"Vender destinos", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
"Vender destinos", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

Si uno se pone a buscar “los lugares más visitados de Sudamérica” en Google o YouTube, se topará con varios resultados. Pero hay uno predominante, y ese es . Esta maravilla universal es, sin duda, el punto turístico más importante del Perú. Incluso la reconocida TripAdvisor, guía elemental de viajes, coloca al Cusco como el primero en su lista de “Los 25 destinos más populares: América del Sur”.  

En la información adjunta la guía estadounidense reseña: “En este crisol de elevadas alturas de la cultura amerindia y mestiza, encontrarás telas extraordinarias, animados festivales de verano y maravillas arqueológicas”. Las descripciones no mienten, pero no aseguran que este sea un sitio turístico numéricamente superior a otros en Sudamérica. Aquí empieza mi bronca con el pésimo márketing turístico del Estado peruano.  

En la lista mencionada también hallamos ciudades como Buenos Aires, Río de Janeiro y Cartagena. La BBC, en una nota de diciembre del 2017, sobre los lugares latinoamericanos más populares, dijo: “Según Expedia, agencia de viajes por Internet, los cinco destinos preferidos por los estadounidenses y europeos en América Latina son: México, Colombia, Costa Rica, Perú y El Salvador”. De manera similar reconoce lo siguiente: “Argentina, Brasil, Ecuador y Galápagos suelen ocupar lugares destacados”. Pero nunca especifican el volumen turístico promedio de estos lugares. Por lo que presentí, como comprobé luego, que Machu Pichu, si bien tiene elevadísimas cualidades, no tiene la cantidad de flujo de visitantes que debería.  

El turismo en nuestro país es una riqueza que debemos explotar de manera más efectiva. La marca Perú es supuestamente el principal embajador para este objetivo. Ellos se definen como: “Una herramienta que busca impulsar el turismo y las exportaciones”. Pero, personalmente, quisiera que esos lindos comerciales que hacen se vean en las principales ciudades del mundo y en los principales medios, como ocurre con el aguardiente chileno, que se vende en todas las licorerías del planeta, mientras que el nuestro solo se ofrece en colonias peruanas y para peruanos. Estamos bien lejos de que un policía norteamericano prefiera un picarón y no una dona, como en el famoso comercial. El bombo debe ser afuera, no acá.  

Uruguay es un lugar que pocas veces se nos cruza por la cabeza visitar, pero que está teniendo un crecimiento en el sector turístico que nos puede superar en cualquier momento. En una nota del diario El País de abril del 2017, se menciona que “el turismo se ha vuelto en los últimos años una actividad clave para Uruguay”. Se destacó al gasto que tuvieron los visitantes entre enero y marzo como la “cifra más significativa” de todas. Tanto así que el famoso chef estadounidense Anthony Bourdain describió a Uruguay como “la joya oculta de Sudamérica”. Imperdonable para nuestros responsables de la imagen del Perú en el exterior. Todos nos pasan.  

La BBC señala que México es el lugar más visitado de Latinoamérica, con 32 millones de turistas extranjeros al año. El turismo es tan grande en ese país que genera nada menos que el 8,6% del PBI. Esos 32 millones suenan injustos cuando se comparan con los 4 millones de turistas extranjeros que recibe Perú al año (INEI). Otro gigante es Argentina, país que el año pasado rompió récords al llegar a 10 millones de turistas extranjeros solo en el primer semestre (Fuente: Infobae).  

Machu Picchu recibe alrededor de 3.300 turistas al día, en promedio. Esto lo lleva a más de un millón de turistas al año. Exactamente igual que las concurridas Islas Galápagos. No quiero ni averiguar cuánto convoca la Isla de Pascua. El Perú y sus riquezas son menos famosos que muchos otros países, por nuestra nula capacidad marketera.  

Esta columna fue publicada el 26 de mayo del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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