El 2 de mayo, dos días antes del inicio de su gira en Perú por su nuevo disco Intuición, Gian Marco Zignago (Lima, 1970) publicó este breve mensaje en sus redes sociales con una foto de muy niño: “Así, siempre, hasta hoy”. Los ojos chinitos, los dientes de leche y el pelo rubio desordenado -cuando había pelo-, símbolo de una época que no se ha ido, que solo descansa. Un día antes, casi a la misma hora, el cantante peruano tres veces ganador del Grammy Latino (2005, 2011 y 2012), contesta el teléfono con amabilidad, como si tuviera ganas de contar cosas, de recordar, de hacer un recuento de los (d)años.
Así, lo que en principio era un breve contacto con Somos para hablar de su rostro gigante en una tienda por departamentos, su disco y sus planes, se convierten en casi dos horas. Lo único que se agota es la batería del celular, no su voz.
Pocas carreras pueden leerse como si fueran tomos de la historia reciente del Perú. La de Gian Marco es particular, básicamente por eso: cuando empezaba -mediados de 1990-, la TV era Triki Trak o Ferrando, el hit tenía que pasarse en La Más Más de Panamericana y los fans de los conciertos eran fans, de carne y hueso, y cancionero en la mano, no seguidores huevito de Twitter.
Ese hombre habló con Somos, después de escuchar que gracias a la canción Más Allá del disco Días Nuevos (2011), Mateo, mi hijo, podía saber cuánto lo amaba, cuando me quedaba sin palabras.
Mas allá de la esperanzala vida no me alcanza para darte lo que soytengo paz y tengo suertey más son esas ganas de quererte sin razónme llenas el vacío, me cambias la visiónme tienes como un loco dibujando donde vaya un corazón
“Muchas gracias, en serio”, dice Gian Marco. Tiene algo de tos. Viene una gira de cinco conciertos. Empezamos.
LA FAMA, NICOLE, LOS MIEDOSEsto que te pasa -más de 20 años de carrera, ganador del Grammy, padre, esposo-, ¿es lo que soñabas de niño o lo ha superado? Van a ser 30, en realidad. Lo ha superado, seguro, muchas cosas. Yo quería ser marino, quería pertenecer a la Marina de Guerra, era mi sueño, no recuerdo bien por qué. Pero siempre estaba rodeado de música, de arte. Me crié prácticamente en un teatro, hacía las tareas allí, mi mamá -Regina Alcover- estaba dedicada a ello, tanto como mi padre a la música. Ahora, mi elección para ser músico sucede cuando yo tenía 14 años. Escuché una canción de Silvio Rodríguez, La Historia de la Silla y no pude más.
¿Quién te lo dio? ¿Un amigo, tu padre?Llegó a mis manos un cassette, me lo dio un amigo. Y entonces me encontré con una forma de escribir que yo nunca había escuchado. Es una canción compleja, no es fácil de entender, menos si eres un chiquillo. Entonces mi intriga fue: ¿Cómo es posible que alguien me esté queriendo decir algo y no lo entienda? Empecé a recorrer: Silvio, Pablo, Mercedes Sosa, León Gieco, Victor Heredia. Pasé por el rock argentino que inundó el país. Seguía escuchando Black Sabath, The Beatles, Iron Maiden, The Who. Pero esta canción de Silvio fue la que me dijo: “Tú puedes hacer eso con un papel en blanco”. Ahí empezó todo. Luego vino Canta Rana, la Estación, los conciertos. Las ganas de querer superarme y claro, eso estuvo asociado a la recepción del público.
Esa química, ¿cómo surge? Es decir, ¿se tiene o no se tiene?No lo sé. Por ejemplo, cuando yo decidí empezar a escribir canciones para otros. El primer éxito fue Sentirme Vivo o... Canta Corazón. Y cuando he visto a Enmanuel o Alejandro Fernández ante cientos de miles de personas, me digo: “Wow, entonces el destino de una canción siempre es la gente”. La cante yo o quien sea. Al final el público elige si continúas en un escenario o no. Soy consciente de que la gente se cansa de ti, hay quienes se van y no regresan. Eso ha sido algo importante para mí: he sido consecuente con lo que he dicho en mis canciones, honesto con mi estilo. Y siempre he querido reinventarme, a pesar de que hablo de amor y desamor, que cada disco sea bueno y se supere en calidad. No entiendo esta carrera como... yo no estoy aquí para ser famoso: ¡estoy para hacer mi trabajo! Es mi carrera y la amo, creo que eso se percibe.
¿Lo detectas en otros? Esa química, digo.Sí. Me pasa mucho pero ahí también se mezclan varias cosas: primero, esa persona que veo debe tener una sed sana de éxito. Luego, más allá de las ganas, que tenga un buen equipo de trabajo, eso es vital. En este negocio no basta con el talento, es también tener un orden, un mapa trazado. Ya no ocurre como en las películas: estás cantando en un bar y te descubren. Ahora hay toda una estrategia. Te lo digo por qué me está pasando con mi hija, Nicole. Yo he tenido que separar mi lado de papá chocho, se me caen las babas por ella. Soy el profesional que mira a otro profesional.
¿Qué va a pasar con Nicole, tu hija, cuando termine su carrera en Berklee College of Music?Nicole estudia música, termina este año su carrera, en agosto. Ayer, precisamente, me envió un video pues tenía un examen de conducción: tenía que dirigir una orquesta con Stravinsky. Estoy seguro de que cuando la gente escuche lo que está haciendo Nicole... como compositora me va a superar con creces. Con creces. No te lo digo como padre, sino como músico. Las ganas son importantísimas, el talento, también, pero también hay que conocer el negocio. Tener un plan: qué voy a ser de aquí a cinco años, qué discos voy a grabar. Es importante que hoy en día el músico tenga ganas de estudiar. Algo de su carrera, eh: el que canta, que toque la guitarra; el que ya tiene la guitarra, que componga. Irle sumando aptitudes a su talento. No puede quedarse en el limbo de “Hay qué lindo cantas”. Ya no.
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¿No te dio miedo cuando ella te dijo: Papá, voy a ser músico como tú?Yo soy el papá que da miedo (risas). Quienes somos padres, entendemos que nuestros hijos están para aprender... y también nosotros aprender de ellos. Son nuestros maestros, yo creo. Cuando Nicole decide ser músico pasó algo muy curioso. Ella salió del colegio y quiso estudiar Negocios Internacionales. Ingresó a la UPC. En paralelo era una fanática del maquillaje, hacía sus videos tutoriales, yo la veía feliz. Pero un día llego a la casa, entro al cuarto a saludar a mis hijos y la veo llorando, desconsolada. Me preocupé: no sabía que estaba pasando. Nicole se acercó y me dijo:-Papá, no sé qué decirte, pero yo en realidad quiero ser músico.Nos quedamos en silencio. Y cuando me recuperé, le dije: “De qué estás hablando, ¡si yo soy músico!” Mira Nicole -continué- esta carrera tiene demasiados estigmas. Se sigue, se construye, merece respeto y dedicación. No es un juego. Y como cualquier trabajo, vas a tener que ir a la calle a buscarlo. Nada será fácil. Eso es lo más normal del mundo. Nos abrazamos y ya, entendió. No sé qué pasará con Fabián -que tiene 16- o Abril -que tiene 14-, no sé si serán músicos o cantantes. Me da miedo lo que le va a tocar enfrentar a Nicole, pero para eso se prepara como nadie. Eso lo sé.
¿Así reaccionó contigo Joe Danova -Javier-, tu padre? Él también era cantante, era una celebridad.Pues… Mi papá un día me dijo: “Bueno, hijo. Cumpliste cierta edad, te voy a quitar la propina”. Y entonces salió eso de vender juguetes en la calle -como la canción-, polos, ropa. Tenía que buscármelas. Hasta que un día una amiga me contó que existía un lugar en Conquistadores, un restaurante donde podía cantar. Y ahí empecé. Yo cantaba y cantaba y nadie me hacía caso. Ni me miraban. Y entonces, ahí me di cuenta de que este era un trabajo constante y lo acepté. Supe que la carrera de músico tiene los colores de un truco de magia: el truco sale muy bonito y la gente aplaude, pero nadie sabe todo lo que has hecho para conseguir que te salga perfecto. No tienen idea. Parece fácil, pero no lo es. Yo canté por primera vez porque mi papá me retó y me había quitado la propina (risas). Esa es la verdad y es increíble.
¿Extrañas que nadie te conozca? Ir por un café, salir a caminar. Ser anónimo, como cuando eras un niño.Sí, extraño eso. Me da mucha nostalgia recordar, por ejemplo, cuando tenía 7 años y en mi barrio de González Prada en Magdalena jugaba pelota con mis amigos, iba a la Bodega del Chino Jorge; esos días en que te quieres comer el mundo caminando. O también cuando empiezo a cantar, entre los 14 y los 17, que me subía al micro, me iba a de un lugar a otro, terminaba en Barranco o Larco; cuando jugaba en los calichines de la 'U' y tenía que ir hasta el Lolo en mi moradito -la 10-, me bajaba en Alfonso Ugarte y caminaba por esas callecitas que están en mi cabeza imborrables. Claro que extraño, pero es el precio que se paga. Sé que mucha gente se acerca a mí con un cariño genuino, pero hay otros -y no quiero que suene mal- que se acercan porque buscan algo. Lo detecto. Hay una línea que cruzas y que yo entiendo es por la emoción. ¡Podría hacer un libro con todas las cosas que me han pasado en la calle!
¿Ese precio es impagable? ¿O uno termina acostumbrándose?Me han pasado cosas increíbles, por eso te digo que podría escribir un libro. Una vez estaba en una sala de embarque y se acerca un hombre y me dice: “Oye, Gian Marco, o sea que te vas de viaje, no?”. Yo me reí. Otra vez estaba caminando con mi hijo Fabián, tenía 6 años me parece, por el Centro Comercial El Polo y alguien viene. A veces solo sentir que la gente te mira ya es intimidante. “Oye, Gian Marco, te vi en Campaneando, ¿no? Mi mujer no me va a creer”. Y se fue. No está mal el cariño de la gente, yo lo entiendo. El tema es que la privacidad ya no existe y cuesta entenderlo. Mira Facebook: todos tenemos expuesta nuestra vida allí. Cero pudor. Extraño esos momentos de mi vida. Cuando voy a Perú, por ejemplo, y quiero comerme una pachamanca en Cieneguilla, sé que voy a tener que pasarme la mitad del día tomándome fotos. Entonces… no voy. No me desespera, el cariño es una bendición pero en un momento es muy difícil llevarlo.
LA MÚSICA, RIPLEY, SUS NUEVOS GUSTOSLas tres canciones tuyas más escuchadas en Spotify son: El último adiós – 8,759,819 reproducciones, Si me tenías – 1,339,004 reproducciones, Te Mentiría – 1,167,769 reproducciones. ¿También es tu ránking?Esa canción -El último adiós- tiene una historia particular: me la pidió Don Francisco, para un programa especial que estaba haciendo por el 11S. Creo que el 11S fue martes y el programa se iba a grabar sábado. Luego la interpretamos con diferentes músicos, entre ellos, Juan Luis Guerra y a él, por ejemplo, también le aparece en Spotify como una de sus canciones más escuchadas. Pero no, no está en mi top 3. Si tuviera que hacerlo, de todas mis canciones, te diría que la número 1 es Hoy, es mi canción más emblemática: llegó a Broadway, se tradujo al hebreo, fue la puerta de entrada para toda mi música. La segunda sería Sentirme vivo, primero porque la interpretó Emanuel y eso fue increíble: ¡yo escucha su música!. La tercera sería Parte de este juego: es la más cantada en mis conciertos.
¿Qué escuchas hoy? ¿Qué le da vuelta tu Spotify?Escucho mucho Ben Platt -actor y cantante estadounidense, ganador del Tony y el Grammy- en estas últimas tres semanas. También mucho hip hop del que se hace en Estados Unidos por mi hijo Fabian. Siempre vuelvo a Mozart, por lo melódico y los arreglos. Era un workaholic total, ¿sabías? Hace un tiempo pude conocer la casa en Viena donde compuso unas melodías insuperables, con humor, con ironía. Es inspirador.
¿Qué escuchas del Perú?Bueno… me gusta Kanaku, por su personalidad, porque es genuino y no le importa lo que está de moda y cree en lo suyo. Eso me gusta. Escucho Amén, Marcelo Motta me parece uno de los mejores músicos del Perú. Me pego con (Difonía (risas), Hijo de la Guerra es uno de mis favoritos. Vuelvo a Cuchillazo, escuché a La Mente. Y no me puede faltar Manuelcha Prado: la música ayacuchana es increíble. Es el sonido de la melancolía en todo su esplendor.
Desde Estados Unidos, cómo se entiende la violencia contra la mujer. Las estadísticas en los primeros meses...Más de 50 casos en 4 meses, ¿no? Terrible...
¿Cómo miras eso? Ojo, no pasa solo en el Perú, pero es lo que más nos toca. Es un mal latinoamericano. Básicamente, te diría que es un problema de educación, de estructura de país, de las distancias socioeconómicas que nos separan. Ese desorden llega a las familias menos favorecidas y hace estallar los niveles de violencia que hemos visto. ¿Cómo puede existir estabilidad emocional si no hay todo lo otro? Hay que enseñarles a las niñas que nadie puede agredirlas, nadie. En todos lados, no solo en Lima: ¡cuántas niñas en la selva peruana son ultrajadas o prostituidas sin que nadie haga nada? Hay lugares que no existen en el Perú. Me parece que la violencia se debe prevenir con mayor información y más educación. Es básico el conocimiento de tu autoestima, pues conociéndola puedes aprender a defenderte. Ninguna chica tiene que aguantar que venga un galifardo y la agreda en un hotel o la arrastre por el suelo, como hemos visto por la TV. No es posible. A mis hijas le digo que nunca deben permitirlo, que siempre se den su lugar, las educamos todos los días para eso. No entiendo la cabeza de un ser humano con ese nivel de violencia. Y aunque la inmediatez de las redes parece acostumbrarnos, no podemos normalizar la agresividad. Nunca.
¿Te quedas mucho en redes sociales? ¿Qué opinas?La verborrea en redes es absoluta. Hay una bipolaridad que no entiendo. Se expone la falta de conciencia, la falta de comprensión lectora. El ego es gigante, increíble.
Hace poco dijiste que iba a componer una canción para Universitario, tu equipo, y tuviste que responderle a miles de personas.Sí, pero es normal. Lo otro es lo violento. Pareciera que no estamos para vivir sino para sobrevivir.
La canción la vas a escribir de todas manerasSí, eso es un hecho y esto en eso. Te lo voy a contar.
Eres imagen de Ripley. ¿Te costó aceptar?Cuando me contaron sobre la campaña del Día de la Madre me gustó la idea. Y cuando supe que estaba inspirada en Vida de mi vida, una canción mía, más aún. Me sentí honrado porque una marca pensaba en mí como imagen popular. Es bueno hacer un paréntesis en lo que uno hace y acercarte así a la gente. Estar en un cartel en la calle es un mensaje: “Oye, porsiaca no me he retirado, eh. Sigo cantando”.
Y Nicole es imagen también.Coincidió, claro. Eso también me animó.
¿Los padres siempre tienen claro lo mejor para los hijos?Pues… no lo sé. Mi padre siempre me decía: “¿Quieres que te escuchen siempre 7 personas o todo tu país?. Chino -insistía-; para llegar tienes que pagar tu derecho de piso, luego vas a hacer lo que te da la gana. De cantar Unicornio Azul, Sueño con Serpientes... me tocó cantar Domitila, que es una canción que no me gusta, pero bueno.... ¿Si los papás tienen siempre la razón? Pues no sé, pero ellos tienen el mapa màs seguro de lo que te puede pasar, básicamente, porque ya lo vivieron.
REGINA, JOE, EL DÍA DE LA MADRE¿Cómo es tu relación con Regina Alcover hoy?Es muy especial. La admiro muchísimo. Como ya te conté, gracias a ella viví de muy niño en el teatro, hacía mis tareas en el teatro. Mi vida empezó ahí. Ella me tuvo a los 21 años y siguió luchando por sus sueños, cómo no va a ser un ejemplo para mí. Ahora se habla mucho del empoderamiento femenino, necesario y urgente, y mira, en sus años ella se la fajó solita por mi hermana Mía y por mí: trabajó desde los 11 años, siempre quiso aprender y enseñar y siempre me dijo que uno viene a esta tierra a equivocarse. Es verdad. Ella practica el Budismo mahayana y gracias a su consejo, yo también. Cada vez me enamora más. ¡Solo le he dicho que por favor, la próxima vez que lo haga me avise con un poquito de anticipación! Mi mamá se casó cuatro veces… (risas). Aún hoy, y ya separada de mi padre, nunca dejó de hablarme de él. Es un ser maravilloso en mi vida.
¿Qué te 'dice'hoy Joe Danova, tu padre, cuando conversas con él?Pues… cuando converso con él no para. Es un ejemplo y luz en mi vida. Me deja ser. Me deja caminar. Y siempre me dice: “Chino, cuando las luces se apagan, cuando dejas tu guitarra, cuando se acaba ese mundo de magia, uno debe voltear y allí estarán los que tienen que estar, los que te aman: tu familia”.
CLAUDIA, EL AMORLas redes sociales también sirven para admirar. ¿Cómo se hace para seguir amando como el primer día a Claudia, tu chica?El amor es una elección, Miguel. Un compromiso. Y Claudia lo es para mí. Ella es mi mejor amiga, el amor de mi vida, y me eligió a mí como soy. Creo que esa esa la idea: oye, el amor entiende como tú eres, no busca cambiarte porque te acepta. Así te eligió. Hay gente que cuando encuentra el amor dice: Bueno, te amo, pero ahora tienen que cambiar todo esto. ¡Cómo va a ser así!
¿Esa esa la fórmula?Pues la mía al menos, sí. Vamos a cumplir 25 años en septiembre y hay magia entre nosotros. Ella es de una belleza etérea e incalculable. Mira que nos hemos peleado, eh, nos hemos sacados los pelos, pero también hemos aprendido a ser tolerantes, equilibrados, y yo creo que -si me apuras- ese es el secreto. Mi fórmula es entonces la posibilidad de entenderse. Esto lo he contado alguna vez y te lo digo: a los 3 meses de conocernos, Claudia y yo nos casamos. ¡A los 3 meses! Ella me dice ahora, cuando nos sentamos a conversar: “Oye, cómo vamos a casarnos así pues. estábamos locos”. Y lo estábamos, seguros. Ahora, cuando viene Nicole de vacaciones y vuelve a casa y nos ve juntos en el cuarto, dice, riéndose: “¡No entiendo cómo pueden estar 25 años juntos! Claudia es una mujer espectacular. La amo. La adoro. Es mi maravilla.