Salvo el caso extremo de la temida disfunción sexual, pocas cosas lesionan más la autoestima masculina que descubrir la pérdida de cabello. Es una ansiedad que muchos sufren, pero de la que pocos hablan, quizá porque una cabellera abundante se asocia con juventud y vigor, mientras que su pérdida se interpreta como un signo inequívoco de envejecimiento. Luego llega el golpe de realidad: aceptar que este proceso, una vez iniciado, solo tiende a empeorar con el tiempo.
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