Ingram, Hayden Christensen.
Dónde verla: en Disney+.