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Hinchada peruana. | Foto: Daniel Apuy/GEC

Escribe Erick Osores

Quiero explicar dos cosas sobre la hinchada peruana, ese mar bravo que ya conoce el mundo. Lo primero, que me ha sorprendido gratamente. Me ha hecho sentir orgulloso en cada esquina que camino por la Copa América de Brasil. Sobre todo, los días de partido: uno entra a la cancha donde juega Perú y ve todo el tiempo a gente ruidosa, festiva, enorme cantidad de hinchas con el corazón en la mano. Tan exigente ahora como la colombiana o la mexicana, que también es así. La selección de Perú ha generado un cambio en su hinchada, más allá del premio FIFA, y hoy genera presencia, da un tremendo respaldo al equipo. Impone. Eso me da orgullo.

Lo que no me gusta, de lo que discrepo, es la facilidad con que esos mismos hinchas se pueden desubicar. Lo entiendo, pero me parece que perdemos fácilmente la perspectiva. Como no estamos acostumbrados a ganar ni a tener ningún protagonismo –en 36 años no lo tuvimos–, se han generado excesos que no corresponden. No voy a profundizar lo que ya todos saben –audios, histeria, complots–; es más: no pido que el fútbol sea equilibrio, pues es difícil. Pero sí es verdad que el proceso de convertirnos en protagonistas, de haber clasificado al Mundial, nos ha pasado la factura.

Pongo ejemplos: el caso Paolo Guerrero y el doping. Era dios.

Quisieron ajusticiar a un periodista por hacerlo público y se cruzaron los límites. La gente convirtió a la selección en algo intocable. Todo lo que no fuese estar en línea con ella era irracional. Luego llegó el episodio Rusia, el Mundial y ese apoyo conmovedor. Posterior al Mundial, la gente se plegó a Gareca, un vínculo que fue aprovechado claramente por Edwin Oviedo, y así se permitió un contrato indebido y absolutamente irreal para el contexto peruano. El dirigente aprovecha la ceguera de la gente. ¿Qué decíamos, qué decía la gente? Que firme por 100 años, que se quede para siempre. Irreal. El hincha tiene que saber que para ganar hay que saber perder. Cuando ocurren derrotas como la de Brasil, hay que mirarlas con calma. Hoy, esa misma hinchada peruana que tan orgullosos nos hace sentir a todos en el mundo, necesita dar un paso más adelante. Se trata de aprender a perder. Cuando se pierde no es el árbitro, eh. Se pierde porque se hacen las cosas mal. Hay que hacerlo con hidalguía, con altura. Las redes no están llenas de futboleros, sino de cavernícolas que se dejan llevar por la bronca.

Ni tan malos cuando se va feo contra Brasil ni tan héroes cuando vamos a un Mundial y ganamos amistosos. Hay que hacer un esfuerzo ahí. El hincha tiene que sacarse esa venda, que le hace tanto bien y le hace mal. Desde mi lugar, no pido apoyo ni que la destruyan: la selección de fútbol de un país está hecha para hacer felices a sus hinchas: para eso es este deporte. Los extremos no son positivos, ni siquiera cuando la pasión es tan buena y desbordante. Enojarse es válido, yo lo entiendo, pero hay que dar un paso adelante. Aquí en Brasil la gente habla de eso, hablan de la hinchada peruana, de su empuje, de su compañía; es un punto a favor. Hay que cuidar ese respeto, cuidarlo y mejorar. Lo mejor de todo siempre va a ser acompañar, nunca fusilar. //

LA FECHA HOY
Uruguay vs. Perú
Fecha: Sábado 29 de junio
Hora: 2:00 p.m. por América TV (hora peruana)
Estadio: Arena Fonte Nova, Salvador

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