Nadie puede/debe/quiere adelantar algo de lo que será la ceremonia de clausura de los Juegos Panamericanos Lima 2019. La inauguración fue tan apoteósica, por consenso del público y la crítica, que hoy la presión es enorme. No lo desea decir el mexicano Francisco Negrín, cerebro y corazón detrás de lo que vimos todos extasiados la noche del 26 de julio, en el Estadio Nacional, y uno de los directores artísticos más reconocidos del mundo. Tampoco Lucho Quequezana, compositor principal y director musical de ambos eventos. Ni Gian Marco, intérprete de una de las principales presentaciones preparadas para la velada del 11 de agosto, cuando culmine el festejo deportivo. Menos aún la jefa del área de ceremonias, programa cultural y relevo de antorcha, la peruana Marina Charún. Con todos ellos hablamos, además de otros talentosos trabajadores y voluntarios que desde hace meses tienen como búnker al Estadio Nacional. Y nada. Hay que decir que es fascinante ver cómo un enorme grupo humano es capaz de guardar tamaño secreto. Sin embargo, siempre termina abriéndose por algún lado una grieta. Aunque sea pequeña, pequeñita.
Lo curioso es que es el director creativo de la ceremonia de clausura quien deja pasar el diminuto halo de luz. Así, desde el extranjero, el griego Nikos Lagousakos narra con entusiasmo cómo llegó a la idea central de uno de los números más icónicos que se verán esa noche. No es un gran spoiler, no se alarme. Pero sí un indicativo de que los pechos se volverán a hinchar y las lágrimas a salir.
“Durante mi primera visita al Perú, recorrí el Museo Larco, debo decir, uno de los más hermosos que he visto en mi vida. Recuerdo haberme sentido sobrecogido por sus impresionantes cerámicas preíncas. Fue casi un sentimiento 'Alicia en el país de las maravillas' el que me hizo pensar cómo podíamos hacer un tributo a las culturas prehispánicas en la escena más icónica del show”, detalla. Y hasta ahí nomás. Habrá que pegarse a la tele el domingo y así volverse a enamorar del Perú.
A Lagousakos, por otro lado, le espera una noche grande. Con suerte le pasará lo que a Francisco Negrín en la inauguración. Sentado en las gradas del Nacional, agradecido por un poquito de sol, este recuerda con Somos haberse emocionado inesperadamente por la reacción del público. “Eso fue tremendo. Yo esperaba sentimiento después del himno o incluso cuando cantó Juan Diego Flórez, pero lo que pasó después de las marineras me dejó boquiabierto. La gente en las tribunas comenzó a gritar ‘¡Perú!, ¡Perú!, ¡Perú!’. Es increíble cómo el arte puede ser un himno también”.
Negrín trabaja para Balich Worldwide Shows, la empresa italiana elegida para encargarse de la concepción de las ceremonias, también las de los Parapanamericanos Lima 2019. Desde hace meses, el Nacional se ha convertido en el búnker creativo donde han instalado zonas de vestuario, maquillaje de artistas, áreas de producción, comedor. Todo enrevesado entre pasadizos y federaciones. Todo protegido y aislado como si fuera Alcatraz. “Entre las cuatro ceremonias, vamos a llegar a los 3.000 voluntarios. La mayoría son performers, es decir, estarán sobre los escenarios”, detalla la experimentada productora peruana Marina Charún. “La verdad es que hasta ahora no nos recuperamos de la resaca del éxito de la inauguración. Teníamos el encargo de mostrar nuestra riqueza en historia y cultura, pero también debíamos exhibirnos como un país moderno, con desarrollo, inclusión. Así lo hicimos y creo que con creces”, agrega.
La misión para las ceremonias, pues, era no caer en los lugares comunes. Lucho Quequezana lo había entendido bien: por eso, cuando eligió el setlist que debía ponerse durante el paso de las delegaciones de los países competidores en la inauguración, pensó en canciones emblemáticas de la cultura musical del Perú. Por eso sonó El arbolito, de Néctar. Por eso, Y es que sucede así, de Arena Hash. “Se logró lo que queríamos, generar una sensación de identidad sin ir al cliché. La gente lo tomó con tanto cariño que me emociono al recordarlo. En el estadio cantaban, en sus casas cantaban. Para la clausura esperen la misma intensidad, pero de forma completamente distinta”, comenta.
Enormes granos de arenaLa gesta de las ceremonias ha generado, sin duda, revoluciones de todas las formas. Nery Pardo (50) tiene su taller de costura en Independencia y forma parte del equipo de vestuario. Va todos los días al Nacional desde abril y es una de las responsables de hacer realidad los elogiados diseños de Pepe Corzo. “Estoy muy orgullosa del trabajo realizado, que este sea visto en tantos países. La confección del traje de las tapadas en la inauguración, ese fue mi grano de arena. Quizás nadie conoce mi nombre, pero yo siempre sabré que fui parte de algo importante”, afirma con emoción. Es la primera vez que la entrevistan.
El aprendizaje, la confianza en nosotros mismos como un pueblo capaz de hacer cosas hermosas, el legado. Gian Marco, anunciado como gran estelar de la clausura hace solo unos días, le dice a Somos desde Estados Unidos que allí radica la trascendencia de todos estos acontecimientos: “Soy solo uno más de este enorme equipo. Me siento honrado de haber sido convocado. Mi banda y yo hemos preparado algo especial por meses y tenemos un tiempo medianamente largo para ello; será en vivo, además. Todos estamos muy emocionados”. Todos. //