La Copa América 2015 fue levantada por Chile, ahora la del 2019 ¿será levantada por Perú? (Foto: Reuters)
La Copa América 2015 fue levantada por Chile, ahora la del 2019 ¿será levantada por Perú? (Foto: Reuters)
Miguel Villegas

¿Es una locura? No. Es una consecuencia. ¿Es un delirio? No, es la natural proyección de una selección que, por juego y edad, necesita reinventarse. Si como dice el presidente de la FPF Edwin Oviedo, “ya se conversó con el profesor Ricardo” y su abogado ha sugerido algunas condiciones “y todas se pueden cumplir”, toca revisar qué viene para Perú y sus objetivos. Ir al Mundial tiene que ser el disparador de cosas grandes. No podemos convertir Rusia 2018 en el nuevo México 70.

CLASIFICAR A QATAR Ecuador clasificó por primera vez a un Mundial en 2002 pero no se quedó en ese festejo: fue al 2006, descansó en 2010 y volvió en 2014. Una generación brillante, sostenida en apellidos pesados como Aguinaga, de la Cruz o Hurtado, que marcó a fuego a su selección no tanto por haber llegado a una Copa, al contrario. Por no haberse ido tan pronto.

Tarea de Perú es, en consecuencia, mirar ese modelo y no perder ese status. El camino –como Ecuador mismo o Chile- ya lo encontró: un entrenador equilibrado que explota al máximo las riquezas que tiene, un gerencia que acompaña y nunca es más protagonista que en su escritorio y una generación de futbolistas –la recordada Sub 20 de Ahmed- que ya tiene un Mundial. Clasificar a Qatar, entonces, es la principal obligación de un Perú fútbol que ha encontrado en el juego una forma de ser, por fin, el país del que estamos orgullosos. El comercial de la FPF es claro: “No queremos ir a un Mundial: queremos jugarlos todos”.

PELEAR LA COPA AMÉRICA 2019 Para que una noche de YouTube Zape no le ataje el remate al Cholo Sotil y nos quedemos sin , Perú –este Perú- tiene que ir y buscar ganarla. Ya compitió: con Markarián fue tercero en 2011 y con Gareca repitió medalla (2015) y fue quinto (2016). Ya mostró: ningún futbolista peruano puede irse –ninguno, ni Cueva- con la cabeza enterrada después de lo ofrecido en el Mundial. Es el crecimiento natural de una selección que gateó, que caminó y ahora tiene que correr. Es la proyección obvia de un país fútbol que, así empuje a ganar todas las encuestas de popularidad a Gareca, necesita un objetivo ambicioso que seduzca al entrenador. Los porcentajes no se pueden lucir en las vitrinas. No se hacen póster.

El deseo, obvio, necesita argumentos: sostener este plantel mundialista –promedio 26 años-, organizar un fixture competitivo de amistosos –en setiembre se juegan dos, y -, y, lo más importante, vigilar que la reorganización del fútbol peruano sea más que un .doc en un usb. Juan Carlos Oblitas lo dijo tan bien que, hoy mismo, deberían empapelarse calles, colegios y gerencias: “No celebremos más una derrota”. Regístrese, comuníquese y publíquese.

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